Inicio Blog Página 1064

Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las próximas elecciones generales

Reproducimos íntegramente el último comunicado de la Conferencia Episcopal Española referente a las elecciones del año 2000.

En la presentación del portavoz de la Conferencia episcopal se dijo: Los obispos proclaman que ningún partido merece el voto por no abolir el aborto.´Un católico no puede votar a un partido que propugne la violencia o la muerte´, proclamó el portavoz de la CEE . El portavoz de los obispos, antes de leer a los periodistas la reflexiones electorales de la CEE, hizo público un severo comunicado contra la ´regularización comercial de la píldora abortiva´, acordada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno Popular. Los prelados consideran la actitud del ministerio una ´gravísima transgresión moral´ y afirman que tal ´connivencia de la autoridad con un desorden moral tan grave es legalmente posible porque la actual legislación sobre el aborto lo permite´. ´Denunciamos el hecho de que nuestras autoridades sanitarias abdiquen de su deber de velar por la vida y la salud de todos, permitiendo por este medio la eliminación de vidas humanas inocentes´, advierte la CEE. Asenjo, entonces, apostó ´por el mal menor´. ´Está bien clara nuestra postura. Ningún partido se adecua plenamente a los evangelios. Y en caso de perplejidad, habrá que aplicar un principio moral reflejo´. ´Por el bien posible o por el mal menor´, especificó. De ahí a aconsejar el voto en blanco o el nulo no hubo más paso que el necesario para descartar que se estaba aconsejando la abstención. Asenjo rechazó esa insinuación de un periodista. ´El voto en blanco no es abstención´, dijo.

**********************************************************
Conferencia Episcopal Española

Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las próximas elecciones generales
**********************************************************
El 12 de marzo ( se refiere al año 2000) se celebrarán en España elecciones generales. La periódica llamada a las urnas para que elijamos a nuestros gobernantes en cualquiera de los niveles de la Administración es ya una costumbre firmemente asentada en nuestra sociedad democrática. Es éste uno de los momentos más importantes de participación responsable de los ciudadanos en el gobierno de los pueblos y en la gestión pública. Por lo cual, votar en las elecciones no es sólo un derecho civil y constitucional, sino también una obligación de la que sólo por razones graves puede uno sentirse dispensado.
El voto debe ser decidido con responsabilidad y depositado en libertad. No basta, sin embargo, votar libremente, sino desde la conciencia rectamente formada. Esto nos obliga a los obispos, como pastores de la Iglesia, a cumplir con la misión de iluminar la conciencia moral de los católicos y de quienes quieran escucharnos.
La primera condición para que el voto sea depositado en libertad es la buena información a los ciudadanos. Las campañas descalificadoras e insultantes no ayudan a conocer los programas electorales. Por eso invitamos a los candidatos y a los partidos políticos a que expongan sus propuestas con honradez y de forma positiva. Invitamos también a los medios de comunicación a que informen veraz y objetivamente y a los electores a que se esfuercen en conocer, no sólo el programa electoral, sino también las opciones de fondo de los partidos que reclaman su voto.
A la hora de juzgar los programas, no podemos pretender que resuelvan inmediatamente todos los problemas que la sociedad tiene planteados, pero sí podemos y debemos pedirles que hagan propuestas para avanzar en su resolución y corrijan aquellos que se han resuelto incorrectamente. Somos conscientes de que una misma fe cristiana puede conducir a compromisos políticos diferentes y que, en algunas cuestiones, una propuesta electoral es una opción entre otras igualmente lícitas y legítimas (Carta apostólica Octogesima adveniens, 50). En otras ocasiones, afectan directamente a bienes morales que son irrenunciables. En caso de conflicto, habrá que optar por el bien posible.
Para votar en coherencia con la propia fe, se deberá valorar quién promueve y defiende eficazmente los derechos fundamentales de la persona: el derecho a la vida, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la información veraz y plural, sin olvidar el respeto a las legítimas opiniones y creencias y a los derechos de las minorías étnicas y religiosas.
Ante las próximas elecciones, queremos subrayar algunos asuntos de especial relevancia:

1. Respeto sin fisuras a la vida, desde su inicio a su fin natural. El aborto en cualquiera de sus formas y la eutanasia no pueden ser defendidos en conciencia.
2. Apoyo claro y decidido a la familia fundada en el verdadero matrimonio, monogámico y estable, respondiendo a sus necesidades con servicios que garanticen sus derechos: vivienda digna, reconocimiento del trabajo del ama de casa, ayuda a las madres que trabajan fuera del hogar, beneficios fiscales a las familias numerosas, etc.

3. Apoyo a la calidad de la enseñanza y garantía efectiva del derecho de los padres a escoger el modelo de educación integral que desean para sus hijos, lo cual exige un apoyo equitativo a los centros de iniciativa social y una regulación satisfactoria de la enseñanza religiosa escolar.

4. Promoción de una cultura dignificadora de la persona y respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, base del verdadero progreso.

5. Aplicación de políticas que favorezcan la libre iniciativa social, el trabajo para todos, la justa distribución de las rentas y la moralidad en la vida económica, con una especial atención a los más desfavorecidos de la sociedad: pobres, inmigrantes, ancianos y enfermos que viven solos, etc. En este campo no podemos olvidar las obligaciones de nuestro país con los pueblos subdesarrollados o en vías de desarrollo, pues la solidaridad internacional es una exigencia del orden moral.

6. Búsqueda sincera de la paz y de la reconciliación y condena de la violencia y del terrorismo.

Pedimos al Señor y a su Santísima Madre que nos iluminen a todos para que nuestro voto sea responsable y libre y las elecciones que se anuncian contribuyan a la paz y el bien común de nuestro pueblo.

Madrid, 17 de febrero de 2000

IU de Cantabria contra el voto en blanco

Miente que algo queda. Este es el talente antidemocrático de estos señores.
El candidato de IU a la Presidencia de Cantabria, Norberto García,preocupado por la campaña del voto en blanco en Cantabria, lo definió como inmovilista y pagado por el PP.

Miente que algo queda. Este es el talente antidemocrático de estos señores que tienen como conciencia la urna. Extraña coincidencia que también el alcalde del P.P en Valladolid declare que ante todo no se vote en blanco. Esta claro que a todos les duele. Bien conocen nuestra trayectoria de servicio a la Verdad y a los empobrecidos y que permanentemente hemos denunciado el imperialismo vigente, generador de hambre, paro, esclavitud infatil… con nuestra Campaña ´Por la Justicia Norte -Sur: No matarás´. Les duele que denunciemos la complicidad de los gobiernos y la hipocresia de la izquierda oficial.No han aceptado que recordemos la canallada de utilizar la guerra como arma electoral mientras silencian las demás guerras y en especial la guerra del hambre…

VOTO EN BLANCO, POR SOLIDARIDAD.

Carta que puede enviarse a los medios de comunicación de tu localidad.
Que la conciencia de los partidos políticos es la urna, apenas necesita demostración. La Campaña por la Justicia en las Relaciones Norte Sur que algunos colectivos venimos realizando durante los últimos 20 años en España siempre ha planteado que se utilice este lenguaje de la urna para exigir a los partidos políticos que pongan en el primer lugar de sus prioridades lo que son, a juicio de cada vez más ciudadanos globalizados sin su consentimiento, los principales problemas políticos hoy: el hambre de más del 80% de la humanidad, la explotación laboral (paro, subempleo, precariedad,…y toda la cohorte de miseria moral que representa) y su manifestación más salvaje: el aumento de la esclavitud infantil. Es decir, los problemas de la Justicia, sin la cual nunca será posible hablar sinceramente de Paz. Todos los problemas cercanos de los ciudadanos (vivienda, trabajo, salud, educación,…) son susceptibles de plantearse desde la solidaridad- compartir hasta lo necesario para vivir- internacionalista que exige la Justicia o prescindiendo de ella y presentándola como un apéndice (0,7% para dentro de 10 o 20 años más, cooperación y ONGs y otras voluntariedades, proveedores de «comercio justo» para algunas compras,…) ¿Cómo podemos exigir Justicia, cómo podemos expresar que realmente estos son problemas fundamentales para los ciudadanos que quieren la Paz? Pues, en este momento electoral, hay un lenguaje con el que nos pueden entender: el voto en blanco si los problemas de Justicia no pasan a ser prioritarios. No vale utilizarlos para movilizar a millones de personas y luego pasarlos a las declaraciones de intenciones y a la cola de las prioridades.
Este es el contenido legítimo que muchos ciudadanos estamos dando a este voto. A sabiendas de que otros ciudadanos, legítimamente también, harán otro uso de él. En cualquier caso, esta opción- los partidos lo saben muy bien y por eso es la opción menos y peor explicada- representa:
– Un voto activo. En un país en el que históricamente ha costado tanto tener al menos un sistema democrático formal (que debería ir dando pasos mucho más claros a la auténtica democracia directa), nos parece un dislate la abstención ya que, por muy activa que sea, siempre estará configurada de altas dosis de desentendimiento y despreocupación que no compartimos.
– Un voto consciente. Por que implica el conocimiento y crítica de las opciones electorales partidistas que se presentan. Y porque proclama con toda claridad que no nos sentimos representadas básicamente en ellas. Para nosotros, dejar de lado o en último lugar, los problemas de la Justicia en política no es un mal menor con el que transigir.
Que sea un voto significativo y lleno de contenido solidario depende de nosotros, de ti, de que seamos capaces de explicar de forma muy clara a toda la sociedad, la razón del mismo. Otros tendrán otras razones. Eso mismo significa que estamos frente a un voto consciente. Nosotros venimos ininterrumpidamente dando ésta. Por solidaridad, vota en blanco.

Fdo:
DNI:
Domicilio:
Teléfono:

*************************************

REENVÍA ESTE CORREO A TUS AMIGOS Y CONOCIDOS
*************************************
NUNCA UN SOBRE VACÍO
ESTUVO TAN LLENO DE SOLIDARIDAD…

INMIGRACIÓN, NACIONALISMO y RACISMO. El caso catalán

Si bien es cierto que en todas partes cuecen habas (como se ha demostrado sobradamente en El Ejido), las declaraciones xenófobas y racistas de la primera dama catalana y del anciano ex-President del Parlament de Catalunya han revelado que en parte de la clase política catalana se hallan presentes ideas de esa calaña, cuyo lejano origen rastrea aquí Antonio Santamaría. ¿Quieren aprovechar el fenómeno de la inmigración para echar mano del peor nacionalismo populista y xenófobo?. ¿por qué los líderes de la izquierda catalana se esfuerzan en taparle las vergüenzas a Barrera?. «…aquí, en Cataluña, hay de momento dos comunidades que se observan o se maljuzgan, que se acusan mutuamente o se disculpan, se valoran o se desprecian» (…) Las declaraciones xenófobas de la primera dama catalana, Marta Ferrusola, seguidas por el libro y las manifestaciones racistas del ex-President del Parlament de Catalunya y dirigente histórico de ERC, Heribert Barrera, desataron un vendaval de críticas y abrieron un interesante debate en la sociedad catalana sobre el concepto democrático de ciudadanía y sobre las relaciones entre nacionalismo y racismo. La coincidencia de ello con la aplicación de la contestada reforma de Ley de Extranjería y por la situación creada por el encierro de unos 700 sin papeles en varias iglesias de Barcelona, confiere una mayor relevancia al tema. Las opiniones de Barrera-Ferrusola no son nuevas, ni siquiera originales y se inscriben en estricta continuidad con una tradición de más de un siglo de antigüedad. Una historia poco conocida, que en parte ya está escrita, y que en el futuro nos proporcionará valiosas claves para comprender la evolución de los componentes étnicos del nacionalismo catalán.

I. Crónica de un escándalo

Ferrusola

El martes 20 de febrero de 2001, Ferrusola pronunció una anodina conferencia en un acto organizado por La Caixa de Girona ante un público mayoritariamente femenino, de edad madura y convergente. Según el corresponsal de lujo de El País, Antoni Puigverd, «todo cambió a la primera pregunta del respetable: ¿qué opina de la inmigración?». La primera dama se transfiguró y entonó «un discurso visceral que fluyó entre indignado y contenido, con abundantes exclamaciones (…) No sé si pretendía conquistar al auditorio. Era algo más intimo lo que le impulsaba a hablar hasta convertirse en una inconsciente vecina de Le Pen».(1)

Para la primera dama, Cataluña se enfrenta, a «un alud muy distinto de las emigraciones de 50 años atrás» porque «la inmigración que ahora llega tiene una religión y una cultura distinta y quieren que se respete». Por ejemplo, a los kurdos embarrancados en la costa francesa no basta con acogerles y alimentarles, sino que encima «tiene que ser con su comida». Andando el tiempo, «las iglesias románicas ya no servirán y servirán las mezquitas» y no hará falta esperar mucho: «Ahora mismo esos los tenemos encerrados en las iglesias de Barcelona». La situación es peor que durante la gran emigración de los 60 -al fin y al cabo los andaluces son tan católicos como los catalanes, aunque la expresión cultural de su religiosidad sea distinta- y la lengua se puede aprender. La asimilación lingüística se rebela el factor esencial del proceso de «integración» del inmigrante y de su incorporación a la plena catalanidad. Así, Ferrusola expresó sus temores de que la inmigración actual aprenda únicamente el castellano y se sume a la masa de andaluces y extremeños, a los que dedicó estas palabras, mostrando una parte ínfima del dedo gordo: «ésa gente saben hablar el catalán muy bien y no hay que ceder ni así». Una actitud beligerante que ilustró con una anécdota de la infancia de sus hijos, cuando los llevaba al parque: «Hoy no puedo jugar, madre, todos los niños son castellanos».

Un problema cuya raíz se halla en la baja natalidad de los catalanes y agravado porque las insuficientes ayudas van a parar precisamente a los extranjeros que «tienen poca cosa, pero lo único que tienen son hijos (…) Mi marido dice que hay que tener tres hijos, pero (…) las ayudas sólo son para esa gente que no saben lo que es Cataluña. Sólo saben decir: dame de comer». La primera dama alertó sobre el peligro que se cierne contra la esencia del país: «Si los catalanes no nos preocupamos por Cataluña, los otros la destruirán. Todas las baterías apuntan contra Cataluña. Estamos retrocediendo no cinco, sino 19 o 20 años», en manos de una gente que «quieren imponer sus cosas. Ahora bien, nosotros seguiremos con la lengua: que la hablen».

El aluvión de críticas no se hizo esperar; desde la sociedad civil, Cáritas denunció la falsedad de los datos sobre la ayuda a los inmigrantes y SOS Racismo la acusó de caer en la «Xenofobia y en la descalificación genérica de los inmigrantes». Los sindicatos UGT y CCOO calificaron las declaraciones de propias de una persona de «mentalidad intolerante, nacionalcatolicista y excluyente».

