Como no recordar, en esta noche de Reyes, a nuestra querida Gloria Fuertes.
Más de cien años después de su nacimiento en una familia pobre -su madre costurera y sirviente y su padre portero y conserje- en el humilde barrio madrileño de Lavapiés. En una España que poco después fue azotada por la guerra.
La menor de nueve hermanos, seis de ellos mueren prematuramente. Con quince años muere su madre…todas estas experiencias hacen que su vida sea un canto a la vida, a la paz, a la esperanza.
Frente a fronteras, paz universal. Frente a la violencia, nos salvará el amor. En esto insiste Gloria Fuertes. Lo practicó toda su vida. No nos extraña que salgan versos tan bonitos como estos:
“¿Dónde vas con tu amor, Niño del Alba?
Voy a salvar a todos los que no me aman.
¿Dónde vas, carpintero, tan de mañana?
Yo me marcho a la guerra para pararla.”
Gloria Fuertes, manifiesta en toda su obra, una fe profundísima. Después de tantos años nos sigue emocionando.
Comenzamos con un poema en el que la escritora pide regalos para todos, hasta políticos y millonarios.
CINCO DE ENERO
Dios, manda a tus Reyes Magos
esta noche de enero
a que nos echen tiernos rapapolvos.
Échales un amor a las pobres solteronas,
una ilusión a los aristócratas,
una honradez a los pobres políticos
y quítales el miedo a los millonarios.
-Vamos señor, tú puedes,
porque estás más allá y más acá de tus altares
y más cerca del circo.
EL CAMELLO
(AUTO DE LOS REYES MAGOS)
«Le quiero —repitió el Niño.»
El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a… repostar
más allá del quinto pino…
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».
—¡No llegamos,
no llegamos,
y el Santo Parto ha venido!
(Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.)
El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.
A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.
VILLANCICO «YA ESTÁ EL NIÑO EN SU PORTAL»
Ya está el niño en el portal,
que nació en la portería.
San José tiene taller,
y es la portera María.
Vengan sabios y doctores
a consultarle sus dudas:
el niño sabelotodo
está esperando en la cuna.
Dice que pecado es
hablar mal de los vecinos
y que pecado no es
besarse por los caminos.
«Que se acerquen los pastores
que me divierten un rato;
que se acerquen los humildes,
que se alejen los beatos.
Que venga la Magdalena;
que venga San Agustín,
que esperen los Reyes Magos
que les tengo que escribir»
No cierres los ojos
que te está mirando
un pastor sin madre
que vino descalzo
a ofrecerte un un cuenco
cuenco de sus manos
lleno de azulinas
de las de tus campos.
¡Hijo, no te duermas,
que te están rezando!
En este día, os dejamos, también, un poema de
Rubén Darío:
LOS TRES REYES MAGOS
—Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina estrella!
—Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
—Yo soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.
—Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor, y a su fiesta os convida.
Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la vida.
«Los Tres Reyes Magos» se encuentra dentro de «Cantos de Vida y Esperanza» (1906).