Muertos de cáncer por el 'MADE IN CHINA' (extracto)

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El hedor te asalta al aproximarte a una de estas aldeas, desbordadas de contaminación por industrias que fabrican muy barato para Occidente.

 

 

 

 










DAVID JÍMENEZ. Xiditou (Noreste de China)


elmundo.es/suplementos/cronica/2/12/2007/, número 632


 


Hubo un tiempo en que el río de la Fertilidad (Feng Chan He) lo fue de verdad. Los niños se bañaban desnudos en sus aguas, los jubilados pasaban los domingos pescando a su vera y sus carpas se servían en la mesa con salsa de soja. Nadie se pone de acuerdo sobre el momento en que el agua empezó a bajar turbia -¿Cinco? ¿10 años?-, los peces a morir y el hedor a hacer peligroso incluso acercarse a la orilla. La corriente ha perdido el brío de antaño, como si le costara avanzar con la carga de los aceites, la basura y los agentes tóxicos que han ido oscureciendo su tono y obligado a los lugareños a rebautizar el río de la Fertilidad como río negro.


Más despacio, y sin duda mucho más contaminado, el río ha seguido serpenteando a través de los pueblos de esta región industrial del norte de China, envenenando aldeas y enfermando a sus habitantes.


En Xiditou, un pueblo de 6.000 habitantes situado cerca de la ciudad de Tianjin, los vecinos han ido anotando en una lista los nombres de quienes han muerto de cáncer y aquellos que, consumidos por la enfermedad, lo harán pronto. Wang Peiting, de 41 años, se marchó tras ser vencido por la leucemia; Liu Dequan, de 52, por el cáncer de pulmón; Zaho Cuian, de 40, sucumbió al cáncer de huesos; y el marido de Ji Shaolian , el cáncer de este campesino había devorado todos sus órganos internos. «Era un hombre fuerte, pero ¿quién puede soportar vivir en este lugar?», se pregunta la viuda, abrazada entre lágrimas al retrato del difunto.


Xiditou es una de las aldeas del cáncer de China. El país tiene cientos, probablemente miles, de Xiditou repartidas por todo su territorio. Son Chernobyl donde el agua, el aire y la tierra han sido tan envenenados por la polución que la vida se ha hecho insoportable. En los casos más dramáticos, poblaciones enteras han huido de sus hogares, dejando atrás localidades fantasma donde sólo quedan los difuntos y provocando un nuevo tipo de desplazados nunca antes visto: los refugiados de la polución.


Tres décadas de apertura económica han hecho que el país esté a punto de convertirse en la tercera potencia económica mundial y han transformado cientos de localidades pobres en megaurbes donde el paisaje de los campos de arroz ha sido cubierto por rascacielos y fábricas. Pero en su viaje hacia el desarrollo, la nación más poblada del mundo se ha convertido también en la más contaminante del mundo. Su crisis medioambiental, provocada por un crecimiento que no se ha parado en nada, no tiene precedentes.


Un informe del propio Gobierno chino admite que la contaminación del aire y del agua mata todos los años prematuramente a 460.000 chinos -una población superior a la de la ciudad de Murcia- y que desde 2001 se ha registrado un aumento del 40% en las malformaciones de recién nacidos. Y es en pequeñas aldeas como Xiditou, abandonadas a merced de fábricas dirigidas por caciques y funcionarios corruptos, donde la población china está pagando el mayor precio.


Las causas de la ruina local se erigen sin disimulo al otro lado del río, donde una fábrica tras otra arrojan sus vertidos tóxicos al agua. La defunción del pueblo se fraguó a principios de los años 80 con la conversión de la vecina ciudad de Tianjin en uno de los centros industriales de los productos made in China que hoy invaden el mundo. Miles de fábricas se fueron extendiendo más allá de Tianjin hasta convertir pueblos campesinos como Xiditou en centros de producción de todo tipo de materias, desde pintura a medicamentos y desde agentes químicos a detergentes. Lo de menos era el medio ambiente o las gentes que vivían en estas tierras: había que hacer dinero y rápido.


CAMPOS ENVENENADOS


El agua contaminada de los ríos siguió siendo utilizada para el regadío y envenenó los campos; entró en las cocinas y contaminó la comida; aplacó la sed de los animales y corrompió la cadena alimenticia. Ningún vecino tenía el dinero para comprar agua embotellada y, uno a uno, fueron cayendo enfermos. La lista de fallecidos se acerca ya a los 300, cientos más han enfermado, decenas de niños han nacido con malformaciones y quienes están sanos aguardan temerosos a que les llegue el turno. «Sabíamos que beber este agua era un suicidio, pero la gente no tenía otra opción», dice Li Baoqi, veterinario local y durante años el único médico encargado de tratar los efectos de la contaminación en la zona.