Entre los partidos políticos las reacciones fueron diversas. El PP no desaprovechó la ocasión y expresó su preocupación porque en el entorno de Pujol haya «personas que están haciendo un discurso contradictorio y preocupante» en esta delicada materia. Una toma de posición un tanto cínica, pues el 9 de febrero, días antes de las polémicas declaraciones de la Ferrusola, aunque esto no se sabrá hasta un mes más tarde, Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo popular, tramitó una proposión no de ley ante el Parlament de Catalunya para que la Generalitat promueva la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas y vele «para que la enseñanza de las religiones, la demanda de las cuales no llega al 0,5%, no desplace la enseñanza católica». Una propuesta que va en el mismo sentido que las polémicas declaraciones de Ferrusola. (2)

Desde la izquierda, el PSC no quiso cargar las tintas y pasó de puntillas sobre el tema, aunque se mostró preocupado por «el modelo de catalanismo que continúa necesitando enemigos exteriores en lugar de apostar por la convivencia» y ERC advirtió sobre la «alarma social» que generaban estas manifestaciones. IC-V fue la formación más coherente al exigir a Pujol que se posicionase claramente y se desmarcase de las opiniones de su esposa.

Para comprender la situación hemos de tener en cuenta una norma no escrita de los códigos de conducta del nacionalismo catalán: existen cosas que se piensan o se comentan en el círculo más íntimo, pero que jamás se dicen en público, pues si se dicen estalla el escándalo. Una doble moral «farisaica», por utilizar la expresión de Oriol Malló y Alfons Martí, que resulta una peculiar adaptación nacional-catalana de la doble moral victoriana de las burguesías conservadoras. (3)

En este sentido, desde distintos sectores se aplaudió «farisaicamente» la actitud valiente de la primera dama, que rompiendo los tabúes y moldes, se atreve a decir lo que piensa, sin pelos en la lengua. Ferrusola, por su parte, ante la presión mediática y política, da marcha atrás y matiza sus primeras declaraciones diciendo que «no pretendían herir ningún tipo de sensibilidad» y asegura que siempre ha defendido una sociedad «acogedora y que diese un trato justo a la inmigración».

Mas, Pujol

El escándalo experimentó una súbita e inesperada subida de nivel cuando los máximos responsables de la Generalitat justificaron las declaraciones de Ferrusola. Primero, Artur Mas, sucesor oficial de Pujol y flamante conseller en cap, que dicen las malas lenguas contó con el apoyo incondicional de la primera dama en toda la operación, disculpó a su mentora el miércoles con el argumento de que sus ideas «son compartidas por miles de personas».

Dos días después, el President Pujol no puede sustraerse a la presión y, en declaraciones a la emisora Ona Catalana (23/2/01), defiende el derecho a opinar de su consorte, con idéntico argumetno que su delfín, «lo que piensa Marta Ferrusola es lo que piensan la mayoría de ciudadanos» y alabó su valentía, pues «no se puede dejar de lado la opinión pública» y saber tener en cuenta sus reacciones a veces negativas respecto a la inmigración. En este sentido, justificó el apoyo de CiU a la Ley de Extranjería y se mostró sensible a los temores de un sector de la población que quieren «mantener la identidad» del país amenazada ante la oleada inmigratoria.

La gravedad que supone que los máximos responsables políticos del país le hagan un guiño tan descarado al racismo y la xenofobia hace sonar las alarmas. Así, Josep Ramoneda, un agudo observador de la política catalana, formula estas inquietantes preguntas: «Todos sabemos que CiU vive una crisis de fin de etapa (…) ¿En el vértigo de la pérdida del poder estará la clave de su empeño en dar naturalidad a las declaraciones de Ferrusola? ¿Quieren aprovechar el fenómeno de la inmigración para echar mano del peor nacionalismo populista y xenófobo? Puede que esta estrategia les diera votos, pero sería una grave irresponsabilidad que marcaría para siempre al que se va y al que llega» y finaliza el artículo con una vibrante apelación político-moral al President: «Dudo que sean mayoría los que piensan como Ferrusola. Tengo mejor opinión de mis conciudadanos. Pero si fuera así, la opinión de la mayoría no justifica nada cuando es xenófoba y, por tanto, antidemocrática, y la obligación de un político democrático es luchar contra la xenofobia -aunque pueda costarle votos-, explicar su sinsentido y desarrollar políticas que refuercen la cohesión social. Pujol, a quien le gusta tanto la pedagogía política, tenía una buena oportunidad de practicarla explicando por qué su mujer está profundamente equivocada». (4)

Heribert con Barrera

No se habían apagado los ecos del affaire Ferrusola, cuando el martes 27 de febrero salta a la palestra Heribert Barrera, con motivo de la publicación del libro Qué pensa Heribert Barrera, fruto de una larga entrevista con el periodista Enric Vila y trufado de manifestaciones xenófobas y racistas (5). Una obra que estaba prevista fuera presentada por Jordi Pujol en persona, el jueves 1 de marzo en el Ateneo Barcelonés, una entidad que Barrera había presidido. Todos los grandes diarios catalanes reproducen amplios pasajes del libro y de sus abundantes declaraciones a los medios de comunicación:

«Si continúan las corrientes migratorias actuales Cataluña desaparecerá (…) Eso claro está si la entendemos como una nación, con su lengua, su cultura y su historia y no como un simple territorio (…) ¿Hasta qué punto el asimilacionismo español triunfará por cuestión de número? No lo sé. Tengo la esperanza de que quizá podamos aguantar , que podremos ir integrando a la población de origen español y la llegada de los de fuera de España. Ahora bien, no lo veo seguro». Pero resulta «evidente que cualquiera que quiera españolizar Cataluña tiene interés en que la inmigración venga hacia aquí. Es una fórmula muy eficaz».

El discurso de Barrera guarda numerosos puntos de contaco con el llamado etnodiferencionalismo de Alain de Benoist y la Nouvelle Droite francesa de los 70: «Para mí el significado antiguo del racismo es el que vale. Es decir, racista es aquel que cree que hay razas superiores a otras o acepta discriminaciones en función de la raza. Pero cuando el señor Haider dice que en Austria hay demasiados extranjeros no está haciendo ninguna proclama racista. Quiere decir que quiere preservar la sociedad austríaca tal como a él le gusta, tradicional, lo que resulta imposible desde el momento en que se incorpora un número considerable de extranjeros». Barrera, que cree que existe una base genética que determina las características de las razas humanas , como la inteligencia, rechaza el multiculturalismo y el mestizaje: «A mi que me digan qué ganamos nosotros porque ahora se bailen tantas sevillanas. No ganamos absolutamente nada. Ni con tener tantas mezquitas y con que haya un porcentaje más alto de musulmanes». Cataluña no ganó nada con la emigración española de los 60: «Aquí vivieron un poco mejor, trabajaron, se les pagó y no creo que nosotros les debamos nada a ellos ni ellos deben agradecernos nada a nosotros (…) El país en conjunto creo que salió perdiendo. Encontraría muchos argumentos. Ahora mismo tenemos escasez de agua. Si en vez de ser seis millones fuéramos tres, no tendríamos este problema». Para Barrera, preservar la diversidad cultural consiste en mantener la existencia separada de las etnias en sus respectivos nichos identitarios, sin mezclas, ni impurezas.

Ante la magnitud de la tragedia, el líder de IC-V, Joan Saura, exige a Pujol que no asista a la presentación del libro, una petición a la que después se suman el PP y el resto de partidos. Sin embargo, el President se mantiene en sus trece y el mismo jueves declara a una emisora que acudirá al acto «porque puede presentarse un libro desde la discrepancia».

Inesperadamente, los mismos inmigrantes objeto de tan duras descalificaciones se convierten en sujeto activo y toman el protagonismo concentrándose ante el Ateneo Barcelonés horas antes de la presentación. Ante el temor de incidentes, la Editorial Proa comunica la suspensión del acto y se producen duros duelos verbales entre partidarios de Barrera e inmigrantes. La cosa no acaba aquí, otro grupo de sin papeles les espera frente a la céntrica emisora de la cadena SER, y le increpan con gritos de «racista y fascista». En la entrevista, emitida para toda España, Barrera, que se negó a hablar en castellano, se presentó como una «víctima» de los medios y calificó la situación «propia de república bananera» que «grupos de inmigrantes sin papeles» presionasen con éxito hasta conseguir la suspensión de un acto al que iba a asistir el President de la Generalitat. Su actitud provocadora a la salida de la radio propició que los incidentes continuaran en las Ramblas.

ERC, cuyo congreso estaba a punto de celebrarse (17 y 18 de marzo), se encontró ante una situación delicada, tanto por la relevancia iconográfica de Barrera como símbolo histórico del partido, como sobre la posición de esta formación respecto a la Ley de Extranjería, que Barrera considera demasiado blanda. De hecho PSC, IC-V y ERC se han unido para presentar recurso de inconstitucionalidad contra la citada ley, que fue rechazado por un voto de diferencia del bloque PP-CiU. En un primer momento, su portavoz parlamentario, Josep Huguet, se desmarcó del apoyo a Haider y aseguró que las ideas de su ex-presidente sobre los peligros de la inmigración para la identidad catalana eran «opiniones personales» que «no se corresponden con las posiciones del partido». No obstante, reinvindicó la figura histórica de Barrera, al que la senilidad había trastornado, y pidió «que no se criminalice la opinión de la gente que tiene miedos». En el desarrollo del escándalo, las juventudes y otros sectores del partido piden la expulsión o la apertura de un expediente disciplinario contra su ex presidente; una iniciativa que la dirección, en vísperas del congreso, desestima. El líder de la formación, Josep-Lluís Carod-Rovira, que tiene que comparecer a diario ante los medios para contrarrestar la orgía de declaraciones de don Heribert, prefiere no plantear el fondo de la cuestión y desviar la atención con el socorrido recurso de atribuir el escándalo a una operación del españolismo más rancio que se aprovechaba de la chochez de Barrera para destruir el nacionalismo catalán igualado a raismo. El catalanismo siempre ha sido democrático, integrador y progresista; por el contrario, el españolismo siempre ha sido imperialista, racista y excluyente, como demuestra la actuación del alcalde de El Ejido. «¿Qué se puede esperar de un pueblo que eligió el Día de la Raza como fiesta nacional?» -preguntó ante las cámaras de TV3 en el programa Ágora.

Una trinchera defensivo cuyos ejes ideológicos fueron expuestos con gran claridad y precisión por uno de los ideólogos y publicistas más reputados del nacionalismo catalán, el historiador Joan B. Culla i Clará.(6) ERC acabará planteando, en un patético esfuerzo por conciliar los extremos, una polémica propuesta para seleccionar a los contingentes de inmigrantes en los países de origen a los que se aleccionaría sobre la realidad nacional del país de acogida.

La actitud del PSC, Pasqual Maragall, fue de una gran suavidad, siempre comprensivo e ingenuamente «sorprendido» de que Barrera, un político al que tanto aprecia, pueda defender estas tesis. En un extraño ejercicio de funambulismo lamentó que el acto se hubiera suspendido. «No es una buena noticia que no hable, la mala noticia es que piense lo que piensa». Una tibieza que le costó las críticas de intelectuales como Francesc de Carreras ante «el ruidoso silencio de Maragall que ha desaprovechado otra ocasión para hacer pedagogía democrática» o, en el mismo sentido, de Ramoneda y la requisitoria del líder de IC, Joan Saura, «se han hechado en falta voces que condenaran más claramente» la deriva xenófoba de algunos sectores del nacionalismo.

Aquí, tanto Maragall como Carod- Rovira no pueden alegar ignorancia, pues este discurso integrista era de sobras conocido, al menos desde hace más de 20 años. Por ejemplo, en 1980, en otro libro Barrera utilizaba casi exactamente las mismas palabras que ahora:

«Hemos de eliminar todos los complejos de culpabilidad, todas las relaciones de subordinación, todos los intentos de paternalismo. Tiene que quedar claro que en la situación actual hay dos comunidades, las dos comunidades no tienen nada que agradecerse. La inmigración no ha significado para Cataluña ningún beneficio a fin de cuentas (…) Para Cataluña habría sido preferible otro tipo de desarrollo que no requiriese esta inmigración masiva (…) Tendríamos menos problemas respecto al paro, la estructura de las empresas, la concentración en el área metropolitana de Barcelona, menos problemas respecto de algunos productos naturales como el agua, menos problemas de destrucción del medio ambiente» (7).

La cuestión a dilucidar es doble: ¿por qué los líderes de la izquierda catalana se esfuerzan en taparle las vergüenzas a Barrera?, ¿por qué hace veinte años las mismas manifestaciones no provocaban ningún escándalo y no impidieron que Heribert Barrera fuese el primer presidente del Parlament de Catalunya y socio político de Pujol de 1980 a 1987 y ahora sí?

Para más inri sale a la luz un oscuro episodio de la juventud del veterano político; según diversas fuentes, Barrera, Alexandre Cirici-Pellicer y un sector de jóvenes nacionalistas exiliados en la zona de Vichy impulsaron la toma de contactos con los nazis para explorar la posibilidad de crear un estado catalán en el marco del Nuevo Orden que, al parecer, Josep Tarradellas cortó en seco. (8)

Epílogo

Jordi Pujol, consumado maestro de ceremonias de la política catalana, quiso cerrar la crisis y deshacer la ambigüedad y el peligroso coqueteo con la xenofobia que duraba ya diez días. Una hora después de la anulada presentación, convoca una rueda de prensa para dar lectura a una declaración oficial donde, aunque alabó la trayectoria política de Barrera como demócrata y antifranquista, mostró «su desacuerdo profundo» con sus tesis y sin citarlas, se desmarcó de las de su esposa. Pujol señaló que los objetivos de la política sobre la inmigración deben ser «la integración de las personas, la cohesión social y la convivencia ciudadana». Los inmigrantes deben conocer y exigir que se respeten sus derechos, pero también deben cumplir con sus deberes, que son los mismos que los del resto de los ciudadanos. Además, han de aceptar que el país receptor posee una identidad propia que los recién llegados deben respetar». Éstos, a su vez, tienen el derecho de «reclamar que su estilo de vida no sea alterado sustancialmente y que no sea amenazada su identidad como colectividad». Para subrayar sus distancias Barrera y Ferrusola, quiso dar una imagen optimista de Cataluña que ha superado pruebas muy difíciles para construir «una sociedad de convivencia y progreso individual y colectivo». El President de la Generalitat concluyó que el país no podía perder, este «tesoro» cívico que habían levantado todos, «los seis millones de catalanes», que invita a mirar con confianza y «autoestima» el futuro.

