No a los muros levantados por el nacionalismo. Si a la solidaridad.

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(Ante la declaración de independencia en el Parlamento Catalán del pasado 27 de Octubre de 2017)

Hoy en Cataluña se ha cometido un grave atentado contra la solidaridad y la convivencia, contra las regiones y habitantes de España, un golpe de estado contra la democracia.  

 

La insolidaridad, personificada en el nacionalismo excluyente, ha tomado cuerpo con los hechos acaecidos durante el día de hoy en el Parlamento de Cataluña.  Todo esto forma parte de un proyecto autoritario que lleva activo desde hace muchos años , limitando los derechos de parte de la población en Cataluña. El nacionalismo ha creado un relato que presenta a los que no defendemos su propuestas, como autoritarios y antidemocráticos, herederos del franquismo, hablando incluso del «Régimen del 78». La falacia a golpe de eslogan se quiere convertir en verdad.

Ha pesado en este proceso, la cultura del relativismo, así como la filosofía del “derecho a decidir”, que están contra el Bien Común, al favorecer los intereses de los más fuertes sobre los más débiles.

Cataluña que ha sido construida, como el resto de las regiones más ricas de España, con el trabajo de miles de inmigrantes españoles e inmigrantes empobrecidos de fuera de nuestro país

Solo el trabajo crea riqueza. Cataluña que ha sido construida, como el resto de las regiones más ricas de España, con el trabajo de miles de inmigrantes españoles e inmigrantes empobrecidos de fuera de nuestro país; no puede dar la espalda a la historia y a un mundo que ha de globalizar la justicia y la solidaridad.

Cuando la política y las leyes, deben de impulsar el derribo de fronteras que dividen y matan, y que oprimen mediante el robo a los más pobres; no es de recibo y es abiertamente inmoral, fomentar la división en una sociedad y en un pueblo, que tanta historia y solidaridad han compartido.

El movimiento obrero, forjado por militantes empobrecidos que pagaban con su vida y con su hambre, ha sido históricamente internacionalista

El movimiento obrero, forjado por militantes empobrecidos que pagaban con su vida y con su hambre, ha sido históricamente internacionalista. Por eso hemos de rechazar el nacionalismo que provocó tantas guerras en Europa, favoreciendo siempre a los poderosos.

Por nuestra parte, seguiremos trabajando para que las ideologías insolidarias, que oprimen a los pobres, a los últimos, a los inocentes de la sociedad, sean pasado en la historia de la humanidad.  Hacemos una llamada a la paz y a la serenidad, sin dejar de defender las convicciones más profundas que nos hacen ser personas, destinadas a la vida solidaria.

Como parte de la Iglesia que somos, en lo que hayamos dejado de hacer pedimos perdón; y nos avergonzamos de que sectores de la Iglesia catalana hayan colaborado con este proceso contra el Bien Común.

Para finalizar, hacemos nuestras, las palabras de Guillem Rovirosa, militante catalán, cristiano pobre, en proceso de Beatificación: «Ni banderas, ni fronteras»

Movimiento Cultural Cristiano

27/10/2017