Desde sus principios, en cada uno de los 52 discos que editó desde principios de los 60 con su primeras grabaciones en «La voz de la zafra» hasta «Cantora», grabado en 2009, Mercedes Sosa ha cantado la vida y la sensibilidad de los pobres de Iberoamérica, la que ha llevado su voz hasta los últimos rincones de la tierra.
En el aniversario de su muerte
Mercedes Sosa, conocida como
Entre las obras con que se ha destacado en el cancionero latinoamericano se encuentran Canción con todos, Alfonsina y el mar, Gracias a la vida, Como la cigarra, Zamba para no morir, La maza, Todo cambia, Duerme negrito y Calle Angosta. Entre sus discos se destacaron Canciones con fundamento (1965), Yo no canto por cantar (1966), Homenaje a Violeta Parra (1971), Cantata Sudamericana (1972), Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui (1977), Mercedes Sosa en Argentina (1982), y su interpretación de la Misa criolla (2000). Su último trabajo es Cantora, grabado poco antes de su muerte. A pesar de no haber nunca compuesto sus canciones, Mercedes Sosa es la referencia esencial de la música latinoamericana popular de nuestros tiempos.
Reproducimos las letras de alguna de sus canciones, todas ellas descriptivas de la vida y el sentir de los empobrecidos.
Rin del angelito (1971, de «Homenaje a Violeta Parra»)
Ya se va para los cielos
ese querido angelito
a rogar por sus abuelos
por sus padres y hermanitos.
Cuando se muere la carne
el alma busca su sitio
adentro de una amapola
o dentro de un pajarito.
La tierra lo está esperando
con su corazón abierto
por eso es que el angelito
parece que está despierto.
Cuando se muere la carne
el alma busca su centro
en el brillo de una rosa
o de un pececito nuevo.
En su cunita de tierra
lo arrullará una campana
mientras la lluvia le limpia
su carita en la mañana.
Cuando se muere la carne
el alma busca su diana
en el misterio del mundo
que le ha abierto su ventana.
Las mariposas alegres
de ver el bello angelito
alrededor de su cuna
le caminan despacito.
Cuando se muere la carne
el alma va derechito
a saludar a la luna
y de paso al lucerito.
Adónde se fue su gracia
y a dónde fue su dulzura
porque se cae su cuerpo
como la fruta madura.
Cuando se muere la carne
el alma busca en la altura
la explicación de su vida
cortada con tal premura,
la explicación de su muerte
prisionera en una tumba.
Cuando se muere la carne
el alma se queda oscura.
Violeta Parra
Muchachito pelador (1976, de «En dirección del viento»)
Muchacho de la cosecha
que por las manos desechas
se van secando tus brazos
como se seca el bagazo,
que tu cuchillo no pele fuerte
porque en el filo anda la muerte.
Compañeros del rocío
por el camino del frío
con el padre caminando,
la angustia se va yapando
cuando la escarcha le esté doliendo
se alzará el nombre floreciendo.
La madrugada ya está
Adolfo Aguirre se va a pelar
su juventud en el surco,
es como el alma del azúcar,
por las cañas que va cortando
su Tucumán lo está llorando.
Cuando el cansancio lo gana
a eso de media mañana
el vientito que le sopla
le va soltando una copla.
La pena ya no se le hace tanta
si anda una zamba en su garganta
y si la tarde lo alcanza
postergando su esperanza.
Regresa por los rastrojos
con sudor en los ojos
changuito Aguirre, muchacho tierno,
florcita en la voz del invierno.
Osvaldo Costello
María, María (1983, del disco «Mercedes Sosa»)
María, María
es un don, es el sueño, el dolor
de una fuerza que nos alerta.
Una mujer que merece vivir
y amar como otra mujer del planeta
María, María
es el son, es color, es sudor
de una lagrima que corre lenta.
De una gente que ríe
cuando debe llorar
y no vive, apenas aguanta.
Pero hace falta la fuerza,
hace falta la raza,
hacen falta las ganas siempre.
Dentro del cuerpo y las marcas
María, María
confunde dolor y alegría.
Pero hace falta la maña,
hace falta la gracia,
hacen falta los sueños siempre.
Dentro la piel y esas marcas
posee la extraña manía
de creer en la vida
Milton Nascimento – Fernando Brant
Yo vengo a ofrecer mi corazón (1985, Vengo a ofrecer mi corazón)
Quién dijo que todo está perdido.
