Ni superpoblación ni mundial

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En 1968 la ONU predijo que los habitantes del mundo serían 7.000 millones. Ahora en el 2004 la ONU reconoce que se equivocó en 1.000 millones. Europa parece abocada a la parálisis demográfica, en el 2050 el Viejo Continente tendrá 60 millones menos de habitantes. ´Nunca en el pasado, ni siquiera después de las dos guerras mundiales – que dejaron 125 millones de muertos- se ha visto tan comprometida la capacidad de Europa para renovar y sostener su población´ afirma el demógrafo japonés Hideo Ibe. España en el 2050 será el país más viejo del mundo. De no tomarse medidas, en 2050 España tendrá un solo trabajador por cada jubilado..

Informe 2004 ( publicado en la revista EPOCA el 24 de septiembre de 2004)

Los estudios llevados a cabo por la Oficina de Población (Population Reference Bureau) con sede en Washington, hacen añicos las previsiones catastróficas de la superpoblación. El riesgo demográfico no es la explosión demográfica, sino de envejecimiento trepidante.

En 1968 la ONU predijo que los habitantes del mundo serían 7.000 millones. Ahora en el 2004 la ONU reconoce que se equivocó en 1.000 millones.

Los esfuerzos de las grandes potencias por controlar las tasas de natalidad han hecho estragos en la demografía mundial. Cuarenta años después del boom de las teorías demográficas encontramos una población mundial envejecida atrapada por las falaces teorías de Malthus.

Así lo demuestran los estudios de la Oficina de Población (Population Reference Bureau), organismo no oficial con sede en Washington, y de Eurostat, la agencia estadística de la UE. Los análisis indican que las previsiones son muy inciertas. En 2050, según la oficina de población, el total del mundo será de 9.276 millones, y África será el continente que más haya crecido (hasta 1.941 millones), mientras que Europa tendrá 60 millones menos que ahora. Los países con más riesgo de envejecimiento son las naciones en vías de desarrollo, debido en buena medida, a los programas de control de la población impuesta por Naciones Unidas.

RECTIFICACIÓN DE LAS ESTIMACIONES

Esto supone una notable reducción de las antiguas estimaciones. En 1968, la División de Población de la ONU predijo que los habitantes del mundo serían 7.000 millones en 2000 y al menos 12.000 millones en 2050. Para la primera fecha, la División erró por un exceso de casi 1.000 millones, y para la segunda, ha rebajado el pronóstico hasta 8.900 millones.
Los expertos no previeron las consecuencias del descenso de la tasa de natalidad en los países en desarrollo a partir de los años ochenta. Hoy, la única tasa de fecundidad alta es la africana.

Pero las medias continentales no cuentan la historia completa, como advierte la Oficina de Población, esconden fuertes contrastes dentro de África y, más aún, en Asia, donde se encuentran tasas inferiores a dos y otras superiores a cinco. Bajo la complejidad, destaca que si algo se observa en los países desarrollados es una tendencia a familias más pequeñas y la continua extensión del sida.
Por lo demás, el crecimiento demográfico sigue pautas muy variadas. Así, aunque la fecundidad ha bajado en casi todos los desarrollados, lo ha hecho a ritmos muy distintos según las zonas. Algunos países están al mínimo para el reemplazo de generaciones (2,1 hijos por mujer) como Brasil, Corea del Sur, Tailandia y, sobre todo, China (un quinto de la población mundial), que ha descendido a 1,7 hijos por mujer. En estos países la población tiende a estabilizarse primero y a bajar después. En tal caso, a mediados de siglo tal vez India pase a ser el país más poblado del mundo, con 1.630 millones.

EUROPA, NATALIDAD E INMIGRACIÓN

Por su parte, los datos de Eurostat muestran como Europa creció poco, y casi todo el aumento se debe a la inmigración. En 2003 los 25 de la UE subieron de 454,5 millones de habitantes a 456,4 millones: un 0,41 % más. La UE creció en 2003 mucho menos que EE UU pero más que Japón. El menor dinamismo demográfico de la UE frente a EE UU refuerza la posición norteamericana en la balanza del poder mundial.

TURQUÍA, CASO APARTE

En el caso opuesto está Turquía. Presenta la fecundidad más alta, 2,43 hijos por mujer. Turquía registra también el mayor crecimiento demográfico absoluto. Pero tiene la mayor mortalidad infantil , la menor esperanza de vida para las mujeres (71 años) y la cuarta menor para los hombres (66,4 años).
El peso demográfico, la elevada tasa de natalidad y la inmigración de los países islámicos hacia Occidente puede convertirse en un arma de doble filo ya que puede verse amenazada la cultura occidental. Sirva de ejemplo la fluida inmigración que existe entre países como España, que recibe al año 247.872 inmigrantes marroquíes; Argelia mantiene una estrecha relación con el país galo donde viven más de medio millón de argelinos y casi dos millones de turcos están afincados en Alemania, según el estudio editado por La Caixa, La inmigración musulmana en Europa.

