MÁS GIMNASIA y MENOS DISPARATES.

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¡Más gimnasia y menos religión!, oímos, atónitos, exclamar públicamente al Secretario General del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la última campaña electoral. Atónitos, porque creíamos que estábamos oyendo a los socialistas anticlericales Iglesias o Carretero a finales del siglo XIX, o a los Prieto o Largo Caballero en los años treinta del siglo XX. Pues no, lo dijo, en febrero del año 2004, este joven político leonés, vencedor en las últimas elecciones a Cortes Generales y actual Presidente del Gobierno de la Nación.


¡Más gimnasia y menos religión!, oímos, atónitos, exclamar públicamente al Secretario General del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la última campaña electoral. Atónitos, porque creíamos que estábamos oyendo a los socialistas anticlericales Iglesias o Carretero a finales del siglo XIX, o a los Prieto o Largo Caballero en los años treinta del siglo XX. Pues no, lo dijo, en febrero del año 2004, este joven político leonés, vencedor en las últimas elecciones a Cortes Generales y actual Presidente del Gobierno de la Nación.


Menos religión ha dicho también el alcalde socialista de San Vicente de la Barquera, que ha eliminado por decreto la cruz de la fachada del cementerio local, amparándose nada menos que en la libertad de cultos.

Habíamos oído decir al ministro franquista Solís aquello de ¡Más gimnasia y menos latín! Y hemos oído decir a nuestros alumnos, a veces, ¡Más recreo y menos gramática!; y ¡Más vacaciones y menos matemáticas! Es posible que el ZP electoralista haya dado la idea a otros ciudadanos para pedir a su vez ¡Más gimnasia y menos política! Todo puede ser. Yo, por ahora, me conformo con ¡Más gimnasia y menos disparates!
Eligió mal, muy mal, Zapatero la gimnasia para enfrentarla a la religión. Los juegos gimnásticos, deportivos, más famosos del mundo –Olímpicos, Píticos, Ítsmicos y Nemeas, celebrados en Grecia, e imitados luego por doquier–, tuvieron siempre una profunda significación religiosa. Si Zapatero hubiera leído a Píndaro, no habría hecho nunca esa desgraciada asociación.

Pero, sobre todo, y dejando ahora aparte las Iglesias, las teologías y las morales, que ya es dejar, ¿se puede entender la historia de los Gobiernos y de los gobernados del mundo, su legislación, sus ritos, usos y costumbres, sin conocer, al menos en cierto grado, la religión, las religiones? ¿Y la filosofía y su historia, desde Parménides hasta Zubiri, Heidegger o Levinas? ¿Y la literatura, desde los Ríg-veda hasta el último premio Nobel? ¿Y qué diremos de la música, desde los primitivos coros griegos hasta Messiaen, Britten o Remacha? ¿Y qué de la historia de la pintura, la escultura, la arquitectura y las artes decorativas? ¿Menos religión para no poder entender siquiera, no digo gustar y aprovechar, todo esto?

Me pregunto si Zapatero pensará acaso que la religión –hoy materia escolar libre y no obligatoria, tomada por fin en serio, como en tantos países europeos– sigue siendo el catecismo aprendido de memoria, que tal vez le hicieron aprender a él. Y es que ahora tiene un nombre, Sociedad, Cultura y Religión; y, sobre todo, un contenido mucho más exigente y ambicioso, que miles de varones y mujeres, sobre todo laicos, se esfuerzan en hacerlo útil, bello e incitador.

Y allá quien no quiera saber siquiera de ética o de historia de las religiones en la clase sustitutoria o, mejor, correspondiente, que ahora, según las primeras voces socialistas, va a desaparecer
Menos religión, no sé si más gimnasia, ha dicho también el alcalde socialista de San Vicente de la Barquera, que ha eliminado por decreto la cruz de la fachada del cementerio local, amparándose nada menos que en la libertad de cultos. Y lo mismo ha debido de pensar uno de los dos concejales socialistas de los trece que tiene la villa navarra de Villava, que ha pedido se retiren los símbolos religiosos del salón de plenos, como si fueran la ikurriña, símbolo éste que él no quería retirar. Eso sí, declarándose a la vez respetuoso con la religión. ¿Tendremos que agradecerle, quizás, que no los tirase por el balcón?

¡Más gimnasia, señor Rodríguez Zapatero, y menos disparates! Ya ve que éstos, de palabra y de obra, siguiendo al suyo, pueden multiplicarse.

Víctor Manuel Arbeloa
Revista Alfa y Omega