Otro barco ha vuelto a naufragar, con 600 emigrantes a bordo, frente a las costas mediterráneas de Egipto, solo 100 supervivientes. El año 2016 puede ser el año más mortífero de la historia del Mediterráneo, según marca la tendencia de las cifras. Pero, ¿estamos los europeos a la altura de las circunstancias?
El pasado miércoles saltó la noticia a los medios. La directora del hospital general de Rashid, en la costa norte mediterránea, Nagla Mohamed Salah, aseguró que los hospitales habían recibido hasta el momento 42 cadáveres tras el hundimiento de la barca, que tuvo lugar en la provincia septentrional de Kafr al Sheij. Al Loz detalló que las víctimas son de origen egipcio, sirio y de varios países africanos. Fue un pesquero el que avisó sobre el naufragio de la embarcación, en la que viajaban unas 600 personas. Según los medios, los guardacostas rescataron solo a un centenar supervivientes.
Hasta julio de 2016, Egipto se convirtió en el segundo país de partida, después de Libia, de los emigrantes que se echan a la mar, según el Organismo Internacional de Migraciones (OIM). En lo que va de año y hasta el 20 de septiembre, 2.766 personas han muerto intentando llegar a Europa a través de la denominada ruta del Mediterráneo central, principalmente desde Libia.
«Pese a que el número de llegadas este año es un 42% inferior que el mismo periodo del año pasado (520.000), el número de personas que han muerto o desaparecido hasta ahora, 3.211, es solo un 15% inferior que el total de víctimas en todo 2015», con 3.771, señaló el portavoz de ACNUR, William Spindler, subrayando que «a este ritmo, 2016 será el año más mortífero hasta la fecha en el Mediterráneo».
Paralelamente a esto la guerra en Siria continúa alimentada por las distintas potencias y grupos armados, con una tregua que ha sido débil y prácticamente inexistente en ciudades como Alepo, sitiada y aplastada. Ni siquiera los convoyes humanitarios pueden pasar… ¿Les queda otra salida a estas personas que salir de su país?
Dos graves problemas acechan a la conciencia y al quehacer de los europeos.
En primer lugar decir que no nos parece inquietar la situación de los inmigrantes empobrecidos. Supone como mucho una noticia en el telediario de las 3 de la tarde, que ocupa 10 segundos a lo sumo, nada más.
La indiferencia y el individualismo se están convirtiendo en piedras angulares de una sociedad materialista que no aprecia la vida humana. La expresión, «¡y de lo mío qué!», muestra bien la opinión de muchos ciudadanos de la UE que creen que se puede separar la situación de los países empobrecidos en guerra o en miseria, de la situación de paro en la misma España, por no hablar del invierno demográfico que viven nuestras sociedades.
En segundo término el avance del populismo insolidario en Europa. Las últimas elecciones de Alemania son significativas (Alternativa para Alemania el partido antiinmigrantes entrando en un parlamento regional), en Austria no han ocupado por «un suspiro» el gobierno nacional, y podríamos nombrar otros países como Finlandia, Hungría…y la campaña del Brexit en el Reino Unido, todo un alarde de lo que es manipular un referéndum.
Cabe preguntarse ante todo esto, ¿Qué responsabilidad tienen los actuales políticos europeos, conservadores, liberales, socialdemócratas, izquierdas de todo color…?
Vayamos pensando, también usando las manos, cómo hacer de las sociedades europeas, algo más que una fortaleza de inmoralidad.
Autor: Luis Antonio Macías