Entrenan 10 horas diarias, duermen bajo el ring, los hay que apenas pesan 30 kilos. Con sólo ocho años, 30.000 niños tailandeses se enrolan en las peleas ilegales. Apenas unos pocos logran huir de la miseria. El resto acaba con lesiones irreversibles. A estos combates acuden turistas occidentales dándoles dinero. Una forma más de esclavitud infantil.
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