Científicos chinos llegaron el pasado año a las aldeas de Xiditou y la vecina Liukuaizhuang y corroboraron lo que los vecinos llevaban años denunciando. La incidencia de cáncer entre sus poblaciones es de 2.032 casos (por cada 100.000 habitantes) y 1.313 casos respectivamente, 30 veces más que la media del país. La cifra podría ser mucho más alta si la policía no hubiera amenazado con represalias a los médicos que mencionan en sus informes «la exposición a la polución» como causa de los cánceres.


Lejos de tratar de frenar los vertidos, las autoridades han hecho lo posible por amedrentar a los afectados y obligarles a guardar en secreto su agonía. Uno de los habitantes de la zona fue condenado a ocho años de cárcel por tratar de organizar a los damnificados y pedir compensaciones.


En ocasiones las fábricas están en poder, directamente, de los funcionarios del Partido Comunista. El alcalde de Xiditou, Bian Shao Dong, es propietario de una planta de pinturas situada junto al Río de la Fertilidad que en el pasado ha sido identificada por los habitantes como una de las causas de la polución. «Vea que buena pinta tengo. El agua no es peligrosa. También enferman de cáncer en otros lugares», argumenta el dirigente local cuando se le presentan las estadísticas de cáncer del pueblo que dirige.


Los vecinos han tratado de alertar al Gobierno central con manifestaciones, marchas a la capital y la elaboración de la lista detallada de los muertos y enfermos de los últimos cinco años. El año pasado, después de que la prensa local se hiciera eco de sus protestas, alguien decidió escuchar al fin y funcionarios del Gobierno central impusieron restricciones. «Muchas fábricas en lugar de arrojar los vertidos a la vista lo hacen ahora a través de tuberías subterráneas», explica un vecino, que como la mayoría se niega a desvelar su nombre por miedo a las autoridades.


AGUAS ROJIZAS


La calidad del agua en el Río de la Fertilidad ha mejorado con el cierre de algunas fábricas, pero basta con echar un vistazo al tono rojizo y grasiento de algunas zonas para confirmar que su recuperación queda aún lejos. Un grupo de aldeanos llevó al enviado de Crónica ante uno de los enfermos de Liukuaizhuang, una de las localidades más afectadas por la contaminación. A pesar de agonizar con un cáncer de huesos que le mantenía postrado en la cama, y que según los doctores le matará en breve, el enfermo, un joven de 30 años, no quiso dar su nombre por temor a que su familia sufriera una visita de la autoridad.


Los lugareños aseguran que han sido específicamente advertidos en contra de hablar con la prensa extranjera y muchos han empezado a obedecer. Vecinos que hace unos meses denunciaban abiertamente la situación ahora aseguran que «todo está bien» y niegan que en la zona haya enfermos de cáncer. «No queremos periodistas que den mal nombre a nuestro pueblo», dice un funcionario local.


Quienes tienen dinero han empezado a huir de las zonas más contaminadas. Los demás deben quedarse y a menudo «esperar a la muerte», en palabras de un vecino de Xiditou. El Gobierno chino, que durante años se mostró pasivo ante la crisis medioambiental, ha comenzado a tomarse en serio sus consecuencias, pero todo indica que se encuentra desbordado. Una de las grandes preocupaciones de los líderes chinos es que las Olimpiadas de Pekín, previstas para agosto, queden deslucidas por el manto de polución que cubre la capital la mayor parte del año.


El presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, visitó las instalaciones deportivas recientemente y aseguró que algunas pruebas de resistencia podrían tener que retrasarse para evitar riesgos para la salud de los atletas. La delegación australiana ya ha anunciado que retrasará su llegada a Pekín al máximo para evitar respirar su aire y otros equipos se plantean hospedarse fuera de la ciudad. La pregunta es: ¿es demasiado tarde para salvar el medio ambiente en China?


¿EL PROGRESO?


La mitad de los bosques del país ha desaparecido, el 70% de sus ríos se encuentran tan contaminados que la mayoría suponen un riesgo incluso para el tacto y el Banco Mundial asegura que 18 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China.La situación es aún más grave para esas cientos de aldeas del cáncer que están pagando las consecuencias de un progreso que ni siquiera ha llegado a sus pueblos.


El fuerte hedor procedente del Río de la Fertilidad no ha impedido que Feng, una vecina de Xiditou de 56 años, siga instalando su puesto de venta ambulante junto a las aguas ennegrecidas. Todavía hay conductores que de vez en cuando se paran para ver qué tiene que ofrecer.


«¿Te acuerdas cuando veníamos al río a bañarnos?», le pregunta la mujer a un anciano que nació en Xiditou y ha visto cómo, al tiempo que ella se hacía adulta, el pueblo era envenenado lentamente.«El agua era transparente y podías ver los peces», añade Feng recordando los tiempos en que el río hacía honor a su nombre.