II. Teoría de la raza humana.

Los orígenes del pensamiento racial catalán arrancan de la década de 1880, en plena Renaixença, con la aparición de los primeros estudios etnográficos y raciológicos de Sampere i Miquel, J. M. Batista i Roca y especialmente Pompeu Gener. Para el historiador, Joan- Lluís Marfany, uno de los mejores conocedores de este periodo, el catalanismo no se aparta de la pauta marcada por el resto de nacionalismo de finales del XIX, «el racismo los impregna a todos, como impregna toda la cultura de la época». (9)

Ya en la obra de Valentí Almirall Lo catalanisme (1886) se elabora una distinción de las diferencias entre el «carácter» castellano y catalán que se aproxima mucho a la «teoría racial de la nación catalana» que Pompeu Gener sería el primero en enunciar en su influyente libro Herejías (1887). Existe una raza catalana, de origen ario-gótico, superior al resto de pueblos peninsulares, de raíces semíticas. Mientras los catalanes reconquistaron pronto sus territorios y entraron bajo la benéfica influencia aria de los francos, Castilla pasó largos siglos dominada por los semitas «árabes y bereberes» lo que explica la radical diferencia y la incompatibilidad de ambos pueblos. Joaquim Casas-Carbó en 1891 en sus Estudis d´etnografia catalana utilizará argumentos filológicos para demostrar el irrefutable origen ario de los catalanes. (10)

Unas ideas que pasan a formar parte del corpus doctrinal del naciente catalanismo. En marzo de 1899 se produce un gran escándalo que recuerda vivamente al que un siglo después ha protagonizado Barrera; además, ambos se suceden en el mismo escenario del Ateneo Barcelonés. El doctor en medicina Bartomeu Robert, recientemente nombrado alcalde de Barcelona por designación real, a instancias del político catalanista Durán i Bas y del primer ministro conservador Francisco Silvela, pronunció el día 13 en la citada institución la primera de una serie de conferencias tituladas La rassa catalana. En una sala abarrotada, el doctor Robert disertó sobre la heterogeneidad racial de la Península motivada por las invasiones germánicas y semitas. Utilizando los métodos de la frenología sobre las medidas del cráneo tan de moda en la época, distinguió tres áreas raciales: braquicéfalos de cabeza redonda de las regiones del Atlántico, dolicocéfalos o cráneo alargado de las regiones mediterráneas y mesicéfalos, mezcla de ambos en la España central. Se desencadenó una fuerte polémica en la prensa madrileña y catalana sobre el tema, que los medios catalanistas atribuyeron a una interpretación maliciosa del discurso del doctor Robert, cuyas palabras no habían querido ofender, ni mucho menos enfrentar, a Castilla y Cataluña por la cuestión del cráneo. Una polémica, además, decían que atizada interesadamente por la oligarquía centralista y corrupta de Madrid para desacreditar el catalanismo. Finalmente, la segunda conferencia del médico-político, aunque estaba anunciada en los diarios, fue suspendida. (11)

Lo cierto es que en las publicaciones nacionalistas de la época como Tralla, Cut-cut, La Esquella de la Torratxa, La Nació Catalana… abundan artículos y cartas titulados «Moros mal qu´els pesi», «Sí, hi ha rasses», «Contra´ls els semites» o firmados «Un que li repugnen els castellans»; la lista es inacabable. Los castellanos son calificados de «bereberes de la Península», cuyo temperamente muestra su «afinidad con todos los pueblos semitas», y que resulta incompatible con las características «europeas» de la raza catalana, una dominación que estrangula las posibilidades de desarrollo económico de la patria. Otro prócter del catalanismo, Joan Bardina, dedicó una larga serie de conferencias divulgativas sobre el tema donde se va conformando la imagen de una España «africana» agrícola, burocrática y semita, frente a una Cataluña «europea», industrial y aria; para Domingo Martí i Juliá resulta una cuestión «de higiene social» impedir la entrada de «elementos personales, intelectuales, morales y políticos degenerados y producto de razas inferiores y además decadentes».

Marfany cree que la principal función del racismo catalanista, como en todos, es denunciar la presencia de miembros de otra «raza», causante de todos los males de la sociedad. El catalanismo «se inventa un problema castellano y divulga la teoría de una inmigración castellana» que viene a Cataluña para vivir a expensas de una riqueza que no han contribuido a crear y, lo que es más grave, a causar unos problemas sociales que de otro modo no existirían. Sobre este humus ideológico, Enric Prat de la Riba, el arquitecto del catalanismo político, reformulará estas ideas, puliendo sus aristas más biológicas y racistas; así, los catalanes no son una «raça antropológica», sino una «raça histórica». Las naciones son distintas porque la raza, pero sobre todo la historia, las han hecho diferentes. La «castellanización» de Cataluña sólo es «una costra sobrepuesta, una costra que se cuartea y salta, dejando salir intacta, inmaculada, la piedra indestructible de la raza».

En el análisis de Marfany, la categoría tierra es la que da sentido a todo, «un auténtico fundamento sólido e inmutable» y donde nacen o van a parar «todas las teorizaciones de la nación catalana (…) Es la tierra, en definitiva, la que hace la nación». Bonaventura Riera en 1899 desarrollará este tema en el artículo L´anima del catalanisme. La tierra es como una esponja que recoge las razas, asimila a los hombres y les informa de una misma fisonomía, una tierra que hace hablar a los hombres la misma lengua y tener las mismas costumbres. Así, siguiendo esta lógica, «si fuera posible hoy exterminar a todos los catalanes poblar nuestra tierra de gente de otros países, dentro de un plazo más o menos remoto volvería a existir el pueblo catalán» tal y como lo conocemos ahora».(12)

Demografía e inmigración

Paralelamente, a finales del XIX, una serie de tratadistas y médicos de orientación higienista y natalista, católicos y antimaltusianos como Escudé Bartolí, García Faria, Joan Viura, Josep Blanc, A. Planelles… alertan sobre los peligros del descenso de la natalidad y fecundidad catalana. Según Josep Termes estos tratadistas consideran la baja natalidad un síntoma de decadencia moral y la inmigración como algo inevitable, pero sin «connotaciones étnicas y lingüísticas». La obra de P. Nubiola (1906) marca la transición, un cambio que se verifica con R. Boquet (1916), que defiende «la regeneración de la raza y de la estirpe catalana» y se completa con la obra de otro médico, el doctor E. Puig i Sais, El problema de la natalitat a Catalunya. Un perill gravíssim per a la nostra pátria (1915), que apunta los riesgos de que la inmigración pueda descatalanizar el país y defiende la necesidad de aumentar el número de «catalanes de raza pura» (13).

La oleada inmigratoria de los años 20 y 30 procedente de Murcia y Almería suscitó un intenso debate político, social y sindical. Un tema recurrente en los diarios de sesiones del Ayuntamiento de Barcelona, en el Parlament de Catalunya, en la prensa y en todo tipo de publicaciones y que, generalmente, plantean un diagnóstico negativo sobre el impacto de la iinmigración sobre la lengua y cultura catalana. Un ejemplo extremo de ello es el radical Daniel Cardona; en el artículo La ocupació castellana concibe la inmigración como arma de una guerra contra Cataluña y por ello cada patriota debía llevar «una browning en cada bolsillo para hacer respetar nuestro derecho y nuestra dignidad de catalanes ofendidos por una sumisión vergonzosa». (14)

Otra muestra notable de este clima es el manifiesto Per la preservació de la raça catalana (1934) firmado por prohombres del catalanismo como Alcobé, Batista i Roca, Pompeu Fabra, Jaume Pi i Sunyer, Nubiola, Puig i Sais o Vandellós, entre otros y que alerta de los peligros de la inmigración, cuyas graves consecuencias «nos pueden hacer pensar en la transformación o retroceso de la capacidad genética». Una inmigración incontrolable, y como no se puede impedir «la mezcla de razas» -en el sentido político de la palabra-, se propone sentar las bases de una política catalana de población a través de la Societat Catalunya d´Eugénica que estudie las características de la «mezcla» y los mecanismos de «defensa de la nostra raça».(15)

En la obra de Pere Mártir Rosell i Vilar se hallan las posiciones más racistas y xenófobas. Veterinario de profesión , director de los Servicios de Ganadería de la Mancomunitat y posteriormente diputado al Parlament como representante del ala radical de ERC, publicó en 1917 el folleto Diferéncies entre catalans i castellans. Les mentalitats específiques donde se deduce de las grandes diferencias entre ambos pueblos que la mezcla conduce a la degeneración biológica. La exposición sistemática de su pensamiento se halla en su obre cumbre, Raça (1930); la raza constituye la única fuente de cultura y debe mantenerse pura evitando el mestizaje que propicia la inmigración. Rosell i Vilar intenta construir una teoría política del hecho nacional catalán donde la raza es el factor fundamental de cohesión colectiva y donde cualquier alteración racial constituye un peligro, y acaba exponiendo su plan de mejora de la raza catalana, como subrayan Malló y Martí, tomado directamente de sus experiencias sobre la mejora genética del ganado.

El economista Josep Antonio Vandellós i Solá es el autor más destacado del nacionalismo catalán sobre la inmigración. Primero en su serie de artículos en La Publicitat entre 1927 y 1933 y después en sus libros Catalunya, poble decadent y La inmigració a Catalunya, ambos de 1935, realiza una interpretación global e ideológicamente sesgada de los dos grandes hechos fundamentales de la demografía catalana: la baja natalidad y la fuerte corriente migratoria procedente del resto de España. Las estadísticas muestran que si siguen estas tendencias se llegará a la esterilización de la «raza» catalana. Ciertamente, la inmigración es imprescindible para el desarrollo industrial; sin embargo, a nivel cultural y racial ésta amenaza con diluir el patrimonio espiritual de Catalunya. Vandellós distingue entre la población de Valencia, Baleares y Aragón, fácil de asimilar por sus afinidades culturales y lingüísticas de la procedente de Murcia y Andalucía, que suponen un peligro de «descatalanización de la patria». Ante esta situación, el autor plantea una propuesta que recuerda vivamente a la que ahora ha formulado ERC: el gobierno autónomo, que lamentablemente no tiene competencias en el tema, debe seleccionar y regular los contingentes de mano de obra inmigrada.

Tampoco la izquierda catalana de estos años se libra del discurso xenófobo y racista. Antoni Rovira i Virgili, considerado uno de los pioneros del catalanismo de izquirerdas, en sus artículos en La Publicitat de los años 20 y 30 y en su libro La nacionalització de Catalunya (1914) plantea que la relación entre Cataluña y Castilla (por España) está marcada por «una irreductible oposición espiritual», con dos visiones del mundo antagónicas. La inmigración resulta un factor objetivo de «descatalanización» y propone una decidida política de defensa de la lengua y la asimilación lingüística de los inmigrantes para esquivar este peligro. Otro nacionalista de izquierdas como Aymá i Baudina distingue «entre los obreros auténticos que pasan hambre en silencio» y «los vagos forasteros que hablan siempre en castellano», contra los que propone «vigilancia a la entrada de la ciudad y energía por parte de las autoridades». (16)

Gabriel Alomar, fundador de la Unió Socialista de Catalunya (USC), escribe en 1932, refiriéndose a estos inmigrantes: «Son los que fuerzan una igualdad hacia abajo, los que por falta de necesidades superiores se contentan con cualquier salario y llenan el trágico vacío interior con truculencias negroides. Son la base del lerrouxismo y para la labor paciente y constructora no son útiles». Comunistas heterodoxos como Jordi Arquer o Joaquim Maurín, que fundarán el Bloc Obrer i Camperol (BOC), también alertan sobre los peligros del proletario inmigrante analfabeto poco formado políticamente, proclive al anarquismo y alejado del hecho nacional catalán. Así Arquer escribe en 1932: «Todos esos jabalíes -ninguno catalán- sólo especulan sobre la masa española que vive en Cataluña (…) gentes no educadas políticamente y cargadas de prejuicios sobre la cuestión catalana y que aún no han tenido tiempo de ser asimilados. Pero esas masas no son un peso específico ni es posible con ellas formar una organización sólida». Un punto de vista semejante al de Maurín, en 1928: «El ascenso del anarcosindicalismo a partir de 1917 es debido principalmente a la afluencia de peonaje a Barcelona atraído por la prosperidad industrial. Los fenómenos morbosos que posteriormente se producirán son producto de esta circunstancia. El proletariado catalán, que no tiene nada de anarquista, fue incapaz, ante el alud, de asimilar toda la gran masa. Fue impotente para dominar la invasión. El número se impuso a la calidad (…) No es casualidad que los «ases» del anarquismo en Barcelona, los Pestaña, Buenacasa, Picos, Rico, etc., no sean catalanes» (17).

Son raras las excepciones que escapan a esta profunda corriente. Desde la izquierda, puede rastrearse en la obra de Rafael Campalans, de la USC, que, en 1923, publicó El socialisme i el problema de Catalunya, un alegato a favor de la integración cultural de la inmigración. La nación catalana es «el grupo de hombres que viven en Cataluña y tienen una voluntad colectiva de convivencia y progreso, vengan de las tierras que vengan (…) a los que son hijos de Cataluña y los que han nacido sometidos aún a la esclavitud del caciquismo». Desde la derecha el canónigo tradicionalista Carles Cardó escribía en 1934: «Destruido el mito de la nacionalidad como un hecho de orden racial fundado en la unidad de la sangre y establecido que la nacionalidad es un fenómeno cultural que puede unir perfectamente individuos de las razas más distintas (…) es preciso reforzar nuestra potencia asimilatoria. Entonces veríamos que no sólo no perderíamos nada, sino al contrario, ganaríamos mucho (…) el cruce de razas y culturas diversas da resultados magníficos» (18).

III. Integración / Asimilación

Con la victoria del franquismo el debate sobre la cuestión de la inmigración queda congelado. Jordi Pujol, que aunque se doctoró en medicina nunca ejercerá la profesión, será uno de los primeros en replantear el tema en sus artículos de 1957 y 1958, recogidos en el libro La inmigració, problema i esperança de Catalunya, editado posteriormente 19. Una cuestión que desarrollan en la década de 1960 autores como Jordi Nadal, J. Maluqueri Sostres o J. A. Badia Margarit y que tendrá una amplia resonancia ciudadana a partir de 1964 con el best-seller de Francisco Candel Els altres catalans (20).

Sería excesivamente prolijo detallar la evolución del desarrollo de este debate interminable que continúa hasta nuestros días. Aquí, sólo apuntaremos los ejes de la redefinición ideológica del nuevo discurso nacionalista y que tiene su precedente histórico en ciertos pasajes de Rovira i Virgili o Campalans. La pertenencia a la patria deja de ser una cuestión biológica, de raza, de emanación directa de la tierra, sino un fenómeno cultural, histórico, antropológico. Además el término raza ha quedado contaminado semánticamente después de los horrores del nazismo y del proceso de (des)colonización. En este contexto, el concepto de etnia tomado de la antropología vendrá a sustituir a la desprestigiada noción de raza. Como escribe Marc Aureli Vila en 1965, «los catalanes no somos una raza sino una etnia» y como es la «regla general» entre todas «las nacionalidades europeas se singulariza por su lengua (…) Basar la nacionalidad en la sangre de los que la integran es simplemente absurdo» (21).

Pujol, en la obra citada, que no utiliza el término de etnia, sino el más clásico de poble, nació, seguido del adjetivo catalá/ catalana, distingue entre el «tradicional concepto de asimilación» -estático y negativo- que define como «la aceptación total, sin aportación propia y sin protagonismo por parte de los inmigrantes, de la cultura y la forma de vida de la sociedad que los recibe», del nuevo concepto de «integración» -dinámico y positivo- que «tiene un sentido total. Integración, por tanto, social, política y humana, no sólo cultural o lingüística (…) que no quiere decir aceptación del marco social de la sociedad receptora. Puede justamente querer decir rechazo, combate por el cambio social». Retomando el discurso de Vicens Vives, que concibe Cataluña como tierra de paso y crisol de mestizaje donde se han fundido los pueblos, Pujol predica la existencia de un «núcleo integrador esencial» que entronca la categoría mágica de tierra de la tradición del catalismo. El enorme movimiento migratorio, «excesivo» y descontrolado, producido por «la presión del subdesarrollo español», cambiará sin duda «mentalmente» y en las costumbres, y quizá lingüísticamente -al menos de momento- la fisonomía del país; esto no supone ninguna contradicción con el «proceso dialéctico que ha de ser la integración» pues «el hecho permanente, el esencial núcleo integrador, es el catalán. Vienen -y han venido- migraciones de occitanos, aragoneses, murcianos, andaluces, castellanos… de peones, de funcionarios, incluso de ejército de ocupación, pero el hecho permanente -evolutivo y abierto a la innovación, pero permanente-, el hecho permanente, la roca firme es siempre el catalán. Si un día no fuese así, los hombres que habitasen este rincón de la península, fuera cual fuese su origen, dejarían de ser un pueblo, dejarían de tener un pueblo» (p. 36).

