Monseñor Juan Gerardi: Obispo guatemalteco mártir

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'La Iglesia ha hecho su gran opción, ha optado por el hombre y su liberación para transformarlo en hombre nuevo. Analizando la realidad de Guatemala, nos damos cuenta que esta tarea es urgente e ingente…' (Monseñor Gerardi)
Hna. Raquel Saravia Valdés,
Adital – 19.10.07


Nos acercamos al aniversario de los 10 años del asesinato de Monseñor Juan Gerardi , sucedido en Guatemala el 26 de abril de 1998.


La causa de su muerte fue la presentación del informe «GUATEMALA, NUNCA MAS», donde por primera vez se sacaba la verdad de los 36 años de crueldades y asesinatos que había vivido el pueblo de Guatemala. En su informe presentó las conclusiones de la investigación de los años de violencia y señaló a los principales culpables de las masacres. Los que no pueden soportar oír la verdad truncaron la vida de un hombre sin entender que con eso, Monseñor pasó a ser el verdadero testigo, firmando con su sangre la verdad del informe.


El Proyecto REHMI (Recuperación de la Memoria Histórica) fue un grito que nació desde el fondo del corazón de tan numerosas víctimas y fue amplificada  por Monseñor, ahora ya ha recorrido el mundo entero mostrando la crueldad de ese conflicto armado interno padecido por el pueblo pobre de Guatemala.


La verdad que las víctimas sacaron a luz hizo que el odio se desatara y acabara con la vida del inspirador del proyecto. Quisieron acallar su voz, pero más que silenciarla la han multiplicado; quisieron ocultar la verdad pero ésta se abre camino por sí misma; quisieron acabar con una vida solidaria con el pueblo que sufre, pero sigue inspirando nuevos compromisos a favor de la verdad y la paz.


Desde el 26 de abril de 1998 Juan Gerardi dejó de ser el nombre de un sencillo y responsable obispo guatemalteco, tal vez para muchos desconocido y pasó a ser sinónimo de búsqueda de la paz, de grito de la justicia, de lucha por la promoción de los derechos humanos.


Monseñor Juan Gerardi gran defensor de los derechos humanos, había consagrado su vida a los pobres, desde su compromiso de pastor del pueblo de Dios, cuando fue nombrado obispo de la Verapaz en 1967, pasando por sus casi 6 años de obispo del Quiché (1974-1980), de su exilio forzado en Costa Rica y su trabajo pastoral en el Arzobispado de Guatemala (1984-1998). Podemos resaltar en él y su obra varios aspectos:



  • Sus criterios de juicio y análisis nacían de su sólida formación cristiana y humanística, pero sobre todo de contemplar la vida de la gente sencilla en los lugares que le tocó vivir. Tenía una actitud crítica y profética,  la entendía como parte de su misión de la Iglesia de hoy. Sin ser un hombre de palabra, era el hombre de los gestos, de las participaciones en foros, siempre defendiendo a los de abajo, a los que no cuentan: denunciando, hablando de economía, de cómo las leyes perjudican a los pobres. Tenía un análisis claro frente a  la realidad que se vive: por eso denunció las consecuencias del neoliberalismo en la economía de los pobres, en el deterioro de las condiciones materiales, denunció la violencia, los grupos de poder, la falta de ecumenismo. Abogó por la democracia, contra la impunidad y los poderes fácticos. 


  • Tenía un profundo sentido del valor de la vida, sobre todo de los que no cuentan en esta sociedad. Juan Gerardi quería una sociedad guatemalteca «distinta», así lo formuló en su último discurso    de presentación el día 24 de abril en catedral, quería una «Guatemala distinta», con ciudadanos, estructuras e instituciones llenas de humanidad. Creyó que la memoria histórica era necesaria para la reconciliación, para el perdón, para fundar una sociedad en la verdad y dignidad. Esto hizo de él un buscador de la paz y la reconciliación, con el fin de derribar el muro de la impunidad. ¿Cómo sanar las heridas de la historia? En primer lugar conociendo la verdad, por eso fue un hombre siempre de diálogo, no se negaba a escuchar a nadie. En la resolución de los conflictos en tiempo de la violencia, llegó con las autoridades del país, con los mismos mandos del ejército llamando a la cordura.


  • Negó y se opuso a la guerra, porque era radicalmente inhumana, denunció las injusticia y los atropellos, luchó por abrir espacios que ofrecieran a la sociedad guatemalteca una alternativa de vida. Sabía que conocer a Dios era «obrar la justicia» (Jer. 22, 13-16) que quien oprime al débil ultraja a su Hacedor (Prov. 14,31).  Anunciaba  y defendía el valor de la vida, como parte del proyecto del Reino de Dios y denunciaba la muerte en todas sus formas, como negación de ese proyecto.


  • Se preocupó por la pastoral social, fruto de su contacto y conocimiento del pueblo pobre. Puso los cimientos para una pastoral orgánica desde los pueblos indígenas, pues empezó a entender que el Evangelio en la Verapaz tenía que resonar en lengua q´eqchí. Se interesó  mucho la formación de los laicos en el pueblo de Dios y así  luchó por la significación de una iglesia más laical al servicio de la Evangelización, centrada en la formación y promoción de las comunidades cristianas.

Junto con un buen grupo de sacerdotes, religiosos y laicos inició un camino de acompañamiento en las áreas marginales, un lugar teológico en el que se había dado poca respuesta, este trabajo pastoral era una forma explícita de apoyar concretamente la opción por los pobres.


Animaba desde dentro de la Iglesia una actitud de iglesia más servidora, más atenta a los signos de los tiempos, una iglesia que se encargara del dolor de la gente, cargando una cruz pesada, que a él mismo le costó la vida.
Su martirio es el testimonio del amor más grande y lo dio  por una entrega incondicional  de servicio a los hermanos y hermanas, por una opción radical por el pobre.


Los profetas siempre afectan la historia: nos llaman a la conversión y nos lanzan a ver más claro y encontrar a Dios desde los acontecimientos y personas. La muerte se convierte en vida, hombres que mueren y pueblos que los resucitan. Es la expresión de la fe en la justicia de Dios, de la esperanza que algún día triunfará la verdad y la justicia en un mundo donde no las hay.
Por eso, al cumplir 10 años de su martirio, el 26 de abril de 2,008  queremos invitar a todos los creyentes a conmemorar su vida y testimonio, como uno de los testigos fieles de Dios profeta y mártir de la verdad y la justicia.





[Esta relación ha sido elaborada tomando en cuenta los escritos del Hno. Santiago Otero   y del Libro Monseñor Gerardi: Testigo Fiel de Dios, Guatemala, 1999, del mismo autor].