Más pagan, más deben

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Países como Níger destinan más de una cuarta parte de sus ingresos al pago de la deuda.Al finalizar 2004, América Latina había pagado siete veces el monto de la deuda externa que tenía hace dos décadas.

Al finalizar 2004, América Latina había pagado siete veces el monto de la deuda externa que tenía hace dos décadas. Si España, por ejemplo, decidiese prescindir de esos ingresos, tan sólo renunciaría a 30 kilómetros al año de autovías.

La campaña «¿Quién debe a quién?», llevada a cabo por más de 30 ONG españolas, vuelve a poner sobre la mesa la discusión sobre la condonación de la deuda externa de los países del Sur. Si España, por ejemplo, decidiese prescindir de esos ingresos, los españoles tan sólo renunciarían a 30 kilómetros al año de autovías. A cambio, millones de personas que conseguirían tener una vida digna.

La deuda externa lejos de irse reduciendo con el pago de los plazos, ha aumentado hasta tener consecuencias desastrosas para las poblaciones. Para entender este proceso hay que retroceder a los años 60-70, cuando los bancos privados otorgaron préstamos con intereses muy bajos. El 60% de los créditos que se concedieron fueron para países empobrecidos. «Las deudas externas aumentaban pero gracias al flujo comercial se pensó que no habría problemas en el reembolso» explica Éric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Sin embargo, todo cambia en los años 80. Los intereses aumentan y el comercio mundial cae en picado. Los países del Sur se entrampan con nuevos créditos que les permitan pagar los intereses de los anteriores. En la década de los 80, estos países pagaron más de un billón de dólares en concepto de deuda externa. Hoy, los países empobrecidos del Sur tienen que pagar cuatro veces más que en 1980.

La paradoja está en que los países «deudores» han pagado ocho veces lo que se debía en los 80. Al finalizar 2004, por ejemplo, América Latina ha pagado siete veces el monto de la deuda externa que tenía hace dos décadas. Los Estados para poder hacer sus pagos, transfieren una gran parte de las riquezas de su pueblo.

La deuda externa está ahogando el desarrollo y el crecimiento de estos países. La Comisión Económica para América Latina (Cepal) indicaba hace unos días que en 2004 más de 75 mil millones de dólares han ido destinados al pago de la deuda exterior, el doble de los recursos económicos que entraron por inversión extranjera. Los gobiernos de los países endeudados dejan de invertir recursos en la mejora de la calidad de vida de sus poblaciones: educación, sanidad e infraestructuras. Intermon Oxfam denuncia que países como Níger destinan más de una cuarta parte de sus ingresos al pago de la deuda, mientras que un 86% de su población es analfabeta y una quinta parte de los niños menores de cinco años muere.

Grupos y organizaciones de todo el mundo comienzan a decir que la deuda ya está pagada no una, sino varias veces. Los países del Sur sienten como unas reglas de juego injustas están robándoles sus vidas e hipotecando su futuro. Aurora Donoso, representante de Acción Ecológica de Ecuador, explica «no somos pueblos deudores, sino acreedores de una enorme deuda que lleva más de 500 años incrementándose». Los países del Norte han saqueado, y saquean, los recursos naturales, están destruyendo el medio ambiente y violan los derechos humanos más fundamentales para conseguir más ganancias. Baste como ejemplo los beneficios de la petrolera española Repsol en la región de Arauca (Colombia) a costa de desplazar a los indígenas y acabar con el ecosistema de la zona.

Para Éric Toussaint, la solución de la deuda externa pasa por una gran revolución, «que los países endeudados se nieguen a pagar la deuda». El intelectual norteamericano Noam Chomsky también se encuentra en esta línea de pensamiento, ya que no son los países los que se endeudan, sino los dirigentes, en muchos casos corruptos y con fortunas que podrían pagar la deuda de sus países. Así, los ciudadanos estarían legitimados para presionar a sus gobiernos para que dejaran de pagar. Uno de los casos más sonados fue el ocurrido en Argentina. Este país ha dejado de pagar una deuda que asciende a 100.000 millones y, en la actualidad, ha logrado volver a un tasa de crecimiento que supera el 8%.

Condonar la deuda externa de los países empobrecidos para que inviertan en la calidad de vida de sus poblaciones, crear unas nuevas reglas de juego en el comercio internacional y llevar a cabo políticas activas que no deterioren el medio ambiente deberían ser las exigencias de la opinión pública internacional para llegar a un desarrollo sostenible y vivir en un mundo más justo y solidario.

Ana Muñoz
CCS