En esta clave se explican las contradicciones de su discurso, como se hace evidente en su doble respuesta a la pregunta ¿qué es ser catalán? Mientras, por un lado, «catalán es todo hombre que vive y trabaja en Cataluña (p. 42), por otro, «Ahora bien, la lengua es un factor decisivo de la integración de los emigrantes en Cataluña. Es el más definitivo. Un hombre que habla catalán y habla catalán a sus hijos, es un catalán de pura cepa» (p.83).

Según Pujol, «todos los hombres tenemos un derecho inalienable, un derecho al que no podemos renunciar: formar parte de un pueblo capaz de darnos una coherencia espiritual y mental». Castilla no ha estado a la altura de su misión asimiladora: «Estuvo muy cerca. Fue a finales del siglo XVIII. Cataluña lo aceptaba. Los espíritus, la situación política, cultural y mental, todo lo favorecía. Pero a Castilla le faltó impulso. Porque, así como para destruir hay suficiente con ser más fuerte que el otro, (…) en cambio, para asimilar bien es preciso ser superior al otro. Y Cataluña era superior a Castilla en cuanto a impulso vital y energía interior; era superior en casi todo lo que no fuera poder político. Castilla no pudo aprovechar su oportunidad. Hoy la situación es otra. Castilla continúa siendo incapaz de asimilar a Cataluña, pero tiene fuerza suficiente para intentar destruirla, que es lo que está haciendo». La prueba eficiente de ello se halla en: «Andalucía es un país víctima de una asimilación destructora. Quien más lo sufre es el hombre andaluz, que es una prueba viviente de cómo los hombres necesitan un pueblo seguro de sí mismo, un pueblo sólido y bien definido en sus valores fundamentales: el hombre andaluz no es un hecho coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido» (pp. 66-65)

La solución pasa por integrar a ese «hombre destruido» en una comunidad nacional-popular abierta, acogedora, que reconstruya su identidad y su humanidad; ayudándole en su difícil tránsito de su vieja condición social de jornalero a la de obrero industrial, y a su nueva condición nacional de catalán y ex-andaluz. Llegados a este punto, Pujol rinde un elogioso tributo político al PSUC que «después de un largo período -y esto también es cierto y se ha de decir- de haber actuado en términos no precisamente pro catalanes, ya hace tiempo que tiene una política catalana de signo netamente positivo y que concretamente en este campo de la inmigración juega la carta de la integración . De integración quizás más política y de inserción social que propiamente, aunque también lingüística o cultural. En cualquier caso, es una aportación muy importante a lo que podríamos llamar reconstruir de la unidad básica de Cataluña. (p.45).

J. Maluquer precisará notablemente esta diferenciación conceptual en torno al par adaptación/asimilación, distinguiendo entre «adaptación», que concibe como el proceso de acomodación de los campesinos analfabetos procedentes de una sociedad atrasada, agrícola y rural, a una sociedad moderna, urbana e industrial, al de «asimilación», que verifica la integración de los inmigrantes en esta sociedad como conjunto nacional-cultural.
La propuesta de catalanismo católico renovado e integrador que representa Pujol y en cierto modo la del PSUC vía Candel, despierta la crítica del sector fundamentalista. Así, el dirigente de la organización clandestina de carácter independentista Front Nacional de Catalunya (FNC), Manuel Cruells, publica en 1965 el libro Els no catalans i nosltres, una respuesta al sentimentalismo de Candel y al nacionalismo light de Pujol: «O Jordi Pujol no se ha expresado bien, o no lo entiendo… Integrar es más que convivir. Convivir supone dos comunidades que buscan una forma de relación, integrar supone que una comunidad se diluye dentro de la otra. ¿Hay voluntad y fuerza de absorción entre los catalanes? ¿Hay voluntad de ser diluidos entre los inmigrantes? Si pedimos la integración es que de momento sólo convivimos o malconvivimos. O sea que, aquí, en Cataluña, hay de momento dos comunidades que se observan o se maljuzgan, que se acusan mutuamente o se disculpan, se valoran o se desprecian» (…) «No se compra ni se vende esto de ser catalán, pero sí que gana. Y no serán catalanes hasta que hablen como nosotros, hasta que no hagan suyas nuestras necesidades… hasta que no se sientan heridos cuando vean despreciadas las cosas de Cataluña (…) Es preciso admitir de grado o por fuerza esta masa excesiva de forasteros. Los tenemos y no lo podemos evitar, tampoco podemos expulsarlos; además, es una mano de obra que necesitamos; por tanto los hemos de digerir, aunque a veces resulten indigestos. Ni tan sólo podemos evitar que crezcan» (22).

La cuestión de la integración de los inmigrantes continuó, desde el punto de vista nacionalista, siendo objeto de gran interés por parte de sociólogos, demógrafos, antropólogos y todo tipo de especialistas de las ciencias sociales. Entre la gran cantidad de documentos destacan los trabajos, en clave integración / asimilación, de Esteve i Fabregat, Strubell, Botey, Solé y Recolons (23).

La crítica marxista del modelo nacionalitario

La posición aparentemente moderada, centrista de Pujol se hará hegemónica en la sociedad catalana y, desde la izquierda, sólo encontrará la crítica de algunos, pocos, intelectuales marxistas.

Por un lado, la publicación en 1967 de la obra de Jordi Solé Turá Catalanisme i revolución burguesa desencadenará una amplia y agria polémica; el autor, desde una perspectiva gramsciana, rechaza los mitos de una nación eterna e inmutable y muestra cómo el catalanismo es un movimiento cuyo origen se explica por «las diferencias estructurales entre Cataluña y el resto de España» y por el fracaso de la burguesía catalana, «incapaz de imponer su orden en toda España, incapaz de llevar a cabo, en una palabra, su revolución burguesa» y esta contradicción es la que explica que «un gran sector de la burguesía catalana se lanzó en manos del catalanismo. En el momento en que se están forjando los mitos de un catalanismo popular y de izquierdas, el sólido trabajo de Solé Turá resulta peligroso, pues pone sobre el tapete la matriz conservadora y reaccionaria del catalanismo y la obvia utilización política por parte de la burguesía de la lengua y la nación 24.

Por otro lado, intelectuales cristiano-marxistas como Juan N. García Nieto y Alfonso Carlos Comín o Antoni Jutglar 25 y Antoni Peréz González realizan una crítica de fondo de los presupuestos ideológicos de la doctrina de la «integración «. Aquí, nos detendremos en el ensayo de Pérez González, Problemática sociológica de la integració dels inmigrants (1968), que constituye una de las más lúcidas y aún insuperadas críticas a los entonces nuevos planteamientos del nacionalismo catalán. La izquierda política -primero el PSUC, después el PSC- harán suyos en distinto grado el «imperativo categórico» de la integración/ asimilación a la tierra, lengua y cultura catalanas propuesta por los intelectuales catalanistas de la década de los 60 y por Pujol 26.

Pérez González expone con gran brillantez sintética los «cinco presupuestos dogmáticos implícitos e indiscutibles que hay que admitir sin juicio crítico y a falta de los cuales todo el edificio integracionista se derrumbaría»:

1. La «bondad intrínseca de la integración», que hace del «no integrado (…) un enfermo inadaptado, como un asocial».

2. La «absoluta plasticidad de lo humano» en manos de una concepción de la cultura que «puede modelar e integrar totalmente a todo hombre (…) se prescinde de que el hombre normal es normativo, es decir, capaz, no solamente de asumir normas sociales, moldes culturales y valores tradicionales, sino también de rechazarlos y, sobre todo, de crear nuevos».

3. La «posibilidad y conveniencia de una integración mística, no crítica, de orden propiamente mágico» que ignora las «mediaciones objetivas (estructuras económico-sociales y socio-culturales), cuando son éstas realmente las que definen el contenido humano de aquella área territorial y las que determinan la forma de inserción real de cada hombre en esta área».

4. La «visceral convicción de la inferioridad del Otro, del “innegable”, es decir, del inmigrante. Se da por supuesto que los inmigrantes no pueden aportar con ellos unos valores propios que, todo y siendo específicamente no catalanes, sean capaces y merecedores de enriquecer y modificar los de la “sociedad receptora”. Se establece así una imaginaria y extraña dialéctica catalanidad-inmigración en la que el único polo activo y positivo es la “catalanidad”, de manera que al inmigrante le corresponderá siempre integrarse en todo aquello -y asumir todo aquello- sea lo que sea, que es positivo por el hecho de ser catalán, y desprenderse de todo aquello que es negativo porque no es catalán: p.e., la lengua propia, si es la castellana o el propio folklore si es andaluz».

5. El «carácter determinante de la lengua catalana en tanto que promotora de vida “comunitaria” y, por tanto, de “integración”. Simplificando la compleja valoración del hecho lingüístico y omitiendo sus implicaciones sociológicas, se otorga a la lengua el poder de crear, de manera entre mística y mecánica, una nebulosa conciencia común que afecta a todos los que la hablan… Así es como se llega a un imperialismo de la lengua en tanto modeladora del individuo y creadora de la conciencia común que implica que, como dice Maluquer i Sostres, la “comprensión y dominio de la lengua” aparezca automáticamente como el índice principal de la integración de los inmigrantes» (pp. 83-87).

Estos cinco presupuestos «son el soporte de un lenguaje esencialista a base de abstracciones, de una terminología trascendentalista que somete la realidad histórico-social concreta y en marcha a un proceso de sublimación y abstracción mistificadores. Se trata de un bloque de conceptos “esenciales”, faltos de sentido histórico y de sensibilidad que reflejan lo que J. Gabel denomina “ilusiones de la totalidad”, caracterizadas por la “ilusión de una homogeneidad de estructura y de voluntad que no existe en la realidad”. Así, se nos habla de “una plena incorporación” de los inmigrantes “bajo los aspectos econímico, social y cultural” y también de una integración en la sociedad receptora considerada globalmente y esto en particular bajo el aspecto nacional-cultural». (p.88).

En el capítulo de conclusiones, Pérez González recomienda como una tarea «indispensable, en primer lugar, una visión crítica de la noción de “cultura nacional”, base sustentadora del “aspecto nacional-cultural” que se pretende asuman los inmigrantes como una paga y señal de la “integración”. Por un lado, es preciso desvelar críticamente la mitología implícita en una definición unitarista y trascendental del concepto de “cultura nacional”, concebido erróneamente como un continuo histórco perdurable. Y por otro lado, prolongando este ejercicio de realismo crítico, es preciso mostrar como, desde un punto de vista sociológico, la “cultura nacional” -en tanto que fenómeno o producto histórico y en tanto que concepto que intenta traducir estos fenómenos- se inscribe en la dinámica de las sociedades de clase, que son las que le dan su sentido real. En segundo lugar, es preciso someter también a juicio crítico la hipótesis, científicamente gratuita e inverificable, de una radical subordinación del proceso histórico-social de una colectividad a un principio nacionalitario determinante el cual, como si se tratase de un mecanismo de relojería, daría lugar en todo tiempo y coyuntura a un mismo encadenamiento fatalista: lengua y cultura-pueblo-nacionalidad-nación. Un nacionalismo de este tipo desvaloriza, no solamente la realidad, históricamente objetivada, de la lucha de clases, sino también el derecho humano y fundamental de sociabilidad».

Finalmente, el autor señala que la «temática integracionista está animada por una devoción casi religiosa respecto a los “rasgos diferenciales” o particularismos catalanes, acompañada de un gran miedo a que se pierdan o degraden a causa de la inmigración. Nos referimos a ese voluntarismo diferencialista desmedido que, inspirado en un etnocentrismo a veces ingenuo, a veces soberbio, y dominado por una enfermiza pasión particularista, concibe los referidos “rasgos diferenciales” como elementos invariables, autosuficientes y buenos por esencia y por excelencia, y a los que es preciso preservar celosamente de toda posible contaminación o influencia extraña. Creo, por ello que se puede hablar, en este sentido, de devoción casi religiosa e, incluso, en muchos casos, de culto mitológico. Una devoción que deviene sectarismo» (p.p.93-95).

Como ya hemos apuntado, esta vena crítica es sumamente minoritaria en el paisaje intelectual, político y mediático catalán. Pero incluso en los desiertos más áridos se encuentran refrescantes oasis. En los años 80, y sin pretender ser exhaustivos, son de especial interés los escritos de Pep Subirós, el trabajo de Izquierdo Escribano sobre el papel que desempeña la Asemblea de Catalunya en la construcción de los mitos y símbolos del nacionalismo popular antifranquista y de izquierdas y en la progresiva sumisión ideológica de los partidos de izquierda PSUC y PSC a los dogmas de la integración/asimilación 27 y es de obligada referencia la ingente obra historiográfica de Josep Mª Colomer que le lleva, a efectos de una curiosa evolución, a asumir posiciones muy críticas con los nacionalismos28.

En la década de los noventa, continúa y se acrecienta esta difusa corriente crítica que, desde la izquierda, ha cuestionado los dogmas del modelo nacionalitario, asumidos por los partidos de izquierda durante el final del franquismo y la transición. Los escritos del historiador Ucelay da Cal, la obra publicista de Miquel Porta Perales, el magnífico libro de Marfany, las aportaciones de Malló y Martí, los manifiestos del Foro Babel, los debates sobre la lengua… son una muestra de un cambio en el signo de los tiempos. Una tendencia que se pone de manifiesto en las crecientes dificultades de los ideólogos naiconalitarios para defender sus posiciones en la discusión racional y el constante recurso a presentar la más mínima crítica como el producto de una campaña orquestada del españolismo con el objetivo de criminalizarlos; pero, incluso aunque esto fuese cierto -y el PP alimenta constantemente este temor- ello no les exime de presentar sus argumentos en el debate.

Ciudadanía e identidad

El concepto de ciudadanía del nacionalismo catalán presenta un carácer restrictivo, limitado, derivado de su fuerte compenente etno-lingüístico. Toda la cuestión de la integración gravita, como hemos visto, en torno al sobreentendido de que la plena condición de catalán sólo se adquiere tras franquear el peaje lingüístico-cultural hacia la catalanitat. Un punto de vista que resulta contradictorio con el concepto democrático de ciudadanía.

El estado democrático, como garante de las libertades, no debe intervenir en asuntos privados de la ciudadanía, como su confesión religiosa o sus sentimientos identitarios, y ha de respetar esa diversidad subjetiva y cultural. Claro está que cuando ciertas prácticas religiosas o culturales vulneran derechos fundamentales de la persona, entonces su obligación, como garante de la seguridad, es intervenir, sea cual sea la justificación religiosa o étnica de estas costumbres. Así, las administraciones públicas, más allá de educar en el respeto de un cierto «patriotismo constitucional» y en una serie de valores cívicos y democráticos, no deberían manifestar una particular inclinación por ninguna de estas identificaciones que pertenecen al ámbito de la privacidad, ni desde luego fomentar discursos nacionalitarios que priman una de esas subjetividades por encima de las otras y que cuestionan el principio de igualdad al establecer implícitamente ciudadanías de primera, para los naturales de la tierra, y de segunda, para los forasteros, hasta que no se complete su asimilación.