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Tanta sangre que se llevo el río.
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
No será tan fácil, ya sé qué pasa.
No será tan simple como pensaba.
Como abrir el pecho, y sacar el alma.
Una cuchillada de amor.
Luna de los pobres siempre abierta,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Como un documento inalterable,
yo vengo a ofrecer mi corazón
Y uniré las puntas de un mismo lazo
y me iré tranquila, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo.
Algo que me alivie un poco más.
Cuando no haya nadie cerca o lejos,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón
Y hablo de países y de esperanzas,
y hablo por la vida, hablo por la nada,
y hablo de cambiar esta nuestra casa.
De cambiarla por cambiar no más.
Quién dijo que todo está perdido.
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Fito Páez
Honrar la vida (1993, de Sino)
¡No…! ¡Permanecer y transcurrir
no es es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber,
adormecida…
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas…
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida.
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida
¡No…! ¡Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical
más allá del mal, de las caídas…
Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
¡Eso
no nos da derecho a presumir
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida!
Eladia Vázquez
Chacarera del olvidao (2005, de Corazón libre)
De tu palo soy, hijo de tu cuero,
soy el olvidao en la alcancía del tiempo,
el que se quedó de pie poniéndote el pecho.
Flor obrera soy, silvestre de espuma,
cuando el tren se va miro en las vías la luna,
pensando tal vez mi pueblo encuentre fortuna.
Mi bofe se hinchó cuando repartieron,
de mí no se acuerdan, dicen que nunca me vieron,
que no soy de aquí, que ya no tengo remedio.
Soy el olvidau, el mismo que un día
se puso de pie, tragando tierra y saliva,
camino hacia el sol para curar las heridas.
Una herida soy buscando el salario,
maestros de pie cuidando pichones blancos,
que madurarán iluminando ese pago.
Soy el que quedó en medio é'los ranchos,
guacho del fiao a un mate y guiso inventado,
hambre y rebelión fueron creciendo en mis manos.
No quiero de más, quiero lo que es mío,
al maso trampeao quiero torcerle el destino,
levántate, cagón, que aquí canta un argentino.
Soy el olvidau, el mismo que un día
se puso de pie, tragando tierra y saliva,
camino hacia el sol para curar las heridas.
Duende Garnica
Los niños de nuestro olvido (2005, de Corazón libre)
Escribo sobre un destino
que apenas puedo tocar
en tanto un niño se inventa
con pegamento un hogar.
Mientras busco las palabras
para hacer esta canción
un niño esquiva las balas
que buscan su corazón.
Acurrucado en mi calle
duerme un niño y la piedad
arma lejos un pesebre
y juega a
Arma
y juega a la navidad
y juega, y juega, y juega…
La niñez de nuestro olvido
pide limosna en un bar
y lava tu parabrisas
por un peso, por un pan.
Si las flores del futuro
crecen con tanto dolor
seguramente mañana
será un mañana sin sol.
Acurrucado en mi calle
duerme un niño y la piedad
arma lejos un pesebre
y juega a
Arma
y juega a la navidad
y juega, y juega, y juega…
René Vargas Vera – Víctor Heredia
Pájaro de rodillas (2009, de «Cantora»)
Cantor que canta es pájaro,
pechito de semillas,
cantando en la taberna
o con la voz enferma
no canta de rodillas.
Puedes verlo agitando
las alas amarillas,
con los ojos cerrados
y el corazón cansado,
más nunca de rodillas.
No puede el pajarito
paradito en su horquilla
o en la rama más alta
o en la humilde gramilla
ponerse de rodillas.
Hablo del pajarito
y de su cancioncilla
que puede nacer muerta,
que puede nacer cierta,
pero no de rodillas.
Y no defiendo al canto
sino a la pajarilla
de papel que hace un trino,
mañana un desatino,
más nunca de rodillas.
No hay canto verdadero
ni canción tan sencilla
que el pájaro al cantarla
para más entregarla
la ponga de rodillas.
Y el que canta al tirano
no es pájaro ni es nada,
es reptil del pantano
cloqueando para el amo
de rodilla doblada.
Cantor que canta es pájaro,
pechito de semillas,
cantando la taberna
o con la voz enferma
no canta de rodillas.
Alfredo Zitarrosa – Carlos Porcel «Nahuel»