La muerte de tres jóvenes guineanas, el pasado mes de mayo, una de ellas embarazada, al quedar a la deriva su patera cuando querían cruzar el Estrecho de Gibraltar y naufragar dos días después, ha vuelto a poner de relieve la tragedia que vive, año tras año el Mediterráneo, consolidado ya como la frontera más letal del mundo.
508 personas han fallecido en lo que va del 2019, según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM), dependiente de la ONU. Unas cifras muy por encima de las que se dan en zonas con mayor flujo migratorio, como la frontera entre Estados Unidos y México, y que pese a las demandas de las oenegés no conlleva la aplicación de rutas migratorias seguras para frenar la tragedia.
El proyecto Missing Migrants, que contabiliza las muertes y desapariciones de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, constata que en los cinco primeros meses del año ya han fallecido 987 personas en todo el mundo, más de la mitad en el Mediterráneo. Los datos reflejan también la dureza de las rutas. 248 personas fallecieron al salir de Libia en dirección a Italia o Grecia, y 159 lo hicieron al intentar cruzar hacia el litoral español. A ellos se sumarían los 58 fallecidos en el norte de África, en accidente o por hipotermia, durante el tránsito para llegar a una patera. La magnitud del desastre se aprecia al contemplar las cifras de llegadas de inmigrantes por mar a nuestras costas, un total de 7.317: uno de cada 46 migrantes fallece en su intento por alcanzar España. Los datos son relativamente mejores que en el 2018, cuando se contabilizaron 638 fallecidos.
La IOM confirma un descenso en el número de llegadas en estos primeros meses del 2019. Unos 18.982 migrantes y refugiados ingresaron a Europa por mar hasta el 19 de mayo, aproximadamente un 30% menos que los 26.016 que llegaron durante el mismo período del año pasado. España y Grecia representan casi el 87% de todas las llegadas, y el resto van a Italia, Malta y Chipre.
“Estos puertos son la mejor puerta para llegar a Francia, destino de muchos subsaharianos por cuestión de idioma;, explica Ana Rosado, del área de Migraciones de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), quien reconoce que pese a la dureza de las condiciones en Libia “muchos inmigrantes están atascados allí y salen como pueden”. Hay quien prefiere alargar su ruta migratoria por África y apostar por Marruecos, donde la distancia con Europa es menor. “Desde Libia las barcazas que salen son más grandes, por eso un naufragio conlleva más muertes; en Marruecos es más bien un goteo, son embarcaciones pequeñas, a veces de juguete, donde lo usual es que vayan 20 personas, y si hay problemas mueren uno o dos; lamenta.
Denuncia en La Haya por la actitud de la UE
La política migratoria de la Unión Europea, al banquillo. Ese es el objetivo del escrito que un grupo de abogados internacionales tiene previsto depositar este lunes ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, en el que aseguran presentar “pruebas que implican a la UE y a funcionarios y representantes de los Estados miembros en la comisión de crímenes contra la humanidad” al dejar supuestamente en manos de Libia la reducción del flujo migratorio. La denuncia se basa en buena medida en declaraciones públicas de los propios agentes y funcionarios de la UE, así como documentos internos de organismos comunitarios, que los juristas aseguran que demuestran la responsabilidad criminal europea “como parte de una política premeditada para contener los flujos migratorios procedentes de África a través de la ruta central del Mediterráneo desde 2014 hasta hoy”.
A lo largo de 242 páginas, dirigidas a la Fiscalía de la Corte con sede en La Haya —a las que ha tenido acceso este diario y otros europeos—, denuncian que la UE y los representantes de los Estados miembros “no cometieron personalmente los delitos. Sin embargo, conocían la naturaleza ilegal y criminal de los actos y omisiones que pueden constituir crímenes bajo la jurisdicción de la CPI, y del Estatuto de Roma [su texto fundacional]. Los concibieron, organizaron y favorecieron su aplicación”. Lo hicieron, según sostienen, “con conocimiento pleno y en tiempo real de sus consecuencias letales”. Los abogados calculan que entre enero de 2014 y julio de 2017, al menos 14.500 migrantes se ahogaron en el Mediterráneo. Entre 2016 y 2018, más de 40.000 personas fueron interceptadas y transferidas a la fuerza a centros de detención y de tortura en Libia.
Redacción
Fuentes ElPeriódico.com y MSN.com