Más ricos y más desiguales

2075

España fue uno de los 10 países que más nuevos ricos ha generado en el 2004. Analizado desde esta perspectiva, parece que queramos emular a Estados Unidos como país de las oportunidades y de la movilidad social. España es más rica, pero ¿es más igualitarista y capaz de ofrecer oportunidades para todos?

José Luis Rodríguez Zapatero no ha podido resistir la tentación de emular a su antecesor. Al año de llegar a la Moncloa y ver cómo estaba funcionando la economía, José María Aznar proclamó a los cuatro vientos su lema de España va bien. La semana pasada, al año también de instalarse en el palacio de la Moncloa, Zapatero manifestó con satisfacción la misma idea, pero acentuada, «España va más que bien». La tentación ahora, como le ocurrió también a su antecesor, es dar un paso en la autocomplacencia y proclamar: «El milagro soy yo». Atrás parecen ir quedando los reproches al modelo de crecimiento basado en el tocho y en los sectores de escasa productividad y bajos salarios. Si las cosas van bien, ¿por qué cambiarlas?, parece pensar Zapatero. Pero, hay motivos para la preocupación: España va camino de instalarse en un modelo social de tipo estadounidense.
Es verdad, la economía española va como una moto. Al contrario de lo que les ha sucedido a la mayoría de las economías europeas del continente, la española superó bien la pequeña desaceleración que se produjo en el año 2002, y volvió a coger gas a lo largo del 2003 y del 2004, para confirmar en el primer trimestre del año en curso que seguimos en la fase de expansión económica más larga de la historia, más aún que la de los felices 60.
Con la excepción del déficit comercial exterior, que sigue empeorando, la mayoría de los datos macroeconómicos son positivos y al alza: actividad económica, empleo, crédito a las familias y empresas, construcción de viviendas, venta de coches y la satisfacción de los consumidores y empresarios. La revisión que ha llevado a cabo el Instituto Nacional de Estadística de las cuentas nacionales del periodo 2000-2004, para ajustarlas a los criterios de medición de la Unión Europea, no sólo confirman esos datos, sino que los mejoran: la actividad económica y el empleo han crecido, y siguen creciendo, más de lo que pensábamos, con la sorpresa añadida de que la inversión productiva está creciendo mucho más de los que sabíamos hasta ahora.
España es más rica. Por si no estuviese claro, este diario informaba el viernes pasado que, según un estudio de Merry Linch y Capgemini, España fue uno de los 10 países que más nuevos ricos ha generado en el 2004. Analizado desde esta perspectiva, parece que queramos emular a Estados Unidos como país de las oportunidades y de la movilidad social. España es más rica, pero ¿es más igualitarista y capaz de ofrecer oportunidades para todos?

POR ESTE LADO, las cosas no parecen ir tan bien, y cada vez hay más señales de que se va instalando entre nosotros una cierta cultura de la diferencia. En primer lugar, las 141.000 personas que según Merry Linch tienen en España un patrimonio en activos financieros líquidos superior al millón de dólares (136 millones de pesetas) no casan con el número de ricos que cotizan a Hacienda. Aunque los gobiernos de Aznar dejaron de publicar este tipo de datos, son sólo unos miles las personas que declaran ingresos por renta superiores a los 15 o 20 millones de pesetas. Por otro lado, la renta media declarada por los empleados resulta ser mayor que la de los empresarios. Es evidente que algo no funciona en el sistema fiscal, que cada día es más un mecanismo para gravar los salarios de las clases medias.
Quizá una de las manifestaciones más visibles de esa creciente cultura de la diferencia sea el espectacular crecimiento de los vehículos todoterreno en nuestras calles. Dado que el vestir ya no es hoy un signo que diferencie a los que tienen de los que no tienen, y la casa no se puede llevar a cuestas, los 4×4 se han convertido en el signo externo de manifestación de la diferencia: «Yo sí puedo», parecen estar diciendo las personas que nos miran desde lo alto de esos vehículos.
Si de los datos anecdóticos pasamos a los más rigurosos, y nos fijamos en la evolución de los salarios, las diferencias también se agrandan. El salario medio real, es decir, descontada la inflación, ha venido cayendo a lo largo de los últimos años. Dicho de otra forma, su capacidad de compra se ha reducido, y en muchos casos hoy es igual a la que tenía en 1997. Pero esa caída en el salario medio ha venido acompañada por un crecimiento espectacular de los salarios más elevados. Las diferencias aumentan también por el lado de la distribución de la renta. En esto tiene mucho que ver el hecho de que en vez de incrementar el empleo fijo, el crecimiento español ha aumentado el número de empleos temporales y a tiempo parcial.

AL MENOS en el caso de las parejas en las que ambos tienen empleo, la reducción del poder adquisitivo se compensa con la existencia de dos salarios; uno para pagar la hipoteca, y el otro para llegar a fin de mes. Pero no ocurre lo mismo con los jóvenes, las mujeres y las personas mayores. El número de pobres, o en riesgo de serlo, en estos colectivos está aumentando de forma peligrosa.
Y aunque el mayor número de ricos españoles que se ha registrado nos puede hacer pensar que estamos en un país de buenas ocasiones, los datos sobre movilidad social indican lo contrario: el futuro de los jóvenes depende cada vez más de los padres. Si éstos son ricos, hay más probabilidad de que sus hijos continúen siéndolo; y al contrario. El esfuerzo personal cuenta cada vez menos.
Vistas así las cosas, no veo razón para la complacencia de Zapatero. El modelo social español se va pareciendo peligrosamente al norteamericano: más ricos, pero más desiguales. Y, sin embargo, hay muchos y buenos motivos para reducir las desigualdades y mejorar la igualdad de oportunidades.

ANTON Costas
Catedrático de Política Económica de la Universitat de Barcelona
El Periodico
13-06-2005>