Iberoamérica es la tercera región con más niños esclavos: 9.4 millones de niños, a pesar de que está asumiendo en sus legislaciones todos los compromisos internacionales.
En México, tres millones de niños enfrentan a lo que eufemísticamente la OIT llama «las peores formas de trabajo infantil». NO son todas, sólo las «peores». Son situaciones extremas de esclavitud y prácticas similares como la trata, la explotación sexual comercial o la utilización de niñas y niños para actividades ilícitas.
En México 20 millones de personas realizan trabajo doméstico, y para al menos dos millones de ellos, el trabajo doméstico oculta explotación, la mitad son niñas. Tres millones de los que están en el «trabajo doméstico» trabajan en las condiciones más deplorables.
Un 33% trabaja más de 35 horas a la semana, mientras un 10% lo hacen sin un horario definido pese a tener menos de 13 años.
Una Iberoamérica sin esclavitud infantil es posible. Un México sin esclavitud infantil, también. Basta una decidida determinación política. De momento, nos llegan noticias frecuentes de que los legisladores de Panamá, Ecuador, Bolivia, México o Argentina están concretando en leyes la persecución a estas prácticas. Este crimen tiene que ser tan insostenible como cualquier otro. Sin excusas posibles.