España en el 2050 será el país más viejo del mundo. De no tomarse medidas, en 2050 España tendrá un solo trabajador por cada jubilado..

ESPAÑA SERÁ EL PAIS MÁS VIEJO DEL MUNDO

Informe de la Revista EPOCA 16 DE Julio de 2004

España está perdiendo población como nunca en su historia. En 2050 será el país más viejo del mundo y vendrá menos de 30 millones, lo que implica una catástrofe económica. Esto es fruto de la irresponsable política antinatalista de nuestros gobernantes durante los últimos 30 años.

La natalidad española es la más baja del mundo, aproximadamente la mitad de la tasa de sustitución, es decir, del nivel necesario para mantener inalterable la población de 1,2 hijos por mujer.

¿Consecuencias? La población ha empezado ya a descender, y desde 2015 perderá 300.000 habitantes cada año. En 2050, será el país más viejo del mundo y tendrá menos de 30 millones, una cuarta parte menos que ahora. De no tomarse medidas drásticas, en 2050 España tendrá solo un trabajador por cada jubilado.

La perspectiva es sencillamente ruinosa para nuestra economía. El invierno demográfico al que parece abocada España implica no sólo la inviabilidad de nuestro sistema de la Seguridad Social sino también nuestra muerte económica.
Según datos del Informe sobre la situación social en Europa, los hombres viven ocho años más que en la década de los 60. Pero como no hay repuesto generacional, por- que no nacen niños (el índice de fecundidad en nuestro país es de 1,4 hijos por mujer), la pirámide de la población comenzará a tambalearse por la base.

Todo ello es fruto, entre otros factores, de la irresponsable política antinatalista y antifamilia practicada por los gobernantes españoles durante los últimos treinta años. Cuando han reaccionado preocupándose de la familia, el reloj del envejecimiento había comenzado su marcha atrás.

El de España es un caso paradigmático de una tendencia general. El envejecimiento de Occidente es una realidad y permite augurar una catástrofe natural mucho más escalofriante que la que pintan las superproducciones de Hollywood. Las cifras ponen los pelos de punta:
Para el 2050, se estima que la mitad de la población mundial será mayor de 60 años. En Rusia es, hoy, del 30%; en EEUU, del 12%. los niveles de fertilidad mundiales son hoy la mitad que en 1972. En ningún país industrializado nacen niños suficientes para sosténer su población a la larga o para impedir un rápido envejecimiento de la población. Lo cual no había ocurrido jamás en la Historia.

Occidente no quiere traer hijos al mundo. El fenómeno es inédito y sugiere desencanto, miedo, pesimismo o desesperanza. La crisis de una sociedad tiene que ser muy profunda para que se opte por la esterilidad.
Nos guste o no, la desertización demográfica es ya un hecho. Veamos algunos ejemplos:
Alemania podría perder el equivalente a la actual población de la antigua República Democrática Alemana en los próximos 50 años.

La población en Rusia se está ya reduciendo en tres cuartos de millón al año.
Mientras, se prevé que la población de Japón se reduzca en un tercio, en lo que sería un desastre comparable, como señala el demógrafo Hideo Ibe, al que vivió Europa durante el azote de la Peste Negra.
Por no hablar de la comparación con las dos Guerras Mundiales, las mayores mortandades de la Historia, con una cifra total de 125 millones de fallecidos o desaparecidos. Hideo Ibe: «Nunca en el pasado, ni siquiera después de la peste o la matanza de las dos últimas guerras mundiales se ha visto tan comprometida la capacidad de Europa para renovar y sostener su población». Europa no se enfrenta a la perspectiva de un declive demográfico gradual, sino de una rápida pérdida de población.

Europa parece abocada a la parálisis demográfica, en el 2050 el Viejo Continente tendrá 60 millones menos de habitantes. ´Nunca en el pasado, ni siquiera después de las dos guerras mundiales – que dejaron 125 millones de muertos- se ha visto tan comprometida la capacidad de Europa para renovar y sostener su población´ afirma el demógrafo japonés Hideo Ibe.

Pero esto no ocurre solo en el Viejo, y decadente, Continente. También la joven América, la gran potencia económica y demográfica del planeta, comienza a estar abocada al suicidio demográfico.

En Estados Unidos, el número de niños nacidos por cada mil habitantes alcanzó su cota más baja en 2002, descendiendo un 17 % con respecto a la ya baja cifra de 1990.

La Oficina del Censo revela que, para 2050, uno de cada cinco norteamericanos tendrá 65 años o más. Los viejos serán más numerosos que los niños, superando la población de los mayores de 64 años a la de los menores 15 en más de 13 millones de personas.

