´MANDAR A LA PORRA.´ Antiguamente, en el ámbito militar, el soldado que ejecutaba el tambor mayor del regimiento llevaba un largo bastón, con el puño de plata y mucha historia detrás, al que se llamaba ´porra´. Por lo general, este bastón era clavado en un lugar alejado del campamento y señalaba el lugar al que debía acudir el soldado que era castigado con arresto: ´Vaya usted a la porra´, le gritaba el oficial y el soldado, efectivamente, se dirigía a ese lugar y permanecía allí durante el tiempo que se mantenía el castigo. Posteriormente, fue cambiada la forma de castigo, pero la expresión mandar a la porra quedó en el uso del lenguaje del pueblo con un matiz netamente despectivo. (BELCA)
Publicado 26/06/2003
A BUENAS HORAS MANGAS VERDES. Se dice de todo lo que llega a destiempo, cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio. Se debe el origen de esta frase a que en tiempo de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los malhechores, los delitos quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme de mangas verdes y coleto. Obedece a la creencia de que los guardadores del orden suelen acudir tarde o a destiempo al lugar donde son necesarios. (JMI)
A ENEMIGO QUE HUYE, PUENTE DE PLATA. Se refiere esta expresión a la conveniencia de, no sólo no poner obstáculos, sino facilitar la marcha del enemigo o persona que nos estorbe, librándonos así de ella, sin esfuerzo ni pérdida de energías. Esta máxima militar, tan repetida, se atribuye a Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado también El Gran Capitán (1453-1515). El autor de esta atribución es el toledano Melchor de Santa Cruz de Dueñas quien, en su libro Floresta española de apotegmas y sentencias (Toledo, 1584), traza un anecdotario del gran caudillo conquistador de Nápoles. La tal Floresta es una de las colecciones más importantes de cuentos y anécdotas del siglo XVI y mezcla frases anecdóticas, sentencias, cuentecillos, chistes, misceláneas y datos biográficos de muchos personajes. Mucho de lo que explica Melchor de Santa Cruz en su libro ha sido repetido infinidad de veces sin explicar su procedencia. En lo que se refiere a esta frase «A enemigo que huye, puente de plata», Melchor de Santa Cruz, en la segunda parte, capítulo III, escribe: «El Gran Capitán decía que los capitanes o soldados cuando no había guerra eran como chimeneas en verano». Más abajo: » … Él mismo decía: al enemigo que huye hacedle la puente de plata». Esta expresión ha sido recogida por muchos autores del Siglo de Oro y luego ha sido usada abundantemente hasta nuestros días. Cervantes, por ejemplo, en la parte II, capítulo LVIII de su Don Quijote, cuando éste es arrollado por el tropel de toros bravos y éstos siguen su camino, exclama, provocándolos: «Deteneos y esperad, canalla malandrina; que un solo caballero os espera, el cual no tiene condición ni es de parecer de los que dicen que al enemigo que huye, hacedle la puente de plata». Igualmente, Lope de Vega en su obra La estrella de Sevilla (acto 1º, escena IV) expresa: «que al enemigo se ha de hacer puente de plata» (MPA).
A LA VEJEZ VIRUELAS. La viruela o viruelas era una enfermedad vírica contagiosa que afectaba principalmente a niños y adolescentes, y que, una vez curada, dejaba cicatrices indelebles. Por tanto, no era una infección propia de personas de avanzada edad. Esta expresión es el título de una comedia de 1817. Se trata de una obra en prosa que narra las visicitudes de dos viejos enamorados. Algunos creen que el dicho surgió a raíz del estreno de la comedia en 1824. La frase alude a quienes se enamoran tardíamente y a quienes realizan aventuras no usuales para su edad, siendo éstas más propias de la juventud. (OmiWeb)
A OJO DE BUEN CUBERO. Esta expresión se emplea normalmente para decir que una cosa está hecha sin medida. Antiguamente, en los diferentes reinos existía una total falta de reglamentación a propósito de los sistemas de medidas. La frase hace referencia a las medidas de capacidad de las cubas destinadas a contener agua, vino u otro líquido. Las cubas eran fabricadas una a una por el cubero, y su capacidad venía determinada por el reino en el que tuviera montado el negocio e incluso por las diferentes normativas de medidas dictadas por los señores feudales. (OmiWeb)
A RÍO REVUELTO, GANANCIA DE PESCADORES. Es proverbio que alude a los que medran aprovechando las revueltas y trastornos. la experiencia demuestra que los pescadores cogen mucho más pescado en el agua turbia que en la clara, tal vez porque cuando el agua está turbia los peces no ven los peligros que corren y caen más fácilmente en ellos. De aquí nació el otro modismo: «Pescar en agua turbia», como sinónimo de hacer su negocio y aprovecharse de un desorden que tal vez se ha promovido con dicho fin. Los griegos decían en el mismo sentido: «Enturbiar el agua del lado para pescar anguilas», modismo que Aristófanes aplica al mal ciudadano que provoca desórdenes a fin de enriquecerse a expensas del público. (JMI)
ARMARSE LA MARIMORENA. Describe una gran algarabía, o, mucho alboroto, con disputas, reyertas, voces y golpes. Es común explicar esta expresión de acuerdo con la pretendida historia de una mesonera llamada María, o María Morena. Tabernera de fuerte carácter, regañona y amiga de pendencias. Esta historia sugiere que a mediados del siglo XVI había una taberna en Madrid regentada por esta mujer y su esposo, un tal Alonso de Zayas. Estos mesoneros guardaban el mejor vino para sus clientes distinguidos y ofrecían el de menos calidad al vulgo. En cierta ocasión parece que los clientes se enfadaron y quisieron probar el vino bueno, a lo que la fornida mesonera se negó en redondo. La disputa fue tan fenomenal que no quedó mesa sana ni silla en que sentarse, y los golpes y las puñadas se repartieron con tanto ímpetu que sólo la llegada de los alguaciles pudo disolver la cuestión. La fama de aquella trifulca prosperó y por esta razón se habla hoy de esta mesonera. Ahora bien, a la mayoría de las taberneras y venteras de aquella época se las llamaba María, (como Maritornes) y es el nombre tópico de las mozas de las posadas, también. Acostumbradas al trasiego de huéspedes y viajeros, estas mozas (asturianas, muchas veces) solían envolverse en disputas y querellas con los hombres cargados de vino y con pocos escrúpulos. La expresión, por tanto, bien puede hacer referencia a la esposa de Alonso de Zayas, o a cualquier otra, dado que Marías eran todas o casi todas las taberneras, y «morena» es la forma típica de llamar a una moza española.
ARMARSE UN TIBERIO. Se refiere a formarse gran alboroto y desorden. Generalmente va acompañado de pendencias, reyertas y destrozos, pero puede dar a entender sólo mucho ajetreo, por diversión o fiesta. También se utiliza para designar asuntos embrollados o de difícil solución. Para algunos, la palabra «tiberi» tiene relación con el catalán y significa una gran comida. Incluso hay zonas de Cataluña donde se utiliza para indicar conjunto de ruidos y gritos, sean de alegría o de disputa. Sin embargo, la mayoría de los eruditos opinan, con J.M. Sbarbi, que la expresión hace referencia a Tiberio Claudio Nerón (42 a. C. – 37), quien por los avatares familiares era a la vez hijastro y yerno del emperador Augusto. Desde luego, Tiberio no era el favorito de Augusto para sucederle, pero dado que el. resto de los pretendientes murieron prematuramente, no hubo más remedio que dar la corona a este Tiberio, que subió al trono imperial con el nombre de Tiberio Julio César y que embadurnó los asuntos romanos durante casi veinticinco años. La personalidad de Tiberio sufrió grandes variaciones: poco a poco fue desentendiéndose de los asuntos públicos (sólo construyó un templo y un teatro) y todas sus energías se centraron en sobrevivir en una corte plagada de asesinos y conspiradores. Él mismo lo era, y no dudó en procesar y ajusticiar a sus amigos, parientes, y a todo aquel cuya muerte le podía reportar beneficios económicos. El final de su vida se vio envuelto en los terrores de la superstición y de los remordimientos. También se vio envuelto en ropa, porque fue ahogado con ropajes por sus propios secuaces, que ya anhelaban su muerte. De Tiberio se recuerdan sus monumentales matanzas, de ahí la expresión española. Cornelio Tácito (c. 55 – c. 115) refiere en sus Anales la tiranía de este terrible emperador. Dice el historiador acerca de aquellos días: «Podía verse por todos los lugares una carnicería inmensa: personas de ambos sexos, de toda edad, ilustres y desconocidos, dispersos o amontonados. No se permitió a los parientes o amigos acercarse a llorarlos, ni siquiera a mirarlos durante mucho tiempo, por el contrario, se dispuso una guardia que seguía los cuerpos putrefactos mientras se llevaban al Tíber; y si flotaban o a la orilla, nadie podía tocarlos o quemarlos». A Tiberio le sucedió otro individuo no menos famoso por sus desmanes: Calígula. Pero ésa es ya otra historia…
ARRIMAR EL ASCUA A SU SARDINA. Aprovecharse de circunstancias favorables o hacer un uso egoísta de determinada situación. Según José Maria Sbarbi, denota la inclinación que todos tenemos a defender lo que nos pertenece o nos acomoda, que no es la misma cosa. Francisco Rodríguez Marín explica a su manera el origen del dicho: Dicen algunos que antaño solían dar sardinas a los trabajadores de los cortijos, que ellos asaban en la candela, en la lumbre, de los caseríos. Pero cuando cada uno cogía ascuas para arrimarlas a su sardina la candela se apagaba, con lo cual tuvieron que prohibir el uso de ese pescado y evitar altercados entre los trabajadores… No obstante, el refrán es muy corriente y no precisamente andaluz. Así pues, en el libro de José Gella e Iturriaga, el Refranero del Mar, vienen dos variantes: «Cada uno lleva la brasa a su Sardina» y «Cada uno, huelga llevar a la brasa a su sardina puesta a asar», refrán que realmente es difícil incluso de pronunciar. (MPA)
ASÍ SE LAS PONÍAN A FERNANDO VII. Se utiliza cuando alguien, por el trabajo de otros, encuentra muchas facilidades en la ejecución de un proyecto, y, en general, se dice en los casos en los que no hay ninguna dificultad para solventar un problema. Habitualmente, se explica esta expresión recurriendo a la anécdota del rey Borbón y del juego del billar. Se dice que Fernando VII (1784-1833, rey desde 1808) era gran aficionado al billar y que solía enfrascarse en largas partidas cuando no se ocupaba en perseguir a los liberales, en conspirar o en cometer alguna de las muchas fechorías que jalonaron su reinado. En estas partidas, los cortesanos simulaban fallar los golpes, pero aprovechaban para colocar las bolas de modo que al rey le fuera muy sencillo conseguir una carambola. Como la torpeza del rey era mucha, ni siquiera en posiciones muy sencillas era capaz de acertar. De ahí la expresión española, en la que irónicamente y con sorna se alude a la dificultad que encuentra uno para dar con la solución de un problema fácil. También se dice ASÍ SE LAS PONÍAN A FELIPE II, pero los estudiosos no han averiguado qué demonios le ponían a Felipe II, aunque es de temerse lo peor. (MPA)
ATAR LOS PERROS CON LONGANIZA. Este dicho nos remonta a los principios del siglo XIX, más precisamente al pueblo salmantino de Candelario, cercano a la ciudad de Béjar, famoso por la calidad de sus embutidos, en el que vivía un afamado elaborador de chorizos llamado Constantino Rico, alias el choricero, cuya figura sería inmortalizada por el artista Bayeu en un famoso tapiz que hoy se exhibe en el Palacio El Pardo. Este buen hombre tenía instalada la factoría en la que trabajaban varias obreras en los bajos de su propia casa y en una oportunidad, una de éstas, apremiada por las circunstancias, tuvo la peregrina idea de atar a un perrito faldero a la pata de un banco, usando a manera de soga, una ristra de longanizas. Al poco tiempo, entró un muchacho -hijo de otra operaria- a dar un recado a su madre y presenció con estupor la escena e inmediatamente se encargó de divulgar la noticia de que en casa del tío Rico se atan los perros con longaniza. La expresión, no hace falta decirlo, tuvo inmediata aceptación en el pueblo y desde entonces, se hizo sinónimo de exageración en la demostración de la opulencia y el derroche. (BELCA)
A TONTAS Y A LOCAS. Según el Diccionario de la Real Academia Española, significa «hacer una cosa con desbaratamiento, sin orden ni concierto» Es frase muy antigua, que se encuentra ya en Don Quijote en los versos truncos, de cabo roto, que dirige Urganda la Desconocida, en la parte poética preliminar de la novela. Por cierto que entonces Cervantes, jugando con el vocablo, emplea esta segunda imagen no sólo como expresión adverbial sino en su simple sentido, llamando tontas y locas a las doncellas que se entretenían en vanas locuras. Algo parecido pasa con la historieta atribuida al dramaturgo contemporáneo Jacinto Benavente, a quien, habiéndole propuesto unas damas que pronunciara una conferencia en un club femenino, allá por los años veinte de nuestro siglo, contestó que no le gustaba improvisar, hablar «a tontas y a locas», jugando con el sentido literal y el sentido adverbial del vocablo. Sin embargo, hemos de añadir que esta anécdota, como tantas otras, ha sido atribuida a Jacinto Benavente un tanto a la ligera. Aunque es posible que se expresara tan sarcásticamente, es seguro que la frase no era suya. Efectivamente, el licenciado Juan de Robles en su primera parte de El culto sevillano, obra del siglo XVII, escribe, refiriéndose al fraile agustino fray Juan Farfán: «Convidáronle ciertas monjas para predicarles un sermón grave, dándole poco lugar de estudiar. Subióse al púlpito y escusóse de ello y remató la escusa diciendo: «Pero al fin, hoy predicaremos a tontas y a locas, como pudiéramos»». Éste debió de ser un chascarrillo bastante vulgar en los postreros años del siglo XVI puesto que se registraba también en los Diálogos de apacible entretenimiento de Gaspar Lucas Hidalgo (Barcelona, 1605). Y asimismo en Luis Quiñones de Benavente, en el siglo XVII, pues el personaje Cosme dice en su Entremés del soldado: De aquestas palabras pocas no os agraviéis, damas, no; que ya se sabe que yo lo digo a tontas y a locas. (MPA)
EL CANTO DEL CISNE. Se refiere a la última obra o actuación de una persona? A pesar de que el cisne no canta nunca -lo más emite un ronquido sordo- existe una leyenda antigua que afirma que emite el canto más melodioso como premonición a su propia muerte, según relata Marcial y el poeta Virgilio. (1de3)
COMER DE GORRA, SER UN GORRÓN. Significa que se obtiene un beneficio gratis y a costa de otro. Los estudiantes vestían capa y gorra y eran dueños de un apetito voraz. Como carecían de recursos y sus familias vivían lejos de su lugar de estudio, debían ingeniárselas para no tener hambre. Uno de sus trucos era colarse en fiestas y banquetes saludando con la gorra a todo el mundo. (1de3)
COMO PEDRO POR SU CASA. Dícese de la persona que se mueve con desenvoltura en un lugar que no le es propio. En ocasiones tiene un significado peyorativo, porque se trata de un intruso cuya actitud es impertinente, arrogante o excesiva. Un antiguo refrán decía: «Algo va de Pedro a Pedro», y significaba que existen diferencias incluso entre los que parecen iguales. Y otros, también olvidados: «Viejo es Pedro para cabrero», «Bien se está Pedro en Roma, aunque no coma». Todos estos refranes, y otros muchos, indican que Pedro es el nombre que se le da a cualquier individuo, para personalizar las frases hechas, los dichos o los refranes. Con especialidad, Pedro parece representar al dueño o al amo de una casa, como si se tratase de una antiquísima relación de las palabras cristianas según las cuales San Pedro era la piedra angular o primera piedra de la Casa de Dios. Algunos autores, sin embargo, han tratado de identificar a este Pedro con Pedro I de Aragón (siglos XI y XII) aludiendo a un antiguo dicho: «Entrarse como Pedro por Huesca», aludiendo a la poca resistencia que tuvo este rey en la torna de dicha ciudad. (MPA)
DAR GATO POR LIEBRE. Si hay algo que ha mantenido la tradición con el paso de los siglos, es, sin duda, la mala fama de las posadas, hosterías y fondas, respecto de la calidad de sus comidas. La literatura universal está llena de alusiones, muchas de ellas irónicas, acerca del valor de los alimentos ofrecidos en ellas. Y era tanto el descrédito de estos lugares, que llegó a hacerse usual entre los comensales la práctica de un conjuro, previo a la degustación, en el que aquellos, parados frente a la carne recién asada, recitaban: «Si eres cabrito, manténte frito; si eres gato, salta al plato». Por supuesto, este «exorcismo» nunca sirvió para demostrar la veracidad de la fama de la posada, pero dio origen a la expresión dar gato por liebre, que con el tiempo se incorporó al lenguaje popular como equivalente de engaño malicioso por el que se da alguna cosa de inferior calidad, bajo la apariencia de legitimidad. (BELCA)
DAR LA LATA. Son muchas las versiones que circulan respecto de la procedencia del dicho, aunque todo induce a creer que proviene -por imitación- de los antiguos dichos dar la tabarra o dar la murga, con los que se daba a entender el fastidio ocasionado por alguien que golpea instrumentos de percusión tales como zambombas, palos y cencerros, para festejar las segundas nupcias de una viuda o de un viudo. Posiblemente, al aparecer en el mercado la hoja de lata (luego, hojalata) como producto de uso común, los recipientes vacíos de ese material fueron incorporados al equipo sonoro de las «cencerradas». De manera que la expresión «dar la lata», o sea, percutir sobre ella, no hizo más que extender el concepto tradicional de «dar la murga». También se ha documentado que la frase podría provenir de la ciudad de Málaga, en cuya cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con sobras de vino, licores y aguardientes que al ser bebidos, provocaban en los detenidos una intensa borrachera y, como consecuencia, un deseo incontenible de hablar. El uso popular, sin embargo, le ha adjudicado al dicho el significado de fastidio causado por cualquier inoportuna insistencia, aunque entre nosotros se lo aplica lisa y llanamente a quien posee la característica de hablar por demás. (BELCA)
DAR UN CUARTO AL PREGONERO. La figura del pregonero o portavoz ambulante de noticias existe desde hace mucho tiempo, incluso se lo registra en la época de los romanos. En España, se sabe que existían pregoneros por lo menos desde el siglo XV y además tenían la particularidad de estar divididos en tres clases: los oficiales, que estaban al servicio de la Administración; los heraldos, que marchaban delante de los nobles anunciando el paso de estos, y los voceadores mercantiles que, por encargo de cualquier vendedor, pregonaban los artículos y servicios más diversos. La tarifa usual de estos últimos era un cuarto, moneda de cobre que equivalía a cuatro maravedíes, es decir, alrededor de tres céntimas de peseta, de manera que dar un cuarto al pregonero significaba pagar los servicios de ese oficial público para que difundiese, en voz alta, cualquier tipo de noticia. Con el correr del tiempo, la frase adquiriría en España (ya que en el Río de la Plata y el resto de América del Sur es poco usual) un sentido totalmente opuesto, cual es el de reprobar la divulgación de algo que, por su particular naturaleza, debiera callarse. (BELCA)
DEJARLE EN LA ESTACADA. La «estacada» era el campo de batalla contruido con estacas donde se celebraban los desfiles solemnes, los torneos y demás competiciones entre caballeros. De ahí se llamó figuradamente «quedarse en la estacada» a ser vencido en una disputa o perder en una determinada empresa; y «dejar a alquien en la estacada» a abandonarle en un momento delicado o peligroso. (OmiWeb)
DE PASCUAS A RAMOS. Cuando un suceso ocurre muy de vez en cuando, decimos que pasa «de Pascuas a Ramos». El dicho alude a la festividad de la Pascua de Resurrección, que tiene lugar una semana después del Domingo de Ramos. Por lo tanto, entre ambas festividades, existe un lapso de tiempo de un año menos una semana. (OmiWeb)
DESPEDIRSE A LA FRANCESA. Durante el siglo XVIII había entre las personas de la alta sociedad francesa una moda que consistía en retirarse de un lugar en el que se estaba realizando una reunión o velada, sin despedirse, sin siquiera saludar a los anfitriones. Llegó a tal punto este hábito, que era considerado un rasgo de mala educación saludar en el momento de la partida. No se objetaba, por ejemplo, que la persona mirase el reloj para dar a entender las circunstancias por las que ella debía retirarse, pero de ninguna manera se veía con buenos ojos que el asistente saludase antes de ausentarse. Esta costumbre, en Francia dio origen al dicho sans adieu (sin adiós), que el lenguaje coloquial español acuñó en la forma «despedirse a la francesa», pero en este caso como equivalente de reprobación del comportamiento de alguien que, sin despedida ni saludo alguno, se retira de una reunión. (BELCA)
DORMIRSE EN LOS LAURELES. Antiguamente, a los poetas, emperadores y generales victoriosos, se les coronaba con guirnaldas confeccionadas con hojas de laurel. Pero si después de haber conseguido el triunfo y el reconocimiento general con la corona de laurel, la persona dejaba de trabajar y esforzarse se decía que se «dormia en los laureles». (OmiWeb)
ECHAR CON CAJAS DESTEMPLADAS. Se refiere a cuando se despide a alguien con malos modos. Las «cajas» aludidas son las de los tambores. Era al son de los tambores destemplados que el reo avanzaba hacia el patíbulo y que el soldado era expulsado con deshonor. (1de3)
EL AÑO DE LA POLKA. La Polka es una danza de origen polaco, que se puso de moda en los salones europeos y fiestas de sociedad durante el primer tercio del siglo pasado. Por ello, al decir que algo es «del año de la Polka», queremos indicar que una cosa es vieja o está pasada de moda. (OmiWeb)
ES LA CARABA. Se usa para para dar a entender que algo o alguien es muy divertido, bromista, jolgorioso… El origen de esta frase está en una anécdota sucedida durante el transcurso de una feria. En una de las casetas se anunciaba algo extraordinario «La Caraba». El que siempre estaba dispuesto a asombrarse, lógicamente entraba y cuál no sería su sorpresa cuando el «fenómeno» que encontraba era una burra muy vieja y flaca. El dueño de la caseta decía que no existía ningún engaño ya que la burra era «La Caraba», es decir «la que araba y ya no ara». (BC)
ESTAR A DOS VELAS. Se usa para referirse a carecer de dinero y de recursos en general. Son muchas las explicaciones que se le dan a esta frase. Se oye decir que es un símil marinero que como «A todo trapo» o «A palo seco» ha calado en el lenguaje, significando en este caso que la embarcación navega tan solo con dos velas y no utiliza la totalidad de sus recursos. Pero no parece convincente. También se dice que procede del gesto que se hace para demostrar que no se tiene dinero y que consiste en meter las manos en los bolsillos y estirar de los forros hacia afuera volviéndolos del revés. Por la forma triangular que presentan y por el color blanco se les compararía con las velas de una embarcación. José María Iribarren, en «El porqué de los dichos», afirma que es muy posible que aluda al juego y al hecho de que antiguamente en las timbas de naipes, el que hacía de banca tenía una vela a cada lado para poder contar el dinero. En tal caso «dejarle a dos velas» significaría dejarle sin dinero, en bancarrota. Gregorio Doval, en su «Del hecho al dicho», que relaciona las velas con los mocos de los niños. De los niños muy mocosos se dice que «están con las velas colgando» -quizás por su color cerúleo, quizás por que los mueve el viento-, niños solos o abandonados que por no tener, no tienen ni quien les limpie los mocos. A este claro ejemplo de pobreza y desamparo habría que añadir el hecho de que la frase «estar a dos velas» suele ir acompañada del gesto de pasar los dedos índice y corazón de arriba a abajo, uno por cada lado de la nariz.
ESTO ES JAUJA. Se dice para resumir la sensación de sacar provecho o satisfacción sin fin de una situación. Jauja es una ciudad peruana cuya fama se debe a sus excelentes minas que en época de los conquistadores proporcionó a éstos una vida ociosa y regalada. (1de3)
HAY GATO ENCERRADO. Se dice cuando queremos afirmar que hay una causa o razón oculta. Era habitual durante el Siglo de Oro español la utilización de bolsas para guardar el dinero hechas con piel de gato y se les llegó a llamar popularmente con tal nombre. Siendo «gatos» que encerraban riquezas desconocidas. (1de3)
LA OCASIÓN LA PINTAN CALVA. Los romanos personificaban a la diosa Ocasión como una mujer hermosa y con alas, como símbolo de la fugacidad con que pasan ante el hombre las buenas ocasiones u oportunidades. Parada en puntas de pie sobre una rueda y con un cuchillo en la mano, la diosa Ocasión tenía una cabeza adornada por delante con abundante cabellera, mientras que por detrás, era totalmente calva. De manera que, al decir «tomar la ocasión por los pelos», se entendía que debía esperársela de frente, cuando ella venía hacia uno, donde se tendría la oportunidad de tomarla, ya que una vez que había pasado -y al no tener pelos por detrás- sería imposible agarrarla. Con el tiempo, la expresión perdió algo de su sentido original y comenzó a ser utilizada para dar a entender que una cosa se logra más por suerte que por capacidad. Respecto de la variante «(a) la ocasión la pintan calva», alude a la posibilidad inminente de alcanzar un logro y que por ninguna causa puede desperdiciarse la oportunidad. (BELCA)
LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO. Cuando desde América, el monje español fray Aguilar envió las primeras muestras de la planta de cacao a sus colegas de congregación al Monasterio de Piedra, para que la dieran a conocer, al principio no gustó, a causa de su sabor amargo, por lo que fue utilizado exclusivamente con fines medicinales. Posteriormente, cuando a unas monjas del convento de Guajaca se les ocurrió agregarle azúcar al preparado de cacao, ese nuevo producto causó furor, primero en España y luego en toda Europa. En esos tiempos, mientras la Iglesia se debatía sobre si esa bebida rompía o no el ayuno pascual, el pueblo discutía acerca de cuál era la mejor forma de tomarlo: espeso o claro. Para algunos, el chocolate se debía beber muy cargado de cacao, por lo que preferían el chocolate espeso, o sea, «a la española»; para otros, el gusto se inclinaba por la forma «a la francesa», esto es, más claro y diluido en leche. Los ganadores, finalmente, fueron los que se inclinaron por el chocolate cargado, por lo que la expresión las cosas claras y chocolate espeso se popularizó en el sentido de llamar a las cosas por su nombre. Entre nosotros, circulaba hace algunos años la variante las «cuentas» claras y el chocolate espeso, usada en relación con las deudas (sobre todo de dinero) que suelen mantener las personas. (BELCA)
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN, Indudablemente, el rey Fernando, el Católico, fue un monarca que, junto con su esposa Isabel, sentó las bases de la grandeza de España. Cuentan los cronistas de la época que, además de sus dotes de político eminente, el rey tenía cierta recelosa inclinación por el control de los gastos. Así, una vez le pidió a don Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán, las cuentas detalladas de los gastos durante las victoriosas campañas de Italia que culminaron con la conquista del reino de Nápoles. Don Gonzalo, dueño de un gran sentido del humor pero al mismo tiempo, molesto por lo que consideraba una mezquindad después de haber conquistado un reino para su soberano, respondió al rey con las famosas «cuentas», exorbitantes e irónicas, que la leyenda se encargó de magnificar, en la que figuraban conceptos tan variados como extraños. De manera que, una vez llegado al país, don Gonzalo se encargó de confeccionar una lista semejante a esta: Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados… por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados… por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados… por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados… y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados… Ciertas o no, estas cuentas del Gran Capitán corrieron de boca en boca y llegaron a nuestros días como expresión irónica de toda justificación de gastos desorbitados, incoherentes y arbitrarios. (BELCA)
MANDAR A LA PORRA. Antiguamente, en el ámbito militar, el soldado que ejecutaba el tambor mayor del regimiento llevaba un largo bastón, con el puño de plata y mucha historia detrás, al que se llamaba «porra». Por lo general, este bastón era clavado en un lugar alejado del campamento y señalaba el lugar al que debía acudir el soldado que era castigado con arresto: «Vaya usted a la porra», le gritaba el oficial y el soldado, efectivamente, se dirigía a ese lugar y permanecía allí durante el tiempo que se mantenía el castigo. Posteriormente, fue cambiada la forma de castigo, pero la expresión mandar a la porra quedó en el uso del lenguaje del pueblo con un matiz netamente despectivo. (BELCA)
METERSE EN CAMISA DE ONCE VARAS. La locución tuvo su origen en el ritual de adopción de un niño, en la Edad Media. El padre adoptante debía meter al niño adoptado dentro de una manga muy holgada de una camisa de gran tamaño tejida al efecto, sacando al pequeño por la cabeza o cuello de la prenda. Una vez recuperado el niño, el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de su paternidad aceptada. La vara (835,9 mm) era una barra de madera o metal que servía para medir cualquier cosa y la alusión a las once varas es para exagerar la dimensión de la camisa que, si bien era grande, no podía medir tanto como once varas (serían más de nueve metros). La expresión «meterse en camisa de once varas» se aplica para advertir sobre la inconveniencia de complicarse innecesariamente la vida. (BELCA)
NI CHICHA NI LIMONÁ. Equivale a decir no valer para nada. Además, esta expresión se usa en el sentido de no ser una cosa ni la otra. La chicha, según el diccionario, es la voz que, desde antiguo se emplea en el lenguaje infantil para designar la carne comestible. Pero chicha también es una bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada. De éste licor, muy común en los países de centroamérica y sudamérica, nace el dicho «ni chicha ni limoná», es decir, que no hay o no quedan ni bebidas alcohólicas ni refrescantes. (OmiWeb)
NO HAY TU TÍA. Expresión que se emplea para recalcar que algo carece de solución. Tiene su origen en un ungüento medicinal que en épocas pasadas se aplicaba como remedio para todos los males: la «atutía» o «tuthía». Mezcla de óxido de cinc y otras sales metálicas, la autía fue empezada a utilizar por los árabes con fines oftalmológicos. El dicho «no hay tu tía», derivación de «no hay atutía», se empleaba para indicar que una enfermedad no tenía remedio ni aplicando el citado preparado. (OmiWeb)
PAGAR EL PATO. Este modismo fue dicho contra los judíos. En la Biblia Castellana (1569), se explica así su origen: «Como los vocablos Torah y Pacto, usados por los judíos españoles, el primero por la Ley y el segundo por el concierto de Dios, por los cuales los españoles les levantaban (les acusaban a los judíos) que tenían una Torah o becerra pintada en su sinagoga, que adoraban; y del Pacto sacaron por refrán «Aquí pagaréis el pato». En cuanto a la palabra Torah, los cristianos dieron en decir que los judíos adoraban en sus sinagogas a una tora o novilla, y en algunas fiestas populares hacían mofa de ella.» (JMI)
PASAR LA NOCHE EN BLANCO. Cuando una persona es incapaz de conciliar el sueño por algún motivo, se dice que «ha pasado la noche en blanco». Antiguamente, los aspirantes a caballeros, tenían que hacer la velada de las armas que les honrarían como tales, llevando como atuendo una vestimenta blanca que simbolizara la pureza espiritual. El color de las ropas, y lo largo que se hacia la noche de espera, dieron lugar a este dicho. (OmiWeb)
PONER EN TELA DE JUICIO. En el antiguo Derecho Procesal, poner en tela de juicios significaba que un caso estaba pendiente de averiguaciones previas para formar un asunto o resolverlo. En la expresión, la voz latina «tela» que significa empalizada, se usa con el significado de palestra, lugar cerrado para celebrar en él debates o discusiones. Dicho esto, la expresión «poner en tela de juicio», de dice cuando tenemos dudas acerca de la certeza, legalidad o éxito de una cosa. (OmiWeb)
PONER LA MANO EN EL FUEGO. La procedencia de este dicho, que se utiliza para manifestar el respaldo total a alguien o algo, se remonta a la época en la que se practicaba el llamado juicio de Dios. También conocida como Ordalía, ésta era una institución jurídica que dictaminaba, atendiendo a supuestos mandatos divinos, la inocencia o culpabilidad de una persona o una cosa, acusadas de quebrantar las normas establecidad o cometer un pecado. Esta costumbre pagana se ejecutaba de formas muy diversas. No obstante, casi todas consistían en pruebas de fuego (sujetar hierros candentes, introducir las manos en la lumbre); si la persona salía de la prueba con pocas quemaduras, significaba que Dios la consideraba inocente y, por lo tanto, no tenía que recibir ningún castigo. (OmiWeb)
PONER PIES EN POLVOROSA. Utilizada para decir que alguien ha escapado con precipitación. Según algunos, la frase proviene de la nube de polvo que se formaba en los caminos antiguos cuando alguien pasaba por ellos muy rápidamente. Otros, sin embargo, fundan el dicho en el modo de hablar de los gitanos, en cuya jerga la palabra polvorosa significa calle. (OmiWeb)
PONERSE LAS BOTAS. Se dice para manifestar lo excelente de un negocio o una comida. En la antigüedad los pobres iban descalzos o calzados con alpargatas, mientras que los ricos llevaban botas, entre otras razones para montar a caballo. De aquí que el hecho de» ponerse las botas» se relacione con algo bueno y provechoso. (BC)
SER CHIVO EXPIATORIO. Este dicho proviene de una práctica ritual de los antiguos judíos, por la que el Gran Sacerdote, purificado y vestido de blanco para la celebración del Día de la Expiación («purificación de las culpas por medio de un sacrificio») elegía dos machos cabríos, echaba a suerte el sacrificio de uno, en nombre del pueblo de Israel y ponía las manos sobre la cabeza del animal elegido -llamado el Azazel- al que se le imputaban todos los pecados y abominaciones del pueblo israelita. Luego de esta ceremonia, el macho sobreviviente era devuelto al campo por un acólito y abandonado a su suerte, en el valle de Tofet, donde la gente lo perseguía entre gritos, insultos y pedradas. Por extensión, la expresión «ser el chivo expiatorio» adquirió entre nosotros el valor de hacer caer una culpa colectiva sobre alguien en particular, aun cuando no siempre éste haya sido el responsable de tal falta. (BELCA)
SER UN CAFRE. El apelativo cafre se aplica a toda persona o situación que encarna lo puesto a la civilización y la cultura. En realidad, se llaman cafres a los habitantes de Cafrería o País de los Cafres, grupo de pueblos bantúes que habitaban la región oriental de Africa del Sur, en El Cabo Natal. La cafrería es un nombre de origen árabe con el que los geógrafos de los siglos XVII y XVIII denominaban a la parte de Africa situada al sur del Ecuador poblada por infieles, es decir, no musulmanes. (OmiWeb)
TENER MUCHAS ÍNFULAS. En la Antigüedad, se llamaban «ínfulas» a unas tiras o vendas de las que pendían dos cintas llamadas «vittae», una a cada lado de la cabeza. Las «ínfulas» se usaban arrolladas en la cabeza a manera de diadema o corona, y solían lucirlas los príncipes y sacerdotes paganos, como señal distintiva de su dignidad. Con estas «ínfulas» se adornaban también los altares y -en algunas ocasiones- las víctimas que eran llevadas al sacrificio. Pero cuantas más eran las ínfulas y mejor la calidad de su confección, más importante era considerada la persona que las portaba, por lo que, era muy común escuchar hablar de víctima de muchas ínfulas. Con el tiempo, el dicho pasó a designar a todo aquel que actúa con habitual vanidad y orgullo desmedidos y, por lo general, despreciando al prójimo. (BELCA)
TIRAR LA CASA POR LA VENTANA. Se dice cuando una persona comienza a tener grandes gastos, superiores a los que acostumbraba. El origen de esta frase se encuentra en la costumbre que existía en el siglo XIX de tirar, literalmente, por la ventana los enseres de una casa cuando a alguien le tocaba la lotería nacional. (BC)
TOMAR LAS DE VILLADIEGO. Si existe un dicho popular de origen español cuyo origen es controvertido, sin duda es este que nos ocupa ahora. Sobre lo que no se tiene ninguna duda es respecto de su antigüedad, ya que se lo menciona por primera vez en La Celestina, la célebre tragicomedia de Calisto y Melibea escrita en parte por Fernando de Rojas, donde se hace referencia a las «calzas de Villadiego». Pero los estudiosos no se ponen de acuerdo acerca de su procedencia: para algunos, alude a un determinado tipo de calzones -calzas- que se confeccionaban por entonces en el pueblo burgalés de Villadiego; para otros, evoca la figura del aventurero que llevaba ese apellido, quien por alguna razón que se desconoce, se vio obligado a escapar precipitadamente de determinado lugar. Existen otras versiones no menos contradictorias, una de las cuales sostiene que se refiere a las alforjas que se fabricaban en la ciudad de Villadiego, aludiendo a que éstas son lo primero que se toma cuando se huye de un lugar, pero en realidad, se trataría de las calzas, que sí son lo primero que uno toma en su huida. Pero sea como fuere, el significado de la frase tomarse las de Villadiego tiene en todos los casos el mismo sentido: huir, salir en estampida por efecto de una contingencia súbita e imprevista. (BELCA)
TONTO DE CAPIROTE. Frase aplicada a la persona muy necia o incapaz. Según Unamuno, en un artículo publicado en 1923, decía que tonto de capirote «es el que con un capirote o bonete puntiagudo, hace de tonto en las fiestas. Es un tonto de alquiler y casi oficial». (OmiWeb)
VE A HACER PUÑETAS. La usamos cuando queremos despedir a alguien con desconsideración. Las puñetas son las bocamangas (la parte más cercana de la manga) realizadas con bordados y puntillas, que adornaban algunas togas. Estos adornos eran realizados a mano con hilo, formando un tejido calado con flores y figuras. Era una labor muy delicada que implicaba la inversión de mucha paciencia y dinero. (OmiWeb)
VERDADES DE PEROGRULLO. ¿Quién no ha hablado alguna vez de las verdades de Perogrullo? Pero… ¿sabemos realmente quién fue este personaje, si es que alguna vez existió? No puede afirmarse con certeza quién fue Perogrullo. Para algunos, fue un personaje quimérico; para otros, una persona de carne y hueso, asturiano para más datos. Sea como fuere, lo que no puede cuestionarse es el caudal de ingenio y gracejo encerrado en las célebres «verdades» que se atribuyen a este personaje, que a la mano cerrada le llamaba puño. Estas «verdades» formaron parte de coplas, muy cuidadosamente recopiladas y un autor tan afamado como Francisco de Quevedo y Villegas las intercaló en sus prosas. La incorporación en el uso coloquial de la expresión verdades de Perogrullo (en realidad, una deformación del nombre Pedrogrullo) se debe a la necesidad de expresar aquello que por evidente y consabido se hace ocioso anunciar. (BELCA)
(BC): Mario Santana, «BC»
(1de3): Antonio de Haro, «1de3»
(JMI): José María Iribarren, «El porqué de los dichos»
(MPA): Miguel A. Pérez Abad
(BELCA): Profesor Esteban Giménez
(OmiWeb): OmiWeb