Niños migrantes: De Maracay (Venezuela) a Tulcán (Ecuador)

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«Niño déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados.»

El romance de la luna, luna – Federico García Lorca

 

Fuente de la noticia por Fernando Vega

Aurora salió de Maracay en el 2018. Desde entonces vive con su hija de 9 años, Yainni, en Tulcán, Ecuador. Desde que llegó ha trabajado en todo lo que ha podido: vendiendo empanadas, haciendo domicilios, ayudando en un restaurante, limpiando casas, lavando ropa, haciendo pasteles, de todo un poco, para poder salir adelante.

Yainni tiene el pelo largo recogido con dos trenzas grandes, como su madre. Su piel morena. Su mirada fija. Su cara delgada. Lleva puesta una chaqueta negra, pantalón jean y chanclas rosadas. Y juega con una pequeña rosa rosada. Sentada sobre una piedra se queda con la mirada fija en el paisaje, como detenida en su imaginación.

Yainni sufre de epilepsia. Aurora le ha conseguido sus medicamentos trabajando aquí y allá, con mucho esfuerzo. Pero los últimos días han sido muy difíciles para ellas. Han escuchado que mucha gente está viajando a Estados Unidos. Al parecer allí sí se gana bien. Podría comprarle a su hija todo lo que necesita. Pero el viaje no es nada fácil. Viajar desde Venezuela hasta Ecuador fue muy difícil, tuvieron que aguantar hambre y frío. Así que no quiere enfrentarse a eso nuevamente y menos pasar por la selva.

Cada día que pasa la realidad se hace más difícil. Aurora cuenta con el apoyo de la dueña de la casa en la que vive. Es muy flexible con el arriendo y le colabora con lo que puede. Pero Yainni no ha estado muy bien. Necesita conseguirle los medicamentos y por más que intenta no logra conseguirlos. Aurora tiene dos hijas en Cúcuta. Una de ellas, Génesis, le promete que le comprará los medicamentos para Yainni.

Miles de niños venezolanos tienen que enfrentarse constantemente a la migración; no solo a tener que viajar en condiciones deplorables, a exponerse a una tractomula o a caminar bajo el sol, el agua, el frío. También a la dificultad para acceder a la educación o a la salud. Incluso, hay niños en riesgo de apatridia. Hay niñas de 13 años embarazadas y sin el apoyo del padre de sus bebés ni de ningún familiar. Muchos niños pidiendo limosna en la calle o trabajando por una miseria para ayudar a sus familias.

Niños desaparecidos en las fronteras[1]. Niños cometiendo delitos. Niños bajo custodia del ICBF[2]. Y niños abortados…

El domingo en la tarde, Aurora recibe una llamada de su hija Génesis, ella le dice que ya consiguieron los medicamentos y le pide que viaje hasta Cúcuta para recogerlos. Aurora no lo piensa dos veces. Prepara la maleta y parte hasta Ipiales. Con el poco dinero que tenía compró los pasajes de Ipiales a Cali y de Cali a Cúcuta. Cuando iba en Pasto recibió una llamada.

Su hija que se había quedado en Tulcán se enfrentaba a la luna. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. La dueña de la casa le avisó a Aurora que a su hija la tenían en el hospital. Había convulsionado. Estaba grave. Tenía que devolverse. Ese día, lunes en la tarde, se regresó rápidamente para ayudar a su hija. Por el cielo va la luna con el niño de la mano.

[1] Los niños desaparecidos en la frontera entre Colombia y Venezuela

[2] Video: Alcaldía de Bogotá y Policía rescataron a 20 menores que eran explotados laboralmente