En primer lugar hay algunas consecuencias que no deberíamos sacar de Covid-19
Justificar los totalitarismos
Una de ellas y muy importante es la idea de que los totalitarismos gestionan mejor las crisis.
Sistemas que aportan “orden”, con estupendas élites gestoras, solventarían los problemas mejor que las democracias, incluso que las defectuosas democracias formales.
Un grave error teniendo en cuenta que, de lo sucedido en China, no sabemos quizás ni la cuarta parte de la verdad. A pesar de que ahora el gigante asiático, se puede subir al caballo el ganador, de triunfador y benefactor de la humanidad.
Otro aspecto que hemos de tener en cuenta es la remodelación que nos viene del sistema capitalista. Algunos proponen de forma optimista, que después de esta situación de depresión económica y endeudamiento, vendrá una U invertida, incluso algunos defienden que será una V, crecimiento rápido y exitoso después de la debacle.
Para algunos las crisis son oportunidades (especulando a la baja en la bolsa), generalmente para los que pueden aprovecharlas en este capitalismo de élites al que nos vemos abocados. Queda claro que algunos se pueden ver muy beneficiados, pero tristemente otros muchos, la mayoría, quedarán en las cunetas de la historia esperando una oportunidad que no volverá.
Por otra parte, es cierto (así lo apuntan los expertos) que ahora no hay otra posibilidad para combatir este virus que estar confinados en nuestras casas. Pero también es cierto que el ensayo sociológico y sociopolítico mundial es de primera magnitud.
Ya se han publicado artículos bastante atinados, en los que se apunta que los grandes beneficiados de esta situación son las plataformas tecnológicas qué ofrecen información, qué ofrecen formación, su formación, entretenimiento y por supuesto publicidad … Es esta crisis una gran oportunidad para ellos. Queriendo llegar más allá, quizás se atisba en el horizonte, la oferta de la triada alienante de “ocio, opio y renta básica”. Propuesta para los países enriquecidos, que algunos economistas apuntan.
Ser pesimistas es dimitir ante la vida
Valoremos la respuestas solidarias de los distintos profesionales, de vecinos, de amigos, de parroquias, en muchas ocasiones arriesgando sus vidas…Son respuestas que deben ir más allá de la situación actual. Deben tener proyección institucional en el futuro.
Pero además, toda esta situación no deja de ser una llamada a la formación integral de los pueblos, a la formación política y social que haga frente a los populismos y totalitarismos de este siglo, que usan el puro voluntarismo y sentimentalismo en su beneficio propio.
Mientras tanto los empobrecidos siguen sufriendo las otras 10 plagas de Egipto además de ésta… A nosotros, los que vivimos con suficiencia en Europa, esta plaga nos ha servido para ser conscientes de nuestra debilidad como humanos, como personas y como sociedad. Quizás en este sentido creceremos algo.
Nuestras casas, núcleos de lucha solidaria
Por ahora empecemos por nuestras casas. Hagamos una lectura compartida en la familia, con los amigos por los medios tecnológicos que disponemos. Lectura social, lectura comprometida y compartida.
Ahondemos en las reflexiones que nos hagan crecer personal y comunitariamente. Preparemos nuestro futuro y el de nuestros hijos, haciendo frente a la vida con la esperanza del que lucha.
Seamos solidarios con los abuelos, preparando políticamente otra organización de la sociedad, que responda a la solidaridad intergeneracional, interpelando pasado y futuro… Cultivemos un fortalecimiento de la familia abierta a la humanidad, a los pobres. Pongamos en cuarentena la cerrazón de pensar que nos salvamos solos.
Juan Fernández