MURIERON PERDONANDO

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Bartolomé Blanco Márquez tenía 22 años cuando fue sentenciado a muerte; era miembro de la Acción Católica de Pozoblanco (Córdoba), su pueblo natal, catequista y cooperador del colegio salesiano del mismo pueblo.

Ha sido beatificado en Roma, dentro del grupo de los 63 mártires de la Familia Salesiana, que integran la causa de 498 mártires del siglo XX en España.


Carta a su familia
(Summarium super martyrio)
Prisión Provincial. Jaén, 1 de octubre de 1936.

QUERIDAS TÍAS Y PRIMOS:


Cuando me faltan horas para gozar de la inefable dicha de los bienaventurados, quiero dedicaros un último y postrer recuerdo con esta carta.


¡Qué muerte tan dulce la de este perseguido por la justicia! Dios me hace favores que no merezco proporcionándome esta gran alegría de morir en su Gracia.


He encargado el ataúd a un funerario y arreglado para que me entierren en nicho; ya os comunicarán el número de dicho nicho.


Hago todas estas preparaciones con una tranquilidad absoluta; y claro está que esto, que sólo puede conseguirse por mis creencias cristianas, os lo explicaréis aún mejor cuando os diga que estoy acompañado de quince Sacerdotes, que endulzan mis últimos momentos con sus consuelos.


Miro a la muerte de frente, y no me asusta, porque sé que el Tribunal de Dios jamás se equivoca y que invocando la Misericordia Divina conseguiré el perdón de mis culpas por los merecimientos de la Pasión de Cristo.


Conozco a todos mis acusadores; día llegará que vosotros también los conozcáis, pero en mi comportamiento habéis de encontrar ejemplo, no por ser mío, sino porque muy cerca de la muerte me siento también muy próximo a Dios Nuestro Señor, y mi comportamiento con respecto a mis acusadores es de misericordia y perdón.


Sea esta mi última voluntad: perdón, perdón y perdón; pero indulgencia que quiero vaya acompañada del deseo de hacerles todo el bien posible. Así pues, os pido que me venguéis con la venganza del cristiano: devolviéndoles mucho bien a quienes han intentado hacerme mal.


Si alguno de mis trabajos (fichas, documentos, artículos, etc.) interesara a alguien y pudieran servir para la propagación del catolicismo, entregárselos y que los use en provecho de la Religión.


No puedo dirigirme a ninguno de vosotros en particular, porque sería interminable. En general sólo quiero que continuéis como siempre: comportándoos como buenos católicos. Y sobre todo a mi ahijadita tratarla con el mayor esmero en cuanto a la educación; yo, que no puedo cumplir este deber de padrinazgo en la tierra, seré su padrino desde el cielo e imploraré que sea modelo de mujeres católicas y españolas.


Si cuando las circunstancias lleguen a normalizarse podéis, haréis lo posible porque mis restos sean trasladados con los de mi madre; si ello significa un sacrificio grande, no lo hagáis.


Y nada más; me parece que estoy en uno de mis frecuentes viajes y espero encontrarme con todos en el sitio a donde embarcaré dentro de poco: en el cielo.


Allí os espero a todos y desde allí pediré por vuestra salvación. Sírvaos de tranquilidad el saber que la mía, en las últimas horas, es absoluta por mi confianza en Dios.


Hasta el cielo. Os abrazo a todos.