Pakistán el nuevo éxodo de millones de personas

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Pakistán extendió en junio por seis meses el plazo para la salida de los refugiados afganos. Tanto la ONU como el gobierno afgano aseguran que no están preparados para el retorno masivo

Noor Mohammad hace fila desde hace tres días para regresar a Afganistán, aunque sabe con certeza que su vida allí será extremadamente difícil. Huyó hacia Pakistán en el invierno de 1979, poco después de que tropas soviéticas invadieran territorio afgano y helicópteros de combate comenzaran a sobrevolar su aldea. Tenía 12 o 13 años y recuerda el viaje extenuante que hizo con su familia.

«Subimos cerros y nos fuimos hacia el sur. Viajamos durante días, a veces caminando, a veces a caballo o en camiones».

Ahora, 37 años después, debe emprender una nueva travesía, porque está siendo expulsado de su segundo hogar. Su viaje de regreso será algo menos exigente físicamente que el de su adolescencia, pero no mucho más fácil.

Cuando me encontré con él la semana pasada, Noor y su familia habían pasado tres días en una fila de tres kilómetros de camiones que intentaban llegar a un centro de repatriación de Naciones Unidas en Peshawar, ciudad paquistaní cercana a la frontera con Afganistán. Y todo indicaba que aún tardarían días en lograrlo.

La gente estaba enfadada y frustrada. Algunos en la fila dijeron estar en el atolladero durante casi una semana.

Conté más de 200 camiones en las calles en torno al centro de la ONU -cargados de pertenencias, madera y leña- las posesiones de cerca de 400 familias o 3.000 individuos.

El Alto Comisionado de la ONU para Refugiados, ACNUR, y las autoridades de Pakistán admitieron no estar preparados para el enorme flujo de refugiados.

Muchas de estas personas llaman a Pakistán su hogar y saben que Afganistán está muy lejos de proveer condiciones similares de salud, educación y oportunidades de trabajo.

¿Por qué están regresando?

La respuesta está en los cambios de las normas paquistaníes sobre refugiados.

En la década de los