Las personas mayores de 65 años suponen ya el 16% de la población total de la Unión Europea y los menores de 15 años el 17%. Para el año 2010 estos porcentajes se habrán tornado al 18% y 16% respectivamente debido a que el aumento de las personas «muy mayores» (de más de 80 años) se incrementará en un 50%.
Como es fácil suponer, las perspectivas económicas ante tal horizonte resultan inquietantes.

Los déficits a largo plazo derivados del envejecimiento quitan el aliento. A finales del pasado año, el Comité de Política Económica de la Unión Europea publicó un alarmante documento sobre el impacto que tendrá el envejecimiento de la población en las finanzas públicas de numerosos estados miembros de la UE en un período que abarca de 2003 a 2050, siendo los países del Sur los más afectados por este fenómeno, según el informe.

En Estados Unidos, la Oficina Presupuestaria del Congreso revela que, hacia 2050, sólo tres partidas, -la seguridad social y los dos sistemas sanitarios públicos-, con-
sumirá una mayor proporción de la renta nacional que todo el sector público actual.

Economistas del Gobierno norteamericano calculan que el Tesoro tendría que reservar 44,2 billones de dólares hoy para cubrir el coste de las pensiones, la asistencia sanitaria pública y otras prestaciones sociales a lo largo de los próximos 75 años, más del cuádruple de la producción total de la economía norteamericana actual.
El problema es que, dadas las actuales tasas de natalidad, habrá menos trabajadores disponibles en el futuro para producir los bienes y servicios consumidos por cada jubilado.
Para resolver este problema, sólo en Estados Unidos, el país debería absorber una media de 10,8 millones de inmigrantes al 73 % de los estadounidenses serían inmigrantes, así como sus descendientes.

SUICIDIO PROPICIADO

Todos estos datos contradicen el malthusianismo, así como el falso mito de la superpoblación, alimentado en los años 70 por sectores económicos interesados -como las industrias de anticoncetivos-.

Pero reflejan una tendencia de fondo. Todo en Occidente (la economía, las relaciones laborales, la vivienda, y hasta la moda) parece diseñado para propiciar o, al menos, favorecer la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población.

Con muy pocas excepciones, toda la estructura social moderna parece diseñada para garantizar este suicidio demográfico.

La plena incorporación de la mujer al mundo del trabajo, pese a todas sus innegables ventajas, disuade de tener hijos. Otro importante desincentivo es el miedo al fracaso matrimonial o al divorcio, así como la creciente inversión que la sociedad espera hagan los padres en la educación de sus hijos.

La economía actual se basa en el conocimiento, con lo que los años destinados a formación se alargan más y más, lo que supone que muchas parejas esperan a tener hijos al final de su periodo reproductivo y sólo pueden permitirse uno o dos y no pocos optan por renunciar enteramente a lo que parece sólo un sacrificio económico y personal.

Si a esto unimos el aborto -que ha acabado con 800.000 personas desde su implantación en España hace 19 años-, y a la extensión de los medios anticonceptivos, es difícil prever un cambio de tendencia. La opción de la inmigración, tampoco es la panacea, aunque han sido las madres inmigrantes las que han logrado elevar en un 0,1% la tasa española de natalidad en el último año. De uno de cada tres nacimientos en hospitales de los grandes capitales son hijos de inmigrantes. De los datos más llamativos es el fuerte crecimiento de España, de 41,5 a 42,2 millones de habitantes. Casi todo el aumento viene de la inmigración. Un incremento similar es el de la fecundidad: de 1,26 a 1,29 hijos por mujer. En 2003, el 12% de los nacidos en España fueron de madre extranjera, aunque su tasa de fecundidad ha disminuido desde 1996. Los nacidos extramatrimoniales de madre española son un 17,9%, los de las mujeres colombianas el 66% y las ecuatorianas, 62%.

El problema es que la crisis demográfica es mundial. La verdadera «bomba de envejecimiento» está en los países en vías de desarrollo. A mediados del siglo, la mitad de la población mundial tendrá más de 60 años
La División de Población de la ONU hace notar que el ritmo de envejecimiento en estos países es más rápido que en el mundo desarrollado, lo que significa que los primeros tienen menos tiempo para adaptarse al problema.
Lo que las Naciones Unidas no dicen es que este rápido envejecimiento en el Tercer Mundo se debe, en parte, a los programas de control de población impuestos por la propia ONU y por los países ricos.

Entre las sociedades árabes, supuestos reductos de familias numerosas, en Túnez y Líbano la fertilidad ya ha caído por debajo del nivel de sustitución, y en la india Nueva Delhi, -cuyas calles atestadas han sido durante décadas el símbolo mismo de la superpoblación,- la natalidad no basta ya para sostener su actual población a largo plazo.
Mientras que casi toda la población de los países desarrollados está incluida en planes de pensiones, la población de los países en vías de desarrollo no tiene esa suerte. En 1995, el 96% de los italianos gozaba de la cobertura de planes de pensiones, en comparación con sólo el 50% de Brasil.