Por otro lado, el estado democrático debe garantizar los legítimos derechos de las minorías nacionales al autogobierno, al desarrollo de su lengua y su cultura e implementar medidas de «discriminación positiva» en el caso de aquellos grupos humanos cuya condición de minoría ha provocado precisamente que se hallen en condiciones de manifiesta desigualdad.

Cataluña se enfrenta a la cuarta oleada inmigratoria desde su industrialización, ahora procedente de los países del Sur, y resulta evidente que los dogmas de la integración/asimilación son un obstáculo para una solución democrática a los complejos problemas planteados por la diversidad cultural de unos movimientos migratorios que, a su vez, son un efecto del desarrollo desigual y de las relaciones de explotación económica Norte/Sur.

Hace más de un siglo que la sociedad civil y la clase política catalana discuten apasionadamente sobre este tema y, al parecer, aún no han sabido encontrar una respuesta satisfactoria. La izquierda catalana, a la luz de los procesos en curso, tendría que abrir un proceso de reflexión sobre estas cuestiones y replantearse desde la raíz los axiomas asimilacionistas de su doctrina oficial.

Notas

1. El País, 22 de febrero de 2001.
2. El País, 6 de febrero de 2001.
3. Malló, Oriol y Martí, Alfons, En tierra de fariseos. Viaje a las fuentes del nacionalismo católico, Espasa Calpe. Madrid, 2000.
4. Ramoneda, Josep. La tentación del populismo xenófobo, El País, 27 de febrero de 2001.
5. Vila, Enric, Qué pensa Heribert Barrera. . Editorial Proa, Barcelona, 2001.
6. Culla i Clará, J.B. Inmigración y responsabilidades. El País, 2 de marzo de 2001.
7. Jornadas de la Fundació Jaume Bofill sobre la inmigración celebradas en 1978, que fueron publicadas en forma de libro Col-loqui sobre inmigració i reconstrucció nacional a Catalunya, Ed. Blume, Barcelona, 1980 y que contaron con la presencia de especialistas en la materia y líderes políticos como Pujol, López Raimundo, Raventós y Barrera.
8. El Triangle, 7/3/01, nº523. El semanario cita referencias del exilio catalán como el artículo de J. Roure- Torrent Un projecte alemany de la revista Poble Catalá editada en México y otro artículo de J. Ventosa i Roig Contagis perillosos, publicado en los años 40.
9. Marfany, Joan-Lluís. La cultura del catalanisme. El nacionalisme catalá en els seus inicis, Ed. Empúries, Barcelona, 1995.
10. Marfany, op.cit. pp.196-97.
11. Jardí, Enric. El doctor Robert i el seu temps. Ed. Aedos, Barcelona, 1969. pp 73-75.
12. Marfany, op. cit. pp195-200.
13. Termes, Josep. La inmigració a Catalunya: Política i cultura, del libro Reflexions critiques sobre la cultura catalana. Departament de Cultura de la Generalitat, Barcelona, 1983.
14. Antoni Simón i Tarrés. Inmigración y nacionalismo catalán, Enciclopedia del nacionalismo. Ed. Tecnos, Madrid 1997. p.246-47.
15. Diari de Sabadell, 17 de mayo de 1934.
16. Citado por Izquierdo Escribano, Antonio, Prensa y opinión pública. Un modelo de análisis sociológico: la experiencia catalana, Ed. Mitre, Barcelona, 1985, p.96.
17. Citado por Termes, op. cit. p.224.
18. Citado por Termes, op. cit. p.229.
19. Pujol, Jordi, La inmigració, problema i esperança de Catalunya.Ed. Nova Terra, Barcelona, 1976.
20. Jordi Nadal, L´assimilation des Immigrés en Catalogne, (1962). J. Maluquer i Sostres, Població i societat a l´area de Barcelona (1965), J. A. Badia Margarit, Integració idiomática i cultural (1966).
21. Citado por Termes, op. cit. p.251-52
22. Citado por

Dinero negro: Fundamento del crecimiento y del imperio de los Estados Unidos. Por James Petras

Magnitud y ámbito del blanqueo de dinero por los grandes bancos estadounidenses.Cada año la Banca europea y norteamericana blanquean entre 500.000 millones y un billón de dólares de dinero negro. Del Tercer Mundo y de los países ex socialistas salen anualmente entre 20.000 y 40.000 millones de dólares y en transacciones comerciales manipuladas, 80.000 millones .Entre 3 y 5,5 millones de dólares de dinero delictivo ha sido inyectado en los Bancos estadounidenses en la década de los 90
Los investigadores del Congreso de los Estados Unidos, algunos ex banqueros y los expertos bancarios internacionales coinciden todos en que los bancos estadounidenses y europeos blanquean cada año entre 500.000 millones y un billón (con «b») de dólares de dinero negro, suma de la cual la mitad corresponde a los bancos estadounidenses.

El senador estadounidense Levin lo resume así: «Se calcula que una suma de entre medio y un billón de dólares, procedente de los medios de la delincuencia internacional, se mueve a escala internacional y se deposita en cuentas bancarias. La mitad de esa suma viene a parar a los Estados Unidos.»

En la última década, los bancos estadounidenses blanquearon entre 2.5 y 5 billones de dólares de dinero negro, que pasó a formar parte del circuito financiero de los Estados Unidos. No obstante, la afirmación del senador Levin se refiere únicamente a los fondos de origen delictivo según las leyes de los Estados Unidos. No incluye las transferencias ilegales y los flujos de capital aportados por dirigentes políticos corruptos, ni la evasión fiscal que llevan a cabo empresas extranjeras. Un destacado experto norteamericano en materia de finanzas internacionales, Raymond Baker, colaborador del prestigioso Brookings Institute, estima que «el flujo de dinero corrupto que sale de las economías de los países en desarrollo (Tercer Mundo) o en transición (ex comunistas) y que va a parar a las arcas occidentales es de entre 20.000 y 40.000 millones de dólares por año, y el flujo generado por las transacciones comerciales con precios manipulados es de 80.000 millones, si no más. Mi estimación más prudente es de 100.000 millones de dólares anuales, en la suma de ambos conceptos, lo que significa un billón de dólares en una década. Y de esta suma la mitad al menos tuvo por destino los Estados Unidos. Si incluyéramos otros conceptos que forman parte de la evasión de capitales la suma final sería mucho mayor.» Este experto del Brookings Institute no incluye las permutas de bienes inmuebles y de valores bursátiles, las transferencias por cable fraudulentas, etc.

En otras palabras, la cifra incompleta de dinero negro (dinero blanqueado de origen delictivo y corrupto) inyectado en las cajas fuertes de los bancos estadounidenses durante la década de los 90 ascendería a unos 3 a 5.5 billones de dólares. El cuadro es incompleto, pero nos facilita una base de estimación del «factor dinero negro» en la economía de los Estados Unidos. En primer lugar, resulta evidente que los flujos sumados de dinero blanqueado y dinero negro cubren buena parte del déficit de la balanza de pagos norteamericana (que alcanza cientos de miles de millones de dólares por año). En la actualidad, el déficit comercial norteamericano se acerca a los 300.000 millones de dólares. Sin el dinero negro, la balanza exterior sería totalmente insostenible, el nivel de vida se derrumbaría, el dólar perdería valor, el capital de inversión y préstamo disponible se contraería y Washington sería incapaz de mantener su imperio global. Se estima que la importancia del dinero blanqueado no hará sino aumentar. Un ex directivo de un banco comercial, Antonio Geraldi, pronosticó un importante crecimiento del blanqueo de dinero por parte de los bancos de los Estados Unidos, en su intervención ante un subcomité del Congreso. «Según las previsiones, el monto del dinero blanqueado alcanza billones de dólares, con un crecimiento desproporcionado respecto a los fondos legales.» Los 500.000 millones de dólares de origen ilegal que ingresan en los principales bancos estadounidenses y circulan por ellos superan los ingresos netos de todas las compañías de computación de los Estados Unidos, y por supuesto sus beneficios. Esas entradas anuales sobrepasan todas las transferencias netas realizadas por las principales compañías petrolíferas y militares y las fabricantes de aviones. Los mayores bancos de EE UU —Bank of America, J.P. Morgan, Chase Manhattan y en particular Citibank— obtienen un alto porcentaje de sus beneficios bancarios de los servicios prestados a estas cuentas de dinero sucio de origen criminal. Los grandes bancos e instituciones financieras estadounidenses son el soporte del poderío global de los EE UU, mediante sus operaciones de blanqueo de dinero y de gestión de fondos extranjeros de origen ilegal.

Los bancos de EE.UU. y el imperio del dinero negro

Washington y los mass media nos presentan a los Estados Unidos como los paladines de la lucha contra el narcotráfico, el blanqueo de dinero y la corrupción política; una imagen correspondiente a un país de manos limpias que combate el dinero negro proveniente del Tercer Mundo o de los países del bloque ex comunista. La verdad es exactamente lo contrario. Los bancos estadounidenses han desarrollado una sofisticada gama de métodos de transferencia de fondos ilegales hacia los EE UU y para su inversión en empresas legítimas o en bonos del Tesoro, lo que los legitima. El Congreso de los Estados Unidos ha celebrado numerosas audiencias y ha elaborado detallados informes sobre las prácticas ilícitas de los bancos; ha aprobado leyes y exigido un más riguroso cumplimiento de las mismas por parte de las autoridades bancarias de supervisión y de los banqueros privados. Sin embargo, los principales bancos continúan con sus prácticas y las sumas de dinero negro crecen exponencialmente debido a que ni el Estado ni los bancos tienen la voluntad ni el interés de poner fin a unas prácticas que proporcionan pingües beneficios y sirven de respaldo a un imperio que de otro modo sería frágil. Lo primero que cabe destacar del negocio de blanqueo de dinero, sea éste de origen criminal o corrupto, es que lo practican los más importantes bancos de los Estados Unidos. En segundo lugar, que las prácticas de sus directivos implicados en el blanqueo de dinero cuentan con el respaldo y el estímulo de las más altas esferas dentro de las instituciones bancarias, es decir, que no es obra de empleados que actúen por su cuenta. Este punto resulta evidente en el caso del blanqueo por parte del Citibank de la fortuna de Raúl Salinas (hermano del ex presidente de México), por un total de 200 millones de dólares. Tras la detención de Salinas y el descubrimiento de su saqueo a gran escala de fondos gubernamentales, su banquero particular en el Citibank, Ami Elliott, manifestó a sus colegas que «este asunto llega hasta el más alto nivel del banco; están al corriente los peces más gordos. Nosotros somos los peones del asunto.¨

Citibank, el primer blanqueador de dinero, es el mayor banco de los EE UU, con 180.000 empleados en todo el mundo, distribuidos en 100 países, 700.000 millones de dólares de depósitos conocidos y más de 100.000 millones de depósitos de particulares en cuentas secretas; y realiza operaciones de banca privada (gestión de cartera de inversión) en más de 30 países, lo que hace de este banco el que más presencia global mantiene de todos los bancos de EE UU.

Es importante que aclaremos en qué consiste la «banca privada». Se trata de un sector del negocio bancario que gestiona las cuentas de clientes inmensamente ricos (clientes que realizan depósitos de un mínimo de un millón de dólares). Las grandes entidades bancarias cargan a estos clientes una cuota por la gestión de sus activos y por facilitarles los servicios especializados de banca privada. Estos servicios van más allá de los servicios bancarios habituales e incluyen la asesoría de inversiones, la planificación inmobiliaria, la asistencia fiscal, las cuentas off-shore y complicados métodos destinados a garantizar la confidencialidad de las transacciones financieras. El atractivo que el sistema de banca privada ofrece para el blanqueo de dinero consiste en que proporciona confidencialidad a sus clientes portadores de dinero negro. Los grandes bancos utilizan dos métodos de blanqueo de dinero: la banca privada y las corresponsalías bancarias. En la banca privada se utilizan normalmente nombres en clave para sus cuentas, cuentas de concentración (que mezclan los fondos bancarios con los de sus clientes, lo que borra todo rastro escrito de transferencias a distancia por valor de miles de millones de dólares); camuflan el movimiento de fondos de sus clientes; y ofrecen el concurso de corporaciones privadas de inversión off-shore, situadas en países que cuentan con estrictas leyes de secreto bancario (Islas Caimán, Bahamas, etc.) Por ejemplo, en el caso de Raúl Salinas, los banqueros privados de Citibank ayudaron a aquél a sacar de México entre 90 y 100 millones de dólares mediante métodos que enmascaraban el origen y el destino de los fondos, suprimiendo todo rastro escrito. Según un método probado, Citibank creó una compañía off-shore de tapadera, facilitó a Salinas un nombre secreto en clave y un alias para el intermediario que depositó el dinero en una cuenta del Citibank en México y la transfirió a una cuenta de concentración en Nueva York, desde donde se transfirió a Suiza y Londres.

Las corporaciones privadas de inversión son creaciones de los grandes bancos destinadas a mantener y esconder los activos de algunos de sus clientes. Los directivos, administradores fiduciarios y accionistas de esas corporaciones son a su vez corporaciones ficticias controladas por el banquero privado. La corporación privada de inversión se convierte en depositaria de varias cuentas bancarias y de inversión cuya propiedad por parte del banquero privado queda enterrada en los registros de territorios como las Islas Caimán. Los banqueros privados de las principales instituciones financieras mantienen corporaciones privadas de inversión preparadas y listas para entrar en funcionamiento en cuanto un cliente les solicite una. El sistema funciona a la manera de las muñecas rusas: una corporación ficticia dentro de otra fantasma dentro de otra igualmente inexistente, etc., impenetrables a cualquier tipo de proceso legal. Si revisamos los antecedentes históricos, la complicidad del Estado en el blanqueo de dinero por parte de los grandes bancos resulta evidente. El blanqueo de dinero a gran escala ha sido investigado, auditado, criticado y sujeto a legislación, y los bancos, por su parte, han aceptado por escrito cumplir la legislación al efecto. Sin embargo, bancos como Citibank y los restantes diez grandes ignoran esos procedimientos y leyes y el Gobierno, por su parte, hace la vista gorda. En los últimos 20 años, el blanqueo de dinero procedente de fuentes delictivas y del saqueo se ha incrementado geométricamente, empequeñeciendo en términos de tamaño y tasas de beneficio las actividades de la economía formal. Los expertos estiman que la tasa de rendimiento bruta del mercado de la banca privada en 20 a 25% por año. Las investigaciones del Congreso estadounidense revelaron que Citibank había proporcionado «servicios» a cuatro estafadores políticos: Raúl Salinas (por un monto de 80 a 100 millones de dólares), Asif Ali Zardari (esposo de la anterior primer ministro de Pakistán: más de 40 millones), El Hadj Omar Bongo (dictador de Gabón desde 1967: más de 130 millones), Abacha (hijo del general Abacha, ex dictador de Nigeria: más de 110 millones). En todos los casos Citibank violó todas sus propias normas y las directrices del Gobierno: no existía el perfil del cliente (examen de sus antecedentes), se desconocía la fuente de los fondos, se había ignorado cualquier tipo de delito en el país de origen del dinero. Por el contrario, el banco facilitó la salida del dinero de los respectivos países con arreglo a un formato preparado: creó compañías ficticias, facilitó nombres en clave, encaminó los fondos a través de cuentas de concentración y los invirtió luego en negocios legítimos o en bonos del Tesoro, etc. En ninguno de estos casos -ni en miles de otros- se practicaron las diligencias debidas por parte de los bancos (con arreglo a las cuales el banco privado está obligado por ley a hacer lo necesario para garantizar que no favorece el blanqueo de dinero) y nunca se encausó y juzgó a ninguno de los responsables bancarios. Incluso después de la detención de sus clientes, Citibank continuó facilitándoles servicios, incluyendo el movimiento de fondos a cuentas secretas y la provisión de préstamos.

Los bancos corresponsales: la segunda vía

La segunda vía, relacionada con la anterior, que los grandes bancos utilizan en el blanqueo de miles de millones de dólares de dinero negro es la llamada de bancos corresponsales. Por este término se entiende la prestación de servicios por parte de un banco a otro banco. Se trata de un sector importante de las grandes corporaciones bancarias, que proporciona un elevado margen de beneficios. Hace posible que bancos extranjeros puedan realizar sus negocios y facilitar sus servicios a sus clientes —incluyendo entre éstos a traficantes de drogas y otros delincuentes— en territorios como los Estados Unidos, en los que dichos bancos no disponen de presencia física. Un banco registrado en un país extranjero atrae y custodia los intereses de sus ricos clientes delincuentes interesados en blanquear dinero en los Estados Unidos. En lugar de estar expuesto a los controles de este país y de deber desembolsar el alto coste de unas instalaciones en los Estados Unidos, el banco abre una cuenta de corresponsalía en un banco estadounidense ya existente. Al establecer esta relación, el banco extranjero (llamado banco representado), y a través de él sus clientes delincuentes, recibirá muchos o todos los servicios que ofrece el gran banco estadounidense (conocido como corresponsal). Hoy en día, todos los grandes bancos de EE UU tienen establecidas múltiples relaciones de corresponsalía en todo el mundo, lo que les permite realizar operaciones financieras para sí mismos y para sus clientes en lugares en los que no disponen de implantación física. Muchos de los principales bancos estadounidenses y europeos situados en los centros financieros del mundo realizan funciones de corresponsalía en beneficio de miles de otros bancos. La mayor parte de los bancos off-shore que blanquean miles de millones para sus clientes disponen de cuentas en bancos norteamericanos. Todos los grandes bancos especializados en la transferencia internacional de fondos se denominan bancos de intermediación financiera; algunos de ellos gestionan hasta un billón de dólares de transferencias por giro telegráfico al día. En junio de 1999, las cinco principales corporaciones bancarias de los Estados Unidos mantenían en sus cuentas de corresponsalía unos depósitos superiores a los 17.000 millones de dólares; los balances totales en este mismo concepto de los 75 principales bancos corresponsales era de 34.900 millones de dólares. Para los delincuentes multimillonarios una importante característica de las relaciones de corresponsalía consiste en que proporcionan acceso a los sistemas internacionales de transferencias, es decir, que facilitan la rápida transferencia de fondos a través de las fronteras y en el interior de los países. Las estimaciones más recientes (1998) indican que 60 paraísos fiscales en todo el mundo tienen licencias otorgadas a 4.000 bancos off-shore que controlan aproximadamente 5 billones de dólares de activos.

Una de las principales causas del empobrecimiento y de las crisis que tienen lugar en Africa, Asia, América Latina, Rusia y los demás países de la ex URSS y de Europa Oriental es el pillaje de la economía y los cientos de miles de millones de dólares que se sacan de esos países a través del sistema de corresponsalía bancaria ligado a los principales bancos de Estados Unidos y Europa. Sólo en Rusia la suma de los capitales transferidos ilegalmente durante la década de 1990 supera los 200.000 millones de dólares. Los movimientos masivos de capitales provenientes de los países citados y dirigidos a los bancos de Estados Unidos y Europa han provocado el empobrecimiento masivo y la inestabilidad y las crisis económicas. Asimismo, se ha incrementado su vulnerabilidad a las presiones del FMI y del Banco Mundial para que liberalicen sus sistemas bancario y financiero, lo que provoca nuevas salidas de capital y nuevas desregulaciones que a su vez provocan una mayor corrupción y transferencias al extranjero a través de los bancos privados, como indican los informes del Senado. La creciente polarización mundial hunde sus raíces en este sistema organizado de transacciones financieras criminales y corruptas. Mientras la especulación y el servicio de la deuda exterior contribuyen sin duda a la degradación del nivel de vida de las zonas en crisis, el sistema multibillonario (con «b») de blanqueo de dinero y los servicios bancarios favorecidos por directivos corruptos constituyen un factor mucho más decisivo, que sostiene la prosperidad occidental, el edificio imperial de los Estados Unidos y la estabilidad financiera. La escala, el ámbito y el marco temporal de las transferencias y del blanqueo de dinero, la centralidad de las principales corporaciones bancarias y la complicidad de los gobiernos sugieren decisivamente que las dinámicas de crecimiento y estancamiento, del imperio y de la recolonización están íntimamente relacionadas con una nueva forma de capitalismo construida en torno al pillaje, la criminalidad, la corrupción y la complicidad.

La nueva economía sumergida.Está generando los trabajadores sin futuro

La plena incorporación de España al liberalismo económico más radical está llevando consigo la generalización de la precariedad laboral. En el ideario del joven, trabajo es equivalente a irregularidad, a economía sumergida, no sabe de otro trabajo, de otra forma de ganarse la vida .Tradicionalmente, la mayoría de las empresas, los empresarios, los trabajadores más cualificados y también los menos, nacían y se desarrollaban entre un movimiento pendular que iba del incumplimiento de normas laborales y fiscales hasta el acatamiento temporal de aquellas. La economía sumergida (ES) se entendía como una situación transitoria y anecdótica en la vida productiva de las empresas y de los trabajadores. Tarde o temprano la situación se regularizaba; las empresas se legalizaban y los trabajadores eran dados de alta en Seguridad Social con sus derechos reconocidos. Sin embargo hoy las cosas han cambiado. La ES no es lo que era; la actual naturaleza de la ES requiere detenerse en analizar algunos de los cambios que se están dando en el propio concepto, en quiénes son sus protagonistas y cómo se desenvuelven éstos. El primer gran cambio observado está en el propio concepto de ES. El trabajo irregular, no continuo, esporádico, atendiendo a los altibajos de la demanda, … ello eran prácticas irregulares y catalogadas como ES hace tan solo diez años atrás. Sin embargo hoy, el trabajar de forma irregular, no continua, atendiendo a las horas que la empresa quiera contratar, cuando desee hacerlo, con justificación o sin ella, es una práctica habitual legalmente aceptada. ¿Entonces, por qué hoy no se califica de ES lo que hace diez años si lo era? Simplemente porque lo que es ilegal se ha convertido en legal, o dicho de otra forma se ha generalizado una irregularidad consentida se ha asumido socialmente. En estos momentos, al comienzo del siglo XXI, el liberalismo económico ha enmudecido muchas voces y ha ensombrecido muchos de los puntos de interés por el fenómeno, surgiendo lo que puede llamarse la «Nueva Economía del Trabajo», cuyo centro de atención se limita a exaltar la supervivencia individual y la pérdida de los derechos colectivos: en esta superioridad del individuo frente a la sociedad, la ES ocupa un lugar privilegiado. ¿Y qué lugar es este? Se ha insistido en que la desregulación del mercado de trabajo en España significó la institucionalización de parte de la ES. La dialéctica que aparece entre la economía formal -cada vez desregulada con las medidas de flexibilización- y la ES cada vez más normalizada en el ideario y en la práctica colectiva, está haciendo que muchas de las conductas que diez años atrás se desarrollaban como circuitos ocultos, hoy resulten totalmente legales e incluso registradas como éxitos de la creación de empleo. Primer gran cambio, ¿cuestión semántica? ¿Desarparición real de ES? Pero la realidad es bien terca. La práctica de la ES no ha desaparecido; quizás han cambiado los protagonistas, quizás han variado sus relaciones, quizás sus objetivos,… pero la existencia reiterada de esa realidad social y productiva que se desarrolla al margen de las normas reguladoras de la convivencia social y política no se ha borrado. Socialización de la irregularidad El cambio semántico anterior ha provocado que se desarrollen dos mundos en el mercado de trabajo: trabajadores reguladores con plenos derechos y trabajadores irregulares -amparados por la nueva legislación- o simplemente ocultos con derechos recortados o inexistentes: trabajadores con derechos laborales distintos con salarios, condiciones de trabajo, horarios, vacaciones, pagas…, diferentes aún haciendo el mismo trabajo; ello se convierte en una práctica normal y habitual. Estamos familiarizándonos a que todo en el trabajo sea consentido; que se trabaje en condiciones peores es normal, mientras que se tenga trabajo. Con todo ello se puede decir que se ha socializado la irregularidad , este es el segundo gran cambio habido, la sociedad ha perdido credibilidad y fuerza ante la economía. Los derechos adquiridos por la sociedad durante más de un siglo se han omitido por decreto; la alternativa ofrecida es el trabajo en las condiciones que tenía la economía oculta y que ahora tiene simplemente la economía. ¿Qué acarrea esta novedosa situación que emana de la irregularidad consentida y de la convivencia con la ES? Los aspectos cuantitativos del fenómeno poco importan ante la profundidad de sus implicaciones; sus aspectos cualitativos son extremadamente trascendentes. Así, la destrucción de valores laborales, sociales, productivos, empresariales o políticos, es considerable. Ello se observa al considerar cómo en la economía española, hace 40-50 años, la ES fue una alternativa económica para el inicio de muchas de las empresas que actualmente están perfectamente estructuradas igualmente para muchos de los trabajadores que están hoy recién retiradas o confiando en su próxima edad de jubilación, la ES fue la vía para su incorporación al mundo del trabajo, el medio de aprendizaje y adquisición de una cultura industrial: fue la forma de alcanzar una sociedad en que se pudo encontrar valores de solidaridad, de bienestar colectivo, de superación, de esperanza; la meta no era la ES, sino que ésta era una situación transitoria hasta disfrutar de una posición de cierta estabilidad en la economía formal. Sin embargo, las cosas son muy distintas hoy en la economía y en la sociedad española; actualmente la ES es la única forma estructurada para poder sobrevivir con ella, se puede decir que la ES es la única alternativa y un fin en sí mismo para un volumen importante de población, sobre todo para los más jóvenes; el objetivo en ella es abaratar costes y no crear un ambiente de conocimiento, saber hacer, o cultura del trabajo. Entonces si el objeto único de la ES es abaratamiento de costes ello se alcanza haciendo competencias desleales; y así muchos de los sujetos que están trabajando en ES nunca tuvieron la oportunidad de trabajar en un régimen formal ni apreciar las ventajas de la llamada economía y sociedad de bienestar»; su cultura industrial es la informal y en ella los valores que prevalecen son la competitividad, la explotación y la insolidaridad. Los jóvenes, son los más afectados No obstante, si la socialización de las prácticas de la ES es un hecho asumido por la generalidad, la concreción de ello es alarmante en los jóvenes. Estos, muchos de ellos trabajadores con contratos en precario, y la mayoría sin ni siquiera contrato, son el gran ejército de reserva de la ES, los trabajadores pobres del siglo XXI, los obreros sin futuro, los «nuevos esclavos»(?). Para gran parte de los jóvenes, la ES, la desregulación laboral en cuanto a horarios, salarios, ritmos, condiciones laborales, es algo natural, propio de los momentos en que vivimos; los jóvenes no han conocido otras formas de trabajo y de condiciones que no sea la inestabilidad y la arbitrariedad. Su mercado de trabajo siempre ha sido igual de «chungo», trabajar durante dos horas al día, pero estar todo el día pendiente de que les pueden llamar para trabajar; cobrar atendiendo al rendimiento que pueda sacar el trabajo que se haga detrás de la barra de un bar; trabajar irregularmente durante un período no definido e incierto, etc. En el ideario del joven, trabajo es equivalente a irregularidad, a ES, no sabe de otro trabajo, de otra forma de ganarse la vida. En este nuevo marco, dónde se encuentran los valores que trasmite el trabajo: la personalidad, la solidaridad, el bien hacer, la colaboración, la iniciativa, etc. Tercer gran evento en el mundo del trabajo actual: la pérdida de valores de trabajo para los jóvenes. Así, si hace 20-30 años la ES, con todo su deterioro interno, atisbaba un hilo de esperanza como práctica corriente a través de la cual se podía aspirar a alcanzar una movilidad social, laboral y empresarial entre sus protagonistas, hoy la evidencia que surge es que la ES es el refugio para la inmovilidad de los sujetos, es el recurso único como alternativa para alcanzar una renta, habiendo aumentado las condiciones de deterioro y de la explotación en que se desenvuelve. Desde una perspectiva histórica, la ES fue una realidad transitoria y ocasional para muchas mujeres y jóvenes que llegaban a ella después de un recorrido por las prácticas formales del mercado de trabajo, o bien era el punto de inicio de actividades, de prácticas formativas y de saber hacer para otros muchos protagonistas. Sin embargo, que lejos (¿y hasta felices?) quedan hoy esas aspiraciones y formas de hacer… Cuando se interroga hoy a muchos de los jóvenes y de las mujeres que integran el ejército de trabajadores sumergido sobre sus aspiraciones, sus esperanzas, sus ilusiones…, la respuesta viene a ser contundentemente unánime: la ES es principio y fin en sí misma, no hay más presente ni más futuro que el que ofrece la ES, no hay más formas de regulación que la que emana de las prácticas de la ES. Sería este uno de los nuevos ropajes que caracteriza la nueva ES en España, esa «California de Europa» del nuevo milenio: lo que fue una realidad transitoria, «de paso», de ida y vuelta se ha convertido en la única posibilidad de sobrevivir, la ES se ha entumecido en la sociedad y en la economía española. Explotación dentro de la explotación En este marco de cambios, ha surgido con fuerza en esta nueva ES un proceso involutivo de cierta trascendencia: la explotación dentro de la explotación. Esto es, en la serie tic subcontrataciones infinitas que se suceden en la cadena de producción, se percibe que las prácticas de ocultamiento se hacen más y más duras a medida que se va descendiendo en el proceso de subcon- tratación. De esta forma los que hacen trabajos -los subcontra- tados en régimen de ocultamiento- son los que sufren las peores condiciones, impuestas ahora por sus propios compañeros que se han constituido como «empresarios autónomos» o simplemente como repartidores de trabajo oculto. ¡Vaya éxito de emancipación!; un cuarto gran cambio en el mundo del trabajo. Desde esta perspectiva histórica, cabe analizar cómo se realiza la espiral de deterioro que la nueva ES impulsa y qué alcance tiene. Ello se explica por el hecho de que ante la dinámica de descentralización productiva y de desregulación social y laboral, el proceso que se genera en el seno de la propia ES es este mismo: desde la propia ES se profundiza en las prácticas de descentralización y se ahonda en las mínimas condiciones laborales que se pueden ofrecer y aceptar. ¿Quiénes son ahora los hacedores y los propulsores de la ES? Aquí está la novedad: son los marginados y los explotados que trabajan en ES los que explotan y marginan aún más a los diferentes subgrupos que aparecen en la ES. Existe así una segmentación interna de mayor extorsión y exclusión social y laboral respecto a las situación anterior. Es el hecho de que la explotación realizada a los marginados por los propios marginados, es quizás una explotación mucho más dura, radical y cruel. Este es el mundo de las cadenas de subcontratos en el marco de la ilegalidad, es el mundo del trabajo hecho bajo el amparo de las relaciones familiares y de amistad, es el mundo de los talleres clandestinos regentados por los propios clandestinos. En todas estas situaciones, las relaciones laborales están plenamente organizadas aún siendo sumergidas. En ellas los ritmos de trabajo, las condiciones medioambientales, los horarios, los salarios, los riesgos físicos todas las condiciones de trabajo son mucho más duras que las que se tenían en el marco de la vieja ES. Nuevos encajes en la ropa de una vieja conocida. En su funcionamiento productivo, trandicionalmente la ES estaba conformada desde la perspectiva laboral por tres grandes bloques: la que se hacia a domicilio por trabajadores sumergidos, la que realizaban las empresas legales en el seno de sus propias estructuras a partir de las horas extras o de la declaración de menos horas, etc., de sus trabajadores, y en tercer lugar la realizada en estructuras ilegales por parte de pequeñas unidades que estaban sumergidas y se nutrían de trabajadores autónomos o no dados de alta en la Seguridad Social. Ahora lo que se aprecia es una irrupción cada vez mayor de este último tipo de actividad ilegal: la sumersión organizada por los propios clandestinos. En este tipo de nueva organización cabe advertir el gran cambio que se deriva incluso en la concepción de lo que es la ES en el imaginario de los trabajadores ilegales y que ya se ha advertido. La E.S. para los trabajadores clandestinos pudo haber sido una etapa, una fase de su vida laboral, un momento en su trayectoria formativa que incluso le podía repercutir de forma positiva en tanto que era una fuente de iniciativa, de conocimiento, de alternativa para movilidad social; incluso un lugar para formar la nueva empresarialidad. esto ha cambiado radicalmente en tanto que lo que está emergiendo en el nuevo marco de la clandestinidad (y en el nuevo marco de la estructura productiva), es una empresarialidad de la marginación, una empresarialidad que no podrá alcanzar nunca un estatus en el marco de la legalidad porque entre otras cosas no le puede convenir. Para la empresa oculta, la clandestinidad es positiva en sí misma, no cabe advertir ningún cambio, todo lo que sea alterar esa situación es perjudicial para su futuro. Lugares para ocultar la producción La idea que puede tenerse de la empresa que opera en la clandestinidad, es que desarrolla una actividad marginal, desestructurada y desorganizada; sin embargo, nada más lejos de la realidad. La empresa sumergida es una empresa que actúa de forma organizada, disciplinada, precisa; sabe qué hacer en cada momento y con qué elementos cuenta para ello. Sus objetivos están perfectamente determinados y nada tienen que ver con el azar mucho menos con la espontaneidad y la involuntariedad. Su organización productiva y comercial responde a unos esquemas rigurosos, como los que pudiera tener cualquier otra empresa perfectamente legalizada. Es cierto que años atrás algunas empresas llegaban a ocultarse momentaneamente por razones circunstanciales (argumentan motivos fiscales, financieros o laborales). Parcial o totalmente incurrían en el incumplimiento de normas fiscales, laborales, de edificabilidad, condiciones de higiene y salud, medioambientales, etc. Sin embargo, para la mayoría, el retorno a la legalidad era una meta en sí. Hoy sin embargo no puede decirse lo mismo. Nos encontramos ante empresas sumergidas que pese a las minoraciones en las normas laborales, la reducción de sus obligaciones fiscales, o la debilidad y compresión inspectora en cuanto al incumplimiento de las normas de funcionamiento general, su objeto es ocultarse. ¿Por qué? La empresa sumergida actúa de acuerdo con el principio de competir en condiciones ventajosas frente a sus competidores; pero para ello el método que utiliza es el de la evasión fiscal y el incumplimiento de las normas generales existentes, habiendo cambiado sustancialmente los mecanismos de cómo llega a realizar estas prácticas fraudulentas. Así el procedimiento habitual para la evasión ahora consiste en la descentralización del proceso de producción. Así, una empresa matriz que pretenda evitarse costes lo que hace es dispersar en pequeñas unidades sus fases productivas. Estas pequeñas unidades, fases productivas, a su vez, diseminan más aún sus trabajos en otras unidades productivas quizás más pequeñas hasta conformar una nebulosa en la que las últimas empresas son en realidad trabajadores especializados o no, que sin cumplir los requisitos legales en cuanto empresas establecidas (normas de instalación, salubridad, residuos, etc) o en cuanto a trabajadores (ya que no están dados de alta en la Seguridad Social) realizan sus trabajos para no saben quién, el cual, al final, mediante una cadena de montaje y de uniones de fases, hará emerger el producto al mercado. La localización de estas fases productivas ocultas, de estas pequeñas fábricas escondidas, de estos trabajos invisibles, responde a una lógica económica tradicional. El territorio, como lugar de ocultamiento, es una realidad productiva que desarrolla una lógica sorprendente. Así, en la medida que se va diluyendo el proceso productivo en pequeñas unidades productivas, éstas se esparcen en el territorio conformando un paisaje productivo disperso, informal y oculto. Los hogares se convierten en pequeñas unidades de producción sin control posible; las casas de campo, de recreo pasan a ser valoradas como centros de producción; los garajes contienen máquinas en lugar de coches; las furgonetas son realmente las vías de la cadena de producción, que unen unas pequeñas fábricas con otras. ¿Normas urbanísticas, controles medioambientales, regulaciones laborales? Tan sólo existe una lógica y es la de encontrar lugares encubiertos para ocultar la producción. En esta lógica se desarrolla una dinámica de descentralización de la producción desde las unidades centrales hacia lugares y áreas periféricas en las que se aprecian menores controles urbanísticos y medioambientales así como una menor presión social y laboral. En consecuencia, cabe afirmar que la lógica centro-periferia también se propaga en una economía como la española, siendo la E.S. la protagonista de esta dinámica

Y DESPUES CUANTO SILENCIO

Entrañable poema africano
En ese negro y olvidado
Moridero de negros
Que es AFRICA
Ha nacido un nuevo muerto

Sus labios se aferran sin éxito
Al pecho vacío
De una madre que también fue hija
Del hambre
Un hambre tan antigua como el universo

Sus ojos no verán la última de Disney
Ni las tizas de colores
Ni las boutiques del pan

Su lengua reseca
No llegará a la edad de pronunciar
Ni agua
Ni mamá
Ni te quiero
Cuántas palabras ahogadas ya antes de nacer
Y después cuánto silencio

A su último encuentro con la tierra
Nunca llegarán
El nuevo emperador tejano y su legión
De amables armamentos
Las banderitas de los generales frágiles
Los préstamos humanitarios y desinteresados
De los pobres banqueros pobres
Los camiones de caducados alimentos

Que le importa a los que mandan
Que se muera un nuevo muerto

En estos tiempos sombríos
En que el espíritu de los hombres
Parece aflorar de las más siniestras cloacas
En estos tiempos modernos
De destrucción masiva
Yo sé de un arma letal
Tan antigua como el hombre

Su nombre es HAMBRE
Y los señores del mundo
La propician con siniestros decretos
La fomentan la promueven la fabrican
Desde sus turbios despachos
Desde sus cómplices parlamentos

Y mientras tanto

En ese negro y olvidado
Moridero de negros
Que es AFRICA
(tu pueblo)
hace….
hace diez segundos
acaba de nacer un nuevo muerto

A propósito de España y la guerra de Irak

Al amparo de EEUU, parece que nuestro presidente trata de preservar el apoyo financiero de los organismos internacionales, que se mueven a su dictado, a las inversiones españolas en, por ejemplo, Iberoamérica. Me gustaría pensar que el “No a la guerra” que dicen defender al menos el 91% de los españoles es una toma de postura definitiva a favor de las víctimas de todas las guerras sin excepción, sea cual sea su condición y su verdugo.

“La Justicia es indivisible”. Así se expresaba Martin Luther King cuando gran parte de los objetivos del Movimiento por los Derechos Civiles de los negros estaban al alcance de su mano. Quería decir con ello que el problema de justicia con los negros estaba en relación con el problema de la justicia de cualquier ser humano. Y que no podemos luchar por uno y desentendernos del otro. Sin este paso no podría adquirir su madurez este movimiento. Se ha proclamado que esta guerra de Irak es injusta. Y no seré yo quien lo niegue. Pero ¿es que las otras 39 guerras actuales, tan imperialistas como estas, lo son? Se ha proclamado que esta guerra es inmoral. Y tampoco lo voy a negar. Pero ¿es que hay actualmente alguna guerra que merezca el calificativo de moral? Se ha defendido que esta guerra es ilegal. Aquí el problema parece ser más complejo. ¿Reconocen todos los pueblos del mundo un Tribunal ante el que dar cuentas de este crimen? ¿Es la guerra inequívocamente un crimen ante los tribunales de los países que la declaran, la preparan o la promueven por ejemplo con la defensa de sus intereses militares, comerciales o económicos externos en general? Y si es así. ¿Qué se ha hecho frente a ello hasta ahora por parte de todos los que acusan esta ilegalidad?

Me gustaría pensar que el “No a la guerra” que dicen defender al menos el 91% de los españoles es una toma de postura definitiva a favor de las víctimas de todas las guerras sin excepción, sea cual sea su condición y su verdugo. Que significa la defensa de todos los empobrecidos y esclavos por la rapiña de nuestros Estados de bienestar y de progreso. Es decir, me gustaría pensar que es una apuesta sincera por la alineación con los pueblos más débiles y por una solidaridad internacionalista que indudablemente exigirá el sacrificio de los privilegios actuales que se derivan de estar dentro del “club de los ricos”. Y finalmente, me gustaría pensar que es una toma de postura inequívoca por una cultura solidaria que esté a la altura de esta circunstancia. Pero esto que planteo, y que hasta puede estar en el deseo de muchos los que ahora se han manifestado, sería el suicidio de cualquier postura política partidista en España hoy. Así que, ojalá me equivoque, no creo que estemos ante este hecho. Y por lo tanto discrepo profundamente de los que se ufanan desde la izquierda oficial, de lo “sana que está nuestra sociedad”. No tengo ningún indicio de que los partidos políticos lógicamente “de izquierdas”, que cortejan a la sociedad con esos piropos, trabajen en esta larga revolución cultural que haría falta para tomar la postura que considero más justa y moral. Ni de que lo vayan a hacer. Ni de que lo quieran hacer. Estos son mis criterios de juicio para hablar de la postura de España ante la guerra de Irak. Al exponerlos, hablo más claro y me abro más sinceramente al diálogo que muchos.

La postura del Ejecutivo y del Partido Popular

Es obvio que ha tomado una opción arriesgada y nada oportunista. De entre los gigantes ante los que estar al amparo, Europa o EEUU, ha escogido EEUU sin desdeñar del todo a Europa. O dicho de otra manera, ha escogido una concepción de Europa a la sombra de EEUU. Todo el mundo se ha preguntado qué puede sacar España, una potencia mediana que estaría con facilidad en el G- 15 si este existiera, de una posición como la que “con toda responsabilidad” dice haber tomado el Ejecutivo. La decisión ha estado tan firmemente apoyada en sus convicciones como firmemente deslegitimada por la ciudadanía a la que se dice querer servir.

Al amparo de EEUU, parece que nuestro presidente trata de preservar el apoyo financiero de los organismos internacionales, que se mueven a su dictado, a las inversiones españolas en, por ejemplo, Iberoamérica. Al amparo de los EEUU, dados los sucesivos desencuentros en política internacional con Francia (analícese por ejemplo el conflicto con Marruecos, o su- ¿por qué no decirlo?- cicatera postura en la lucha contra ETA), espera encontrar el apoyo definitivo para acabar con el terrorismo en España. Al amparo de EEUU (sin olvidarnos de la compañía de la “laborista” Gran Bretaña) podría ser España más decisiva en su influencia en una Europa ampliada en 10 nuevos países con importantísimos vínculos pronorteamericanos. Al amparo de EEUU podría jugar un importante papel mediador en Oriente Próximo y de paso ampliar o estrenar en esa zona los contratos de algunas empresas españolas. Al amparo de EEUU podría obtener ciertas opciones a inversiones nada desdeñables tales como la de 4.000 millones de euros por el emplazamiento en Vandellós (Tarragona) del reactor experimental de fusión nuclear, el proyecto científico más importante del mundo después de la estación espacial a decir del ministro de Ciencia Y Tecnología.

Pero al tomar la decisión, y sobre todo en el cómo se ha tomado, otros piensan- creo que tal vez demasiado precipitadamente- que ha comprometido su reelección política porque ha cosechado la casi unanimidad de la opinión pública en su contra y la total unanimidad de la oposición política. ¿Error de cálculo? ¿Pensaba que finalmente Francia y Alemania tomarían la opción de respaldar a EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU? ¿Pensaba que la contienda iba a ser más corta? A ello proponen añadir un corolario de consecuencias que hacen aún más incomprensible e intolerable dicha decisión: se ha acabado con consenso en política exterior, con la posibilidad de una Unión Europea que hable con una sola voz, con el simbólico papel de mediador con el mundo árabe que habíamos forjado, con una Iberoamérica que mire hacia España y consecuentemente hacia Europa, con la posibilidad real de acabar con el terrorismo (pues ya se ha buscado nuevos enemigos), y con la legitimidad de las Naciones Unidas. Tampoco está tan claro que esto vaya a ser así. Las actuaciones que realice en la posguerra nos aclararán este punto.

La posición de la oposición política

En pocos temas, si hay alguno, se había puesto tan unánimemente de acuerdo como en su rechazo a la postura del Ejecutivo en esta guerra. No me cabe duda de que también ellos se guiaban por sus convicciones. Y además en esta ocasión contaban con el beneplácito de la opinión pública, es decir, se sentían plenamente legitimados por la ciudadanía para tomar su postura y han pedido una y otra vez que se la escuche. Con ambas premisas, no era tan difícil tomar una opción. Pero esto les ha obligado a defenderse de la acusación de oportunistas y electoralistas que les ha lanzado el PP. Esta unanimidad antibelicista nunca ha desvelado claramente que mayoritariamente ninguno quiera comprometerse a alinearse decididamente con las víctimas de todas las guerras. Su opción encarna exclusivamente otra concepción de España en Europa. O, si se quiere, a una Europa contrapeso de EEUU. ¿Hubieran ido de la mano PSOE e IU, o PSOE y CiU y PNV, en este tema, si Francia o Alemania hubieran finalmente respaldado una resolución condenatoria de Irak en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas? Es casi seguro que no. ¿Apoyar la postura francesa y alemana, es decir, la de una Europa que pivota en torno al eje franco alemán, es más “humanitario” y menos belicista o criminal que hacerlo con EEUU? ¿Es que la política proteccionista europea actual o las transnacionales de todo tipo incluidas las del petróleo, la francesa Elf a la cabeza, han sido y son menos criminales promoviendo guerras en África o preservando sus intereses en el propio Irak, por ejemplo?

Los silencios en la orilla más “marxista” de las muchas víctimas que también ocasiona esa otra violencia “guerrillera” o de despóticos regímenes “comunistas”, tampoco dicen mucho a favor de su pacifismo. Más bien esta violencia cuenta con frecuencia con su bendición implícita o explícita. Tampoco se atreverán a sacarnos de Europa para plantear asociarnos con alguno de los “bloques” geopolíticos a los que podríamos pertenecer de África o Iberoamérica que forman parte de los pueblos oprimidos a los que dicen representar. Tampoco nos explicarán qué diferencias hay entre el mal que hacen las transnacionales estadounidenses, de las que han pedido el boicot, y el que no hacen las europeas o las japonesas o las rusas o las chinas. Pero mucho menos sabrán explicarnos su dependencia, necesariamente condicionante, de instituciones tan de izquierda como la Gran Banca. O si no ¿por qué no se atreverán a plantear su “socialización”?. No harán nada de esto porque ellos saben perfectamente que ello sería su suicidio político definitivo.

La existencia de convicciones profundas con las que oponerse a la guerra está fuera de dudas. La exposición de cuáles son esas convicciones en relación a todas las víctimas de todas las guerras, ya no lo está tanto. Y de que ahora, pasada la guerra, y en pleno proceso electoral, están haciendo cuentas de los votos ganados, sabedores de que ellos son los llamados a gestionar políticamente estas “demandas sociales” de cambio, tampoco nos cabe ninguna duda. Alguien escribió, no sin razón, que la conciencia de los partidos son esencialmente las urnas.

El movimiento social

La movilización de millones de personas en España contra esta guerra es un fenómeno social que merece desde luego un estudio muy serio. Creo que esta movilización resulta inexplicable en primer lugar sin un profundo desencuentro entre las organizaciones sociales y el Estado. La historia de este desencuentro en esta legislatura, se calienta con la contestación social que sufren las “reformas educativas”, da su pistoletazo de salida con la Huelga general del 20 de junio, y alcanza, muy poco antes de que comience la guerra, un grado de crispación importante con el hundimiento del Prestige y la consiguiente marea negra. Todo ello, ya con la crisis de Irak encima, se escenifica nada menos que en la entrega de premios Goya en la cadena de televisión estatal. La Plataforma Cultura contra la Guerra, auspiciada por los actores, parece ponerse a la cabeza de esta nueva causa. Ellos, que tanto han colaborado (¿?) a la cultura de la solidaridad en este país, y que saben lo que es depender o carecer de la subvenciones del Estado y que tan callados estuvieron en otras guerras pasadas.

Al tiempo se promueven Plataformas contra la Guerra en todas las provincias y Comunidades Autónomas, integradas por un elenco de organizaciones sociales, entre las que están las que constituyen el llamado movimiento antiglobalización, cuyo número alcanza a más de 300, en las convocatorias más significativas de las manifestaciones que han resultado más emblemáticas. La respuesta que da la sociedad a su convocatoria del 15 de Febrero les sorprende hasta a ellos mismos. Es entonces cuando los partidos de izquierda oficial y los sindicatos deciden, ahora en serio, poner toda su maquinaria al servicio de esta movilización. Parecido a lo ocurrido con el Prestige.

Representantes de 67 de 70 de las Universidades españolas, de cuyos rectores no recordamos una sola palabra ante el papel que juegan sus planes de estudio en el apuntalamiento de una investigación al servicio no de una guerra sino de un estado de guerra, aprueban por unanimidad en la Conferencia de Rectores un comunicado en el que expresan su total desacuerdo con el ataque de Irak. Un nutrido grupo de escritores de renombre y profesores con cátedra en los medios de comunicación “independientes” de nuestro país, eso que llaman los periodistas “la intelectualidad”, hacen lo propio. Los universitarios, con todos los sindicatos de estudiantes más representativos de acuerdo esta vez, acuerdan ponerse en “pie de paz” contra la guerra, manifestándose y perdiendo las clases día si, día también y proclamando a bombo y platillo que pararán la Universidad hasta que no pare la guerra.

Los sindicatos, que en principio dicen representar a todos aquellos adultos que si que ocupan ya puestos decisivos en la sociedad, en el ámbito del trabajo, no son de la misma opinión. Siguiendo las directrices de la Confederación Europea de Sindicatos, pondrán también sus aparatos al servicio del fin de la guerra, pero de la huelga indefinida hasta que no cesen todas las guerras, nada de nada.

Pero a los jóvenes no se les ocurre exigirles a sus compañeros de lucha una medida que podría ser decisiva en este y en muchos conflictos. Aunque a ellos si que les pidan los adultos que lo hagan. También se les ocurre boicotear todos los actos del partido en el poder y en ocasiones (¿o también hay que mentir?), hasta ser los desencadenantes de una espiral de violencia que siempre termina perjudicando a los que hemos optado de por vida a la lucha por la Justicia en el camino de la noviolencia sin componendas y luego nos las tenemos que ver en la calle con las tempestades que se han desencadenado y de las que otros, en la búsqueda del poder político, si sabrán sacar partido. Tamaña desorientación sobre su acción no puede ser culpa suya, sino de un profesorado que hasta les manda secundar paros y huelgas (¿eso no es abuso de cátedra?) sin preocuparse (no ahora, sino desde siempre) realmente de que conozcan, analicen y tomen conciencia en profundidad los entresijos de este sistema, digo sistema, imperialista que padecemos y seguiremos padeciendo (y no me refiero a dos o tres clases “extras” sobre el tema). Nada que objetar en lo referente a la intención personal. Faltaría más. Mucho que objetar en la falta de respeto hacia ellos, en eso de que los jóvenes al final terminen siendo la tropa de asalto de los adultos “enterados”.

No a todas las guerras

También muchos de los españoles que han salido esta vez a las calles han manifestado públicamente no hacerlo tras ninguna de las banderas y los “istas” o los “antis” blandidos en ellas. Quisiera pensar que este cómodo “no a la guerra”, que les ha permitido incluso participar en la primera manifestación de su vida junto a sus hijos, implica el incómodo y necesariamente sacrificado compromiso permanente del “no a todas las guerras”. Quisiera pensar que las acciones de Bolsa que se tienen (y se tienen muchas), y que no pueden crecer en este sistema nada más que de manera injusta e inmoral- no ilegal-, se han puesto al servicio de la causa. Abogo, con todas mis fuerzas por continuar por el “no a la guerra del hambre”, que es la que más víctimas violentas diarias causa en estos momentos a toda la humanidad, y que tiene, en el capricho consumista insolente de nuestros hijos (y hasta de nosotros), el envés más acusador de nuestra desidia para educarnos en el combate contra ella. Y, para ello, os propongo que neguemos nuestro voto en estas y cualquiera de las próximas elecciones, a todos aquellos partidos que no se comprometan, con el compromiso activo y luchador que parece que han puesto ahora con esta guerra, a que desaparezca la madre de todas la guerras: la miseria en el mundo. Fue, paradójicamente, un presidente norteamericano el que dijo aquello de que el hambre era la principal amenaza para la paz. La Justicia y la Moral son indivisibles.

Misioneros denuncian los infanticidios y el aborto de niñas en la India. Víctimas de la tradición o de la pobreza

En la India sigue vigente el fenómeno del infanticidio de niñas, denuncian fuentes misioneras y gubernativas locales especialmente en el medio rural, donde no hay fácil acceso al aborto selectivo.
Al recibir el sábado pasado el doctorado «Honoris Causa» en Derecho por la Universidad La Sapienza de Roma –conferido por su obra en defensa de los derechos humanos–, Juan Pablo II dirigió duras palabras de condena contra esta práctica.

El Papa alzó la voz en defensa del « derecho de venir al mundo de quien no ha nacido aún» y la obligación de proteger a «los neonatos, especialmente a las niñas, del crimen del infanticidio».

En la India, 43 niñas de cada 1.818 neonatos son eliminadas al nacer cada año, según los datos proporcionados por la agencia Misna y otras fuentes misioneras y gubernativas locales.

La costumbre de la dote está entre las principales causas de este fenómeno, puesto que, por ejemplo, un obrero que gana el equivalente a medio euro diario, para el matrimonio de su propia hija deberá entregar una suma de al menos 970 euros.

Según las anteriores fuentes, las recién nacidas son sepultadas vivas o asesinadas con otros métodos, como la asfixia.

«El infanticidio está más presente en las zonas rurales. Sin embargo, el acceso al aborto conduce a los abortos selectivos», explicó a los micrófonos de Radio Vaticana el padre Carlo Torriani, misionero en Bombay.

El fenómeno tiene su origen en que «en la India el hijo varón es muy apreciado porque, según la religión hindú, debe ser el primogénito varón quien lleve a cabo los ritos fúnebres y porque para casar a las hijas existe la costumbre de entregar una dote, cosa que frecuentemente es un gran peso para la familia», añadió el misionero.

Por ello, es muy frecuente también el aborto del feto de sexo femenino, «recientemente facilitado con la identificación del feto en el período prenatal», reconoció.

Para poner freno a esta situación, el gobierno pide a los fabricantes y vendedores de aparatos de ecografías la información de los compradores y de los lugares en que se utilizan.

Sin embargo, no hay aún datos del resultado de esta medida. «Es más, en la zona de Delhi se ha detectado que el porcentaje entre varones y mujeres continúa disminuyendo», confirmó el padre Torriari.

Por otro lado, según describe el sacerdote, se está difundiendo una educación, también a nivel escolar e incluso en la televisión, que muestra que «las niña son útiles, que las mujeres son necesarias para la sociedad, a fin de formar a las personas en el respeto del nacimiento de las niñas».

A la formación de la opinión pública contribuyen igualmente los católicos, que en la India representan al 2% de la población.

«El único estado de la India en el que la equivalencia entre hombres y mujeres es prácticamente igual es precisamente Kerala –recordó el padre Torriari–, donde hay un presencia muy elevada de la minoría católica y cristiana».

En septiembre de 1995, el colectivo autogestión, publicaba el manifiesto: «Por una defensa honrada de los derechos humanos: sí a la vida.»

En toda campaña electoral la demagogia cabalga oscureciendo y pisoteando la conciencia de millones de españoles. Ha sido el gobierno de Aznar quien ha aprobado soterradamente la píldora abortiva RU-486, incluso antes que en EEUU, y ganadas las elecciones (muchos siguen creyendo que el PP no acepta el aborto y por eso le votaron), ha colocado a Celia Villalobos, que siempre ha manifestado estar de acuerdo con el aborto, como ministra de Sanidad. Hasta revistas cristianas pidieron el voto para el P.P. El gobierno de Aznar ha legitimado la política abortista del PSOE.

POR UNA DEFENSA HONRADA DE LOS DERECHOS HUMANOS: SI A LA VIDA. Ante el clima generado por los actuales acontecimientos sociopolíticos y sostenido por los medios de comunicación al servicio de una cultura de muerte.

1. Manifestamos nuestra firme opinión al aborto por razones morales y nos oponernos, asimismo, a todo atentado a la vida desde un planteamiento global y no sectario: guerra del hambre, robo al Tercer Mundo, armamentismo, analfabetismo, tortura, pena de muerte, destrucción del entorno, etc., es decir, a toda explotación del hombre sobre el hombre y a todo tipo de violencia individual, colectiva, o estructural.

2. Denunciamos los argumentos sociopolíticos, económicos y jurídicos que, en el marco de una cultura de muerte pueden sintetizarse en el grito «ni los pueblos deben hacer revoluciones ni las mujeres deben parir» . Regímenes totalitarios (Hitler, Stalin … ) democracias formales (Giscard d`Estaing, Kohl … ) instituciones financieras (Banco Mundial, Fundación Rockefeller …) en diversas épocas se han hecho eco de este grito para su legitimación.

3. Denunciamos el consenso entre partidos de izquierda, centro y derecha por su aceptación plena de los fundamentos del Sistema Económico actual: – El PSOE e IU abogan directamente por el voto proabortista. – Asimismo el PP, CIU y PNV desde su ambigüedad e instrumentalizando partidista y sectariamente en sus planteamientos públicos y parlamentarios «el sí a la vida» cuando electoralmente conviene, defienden realmente una política proabortista. No existen pues enfrentamientos de fondo entre la derecha y la izquierda oficial. Ambos apoyan, con hechos, el no a la vida.

4. Denunciamos a los organismos y conferencias internacionales que, como la de Pekín, declarando cínicamente la defensa de los derechos humanos, el derecho a la vida y los derechos del niño, pretenden ser el encubrimiento del mayor genocidio de la historia: exterminio de pueblos enteros por hambre, esterilización masiva, práctica de mas de 100 millones de abortos al año, inhibición real en las más de 150 guerras que se han sostenido en el Sur desde 1945 para que el imperialismo transnacional afirmara su poder. Y todo ello previamente planificado.

5. Denunciamos la falsa apología que supone identificar la liberación de la mujer, el «progreso» y la democracia con el no a la vida y que convierte el derecho a nacer de los más pobres en un negocio regido por el consenso social, de carácter convencional. De otra manera, ¿cómo es posible que el llamado «nasciturus», pasado un minuto del plazo previsto – diferente además en cada país- ya no sea material biológico desechable? ¿Cómo es posible que, matándolo nacido, sea un crimen y, matándolo antes de nacer sea un aborto?

6. Denunciamos el derecho de la mujer a usar de su «cuerpo» libremente como el derecho de propiedad más absoluto y criminal concebible. No hay en nuestros días una posición más reaccionaria y conservadora que la que defiende el derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido.

Por fidelidad a la historia…

1. – Optamos: por la vida y defendemos los valores de las luchas emancipadoras de los pobres de los siglos XIX y XX: Justicia, Autogestión, Promoción, Solidaridad de la mujer y del hombre en toda su integridad.

2. – Luchamos contra toda explotación del hombre sobre el hombre, del imperialismo sobre los pueblos.

3. – Defendemos que la propiedad no es para nadie un derecho absoluto.

4. – Nos comprometemos en defensa de los mas débiles y por una cultura de solidaridad universal frente a los individualismos y nacionalismos imperantes.

Por fidelidad a la historia luchamos por un cambio profundo de estructuras y por un cambio revolucionario de la conciencia y del corazón del hombre. Por una defensa honrada de los derechos humanos proclamamos ¡Sí a la Vida, a toda Vida!

Firma: Solidaridad Autogestionaria.

Revista Autogestión

Revista Autogestión 153 «Arraigados en lo humano, desafíos de la inteligencia...

Inteligencia Artificial: una ola tecnológica contra los pobres Asistimos a un desarrollo tecnológico con gran impacto en las sociedades donde una de las tecnologías fundamentales...

Revista Id y Evangelizad

Id y Evangelizad 138 «África, tierra de mártires»

África tierra de mártires Editorial Uno de los elementos característicos de la fe cristiana es lo paradójico de sus propuestas. El mensaje que anuncia la Iglesia...