NUESTROS HIJOS NO ESTÁN BIEN

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La industria farmacéutica lleva más de una década oliéndose el filón de la infancia, presionando a las autoridades sanitarias para que baje el listón y promocionando las píldoras en la televisión cuando los pequeños aún están despiertos. Sólo así se explica el éxito insospechado de productos como el Prilosec, para combatir la acidez de estómago, consumido a diario por más de 250.000 niños en EEUU. O el Aricept, usado para combatir el Alzheimer y redescubierto para tratar el déficit de atención la hiperactividad donde sigue sin tener rival el Ritalin. La fiebre de este medicamento es tal que muchas escuelas han popularizado la hora R, para que los niños aquejados por la hiperactividad tomen a diario la píldora que les suministra la profesora.

Fuente: Revista Autogestión

La infancia de EEUU a España.

Más de tres millones de niños estadounidenses toman diariamente Retalin, la píldora mágica contra la hiperactividad. Medio millón de menores de ocho años le dan a los antidepresivos como el Prozac, que ahora es legal. También es legal tomar píldoras adelgazantes como el Xenical a los 12 años, por aquello de combatir la obesidad infantil.
Nos llegan datos médicos sobre el estado de salud de nuestros hijos cuya interpretación está mucho más allá de la medicina. O por lo menos de esa medicina que trata los problemas médicos como meros problemas individuales y a los individuos fragmentados en especialidades. Los síntomas están ahí, y a ellos nos atenemos… Más de tres millones de niños estadounidenses toman diariamente Retalin, la píldora mágica contra la hiperactividad. Medio millón de menores de ocho años le dan a los antidepresivos como el Prozac, que ahora es legal. También es legal tomar píldoras adelgazantes como el Xenical a los 12 años, por aquello de combatir la obesidad infantil. Y ahora parece que han descubierto en los críos el síndrome de fatiga crónica, otro mal robado antes de tiempo al mundo de los adultos. Podríamos hablar también de violencia, de cómo se está propagando peligrosamente por las guarderías de EEUU, de cómo 19 colegiales de entre cinco y seis años fueron expulsados en Filadelfia por llevar un arma a clase en el curso pasado, de cómo los profesores han denunciado una explosión de problemas emocionales y de conducta en los pequeños en los últimos cinco años, de cómo en decenas de distritos se están creando correccionales para niños conflictivos a partir de los seis años. Así está el patio.

Los niños españoles:
Se calcula que el estrés afecta a cuatro de cada diez menores en este país. La depresión deja su muesca amarga en el 8% de los más pequeños. El sobrepeso afecta al 26% de la población infantil, el doble que hace 15 años.
Y cuando hablamos de niños también nos referimos a los españoles, que parecen parientes cercanos de los norteamericanos. Se calcula que el estrés afecta a cuatro de cada diez menores en este país. La depresión deja su muesca amarga en el 8% de los más pequeños. El sobrepeso afecta al 26% de la población infantil, el doble que hace 15 años. Aún no tenemos los problemas de la sobremedicación, pero todo parece ser cuestión de tiempo, por que la pastilla siempre será un recurso más rápido para atajar los efectos que entrar de lleno en las causas de los problemas. «Estamos llegando a un abandono fáctico de los niños», afirman ya algunos psicoterapeutas. «Sálvate tú, que es lo que han hecho tus padres». Esa será ahora la consigna. El individualismo salvaje del sálvese quien pueda.

La industria farmacéutica lleva más de una década oliéndose el filón de la infancia, presionando a las autoridades sanitarias para que baje el listón y promocionando las píldoras en la televisión cuando los pequeños aún están despiertos.
La industria farmacéutica lleva más de una década oliéndose el filón de la infancia, presionando a las autoridades sanitarias para que baje el listón y promocionando las píldoras en la televisión cuando los pequeños aún están despiertos. Sólo así se explica el éxito insospechado de productos como el Prilosec, para combatir la acidez de estómago, consumido a diario por más de 250.000 niños en EEUU. O el Aricept, usado para combatir el Alzheimer y redescubierto para tratar el déficit de atención la hiperactividad donde sigue sin tener rival el Ritalin. La fiebre de este medicamento es tal que muchas escuelas han popularizado la hora R, para que los niños aquejados por la hiperactividad tomen a diario la píldora que les suministra la profesora.

El doctor Stephen Borowitz, profesor de Pediatría de la Universidad de Virginia, a propósito de esta tendencia declaraba que «la gente está obsesionada con ponerle etiquetas a sus problemas y encontrar un tratamiento fácil a lo que tienen. Me temo que los niños están adoptando esta misma actitud».

Jose Luis Pedreira, psiquiatra infantil del Hospital Niño Jesús de Madrid lamenta el retraso que hay en España en el terreno del análisis de estos problemas en la infancia. Aquí, afirma, el 15% de los chicos ya sufre trastornos emocionales, y un 30% de los que acuden al pediatra, sufre alteraciones afectivas. Pedreira insiste en la importancia del entorno diario y recuerda que el factor más estresante para un niño puede ser «la falta de referentes en una familia». También apunta al uso abusivo de los medios audivisuales, del que ya llaman «tiempo de pantalla», y que ronda entre las dos y las tres horas diarias (entre las que hay calculados la visualización de 10.000 anuncios al año). Ya hay estudios también de esto en EEUU que revelan que el 43% de los norteamericanos menores de seis años tiene una televisión propia en su cuarto, y que el 37% usa el ordenador a diario. Los medios de comunicación se apuntan como uno de los factores más importantes a la hora de forjar eso que algunos psiquiatras llaman «el niño apresurado». Pero de nuevo hay que poner este factor en relación a la referencia de los padres. Los padres compensan el poco tiempo que le dedican a sus hijos embarcándoles en una maratón de actividades. Los niños de EEUU han dedicado más del 25% de su tiempo extraescolar (descontando el que están dormidos) a estas actividades. Hasta para jugar con los amigos algunos necesitan cita previa. El colegio sigue siendo otro factor estresante para muchos niños cuando siguen reproduciendo el modelo de factoría industrial ya en desuso.

Estamos diciendo que no hay sustitutivos al desgarro que sufre una sociedad salvajemente individualista, que ha hechos añicos a la familia desde su concepción, que se ha cargado la principal y primera escuela de sociabilidad y solidaridad.
Estamos hablando de sociedades con más de 20.000 dólares per cápita. Estamos hablando de las denominadas sociedades del «bienestar». Estamos hablando de esos «modelos» de niños «queridos» y «mimados» que nos proyecta como el no va más el «mundo moderno», de progreso, que nos hace anhelar toda la publicidad comercial y política. Estamos hablando de los niños-capricho de los padres (esos que eufemísticamente llaman «deseados»). Estamos diciendo que no hay sustitutivos al desgarro que sufre una sociedad salvajemente individualista, que ha hechos añicos a la familia desde su concepción, que se ha cargado la principal y primera escuela de sociabilidad y solidaridad.