No nos duele la conciencia

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La principal noticia con la que abren telediarios, encabezan portadas de prensa y boletines de radio viene siendo Cataluña y la pretensión de independencia de algunos, un tema que le damos tanta importancia por su directa relación con nuestro ser egoísta – nacionalista.

El pasado miércoles 28 de octubre otra noticia no tuvo tanta repercusión: una patera, en la que trataban de llegar a nuestro país sus 54 ocupantes, naufraga en el Mar de Alborán, se rescatan quince personas con vida, de los cuales siete son derivados a centros hospitalarios y los ocho restantes trasladados a dependencias de la Comisaría Provincial de Málaga para iniciar el procedimiento por el que serán devueltos a sus países de origen, otros cuatro son rescatados ya muertos, quedan treinta y cinco desaparecidos, entre ellos dos bebés. Dos días más tarde se da por finalizada la búsqueda de los desaparecidos.

A penas ha tenido repercusión en los medios, no se ha desplazado ningún político o cargo público al lugar, nadie ha convocado una protesta, ningún homenaje a las víctimas. Los atendidos en el hospital serán dados de alta y, junto con los que encerraron en el calabozo, serán devueltos sin compasión, tratados como delincuentes. Han perdido a sus hijos, a sus amigos, para siempre. Demasiadas vidas perdidas, demasiadas esperanzas ahogadas.
El mar devora a los inocentes con tanta rapidez como esta noticia es superada por otras de más relevancia.

Paradojas de la vida, al día siguiente de la tragedia, Málaga recibía cinco cruceros. Nuestro problema no es que seamos malos. Nuestro problema es que se nos ha dormido la conciencia, no vemos, no oímos sus gritos ni sus llantos.

Valgan estas palabas como recuerdo de algo que nunca debió ocurrir, que nunca más debería repetirse. Que al menos nos duela la conciencia.

Autor: Manuel Navarro