Migración y desarrollo: mitos y realidades

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Los países del norte-receptores podrán restringir la entrada de los migrantes, levantar muros, tratarlos como delincuentes y despreciarlos pero, en primera instancia, mucho le deben en su desarrollo.

María Elena Álvarez Acosta


En la actualidad es común encontrar en los enfoques sobre la temática migratoria, tanto de académicos, como de la prensa, otros medios y en las agendas de los organismos internacionales, la óptica que vincula la migración con el desarrollo en los países emisores.


La interrelación migración-desarrollo ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad, las más recientes podrían vincularse a los Países de Tradicional Inmigración donde, (Estados Unidos de América, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) con independencia de sus especificidades, el hombre, factor más dinámico de la economía, nutría a través de la inmigración, suficiente mano de obra para un mercado de fuerza de trabajo en expansión. Este factor, acompañado de otros, no objeto de nuestro análisis, propició altos niveles de desarrollo. También la inmigración ocupó un papel protagónico en la reconstrucción de la Europa de la posguerra.


Hoy día esto parece haberse olvidado, podríamos decir que el «norte utiliza a los inmigrantes, pero los desprecia». El mercado de fuerza de trabajo no se corresponde con la demanda y las presiones migratorias aumentan, mientras las políticas restrictivas, los muros y la violencia se ciernen en torno a los que buscan el anhelado «bienestar».  


En la práctica, sobredimensionar la interrelación migración-desarrollo de cara al sur, minimiza en grado extremo la otra cara de la moneda: la insuficiencia de desarrollo del sur como causa esencial generadora de las migraciones.


Se parte de un hecho consumado, las migraciones continuarán, así como la sangría de personal calificado del sur, mientras los países receptores implementarán políticas dirigidas a trabajadores temporales, cuando los necesiten y continuarán practicando sus políticas restrictivas y selectivas.


En la práctica se sobrevalora el efecto positivo que sobre el sur tendrán, fundamentalmente, las remesas, el retorno de los nacionales calificados y las comunidades de ultramar y la transnacionalización de las migraciones; se pierde de vista las funestas consecuencias que sobre las comunidades de origen tiene la migración.


Los países emisores son objeto de una desestructuración socioeconómica de difícil pronóstico, con una pérdida sensible de personal calificado y no calificado. Se abandonan las actividades agrícolas y artesanales, la composición familiar cambia drásticamente.


Las remesas ocupan el estrellato dentro de las posibilidades del sur para desarrollarse, se comparan con la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y mientras esta última disminuye, las remesas la superan.


Sin embargo, llama poderosamente la atención que los países que en los últimos años han recibido un monton mayor por este concepto, continúan clasificando como emisores, más bien, dentro de los principales, es el caso de México.


Qué sucede con la remesa?, De forma general, se atesora y consume en necesidades básicas y, en ocasiones, se utiliza para sobrevivir o migrar ilegalmente; casi nunca se invierte en proyectos productivos y si se invierte, no corresponde a ningún proyecto nacional.


Las causas de las migraciones no se eliminan con el importe de las remesas, se necesita una estrategia de desarrollo y un entorno nacional, regional e internacional adecuado para ello.


Además, los ingresos de los migrantes continúan contribuyendo más a los países receptores que a los emisores, lo que contradice la percepción, que nos venden, de que los inmigrantes son una carga en comparación con los beneficios que aportan y que la remesa que envían a sus países de origen es muy alta con relación a los beneficios que aportan a los receptores.


De acuerdo con el World Migration Report, en Gran Bretaña, en recientes estudios de la Home Office se calculó que entre 1999-2000 los inmigrantes contribuyeron con US$4 mil millones más en impuestos que lo que recibieron en beneficios. En Estados Unidos de América el National Research Council estimó que el ingreso nacional se expandió en US$ 8 mil millones en 1997 debido a la inmigración. Podríamos preguntarnos a qué desarrollo beneficia la migración internacional? La respuesta es obvia.


Los países del norte-receptores podrán restringir la entrada de los migrantes, levantar muros, tratarlos como delincuentes y despreciarlos pero, en primera instancia, mucho le deben en su desarrollo. 


Ojalá pudiera articularse un mecanismo de beneficio para el sur a partir de los inmigrantes que viven en el norte pero bajo las condiciones actuales esto parece más un mito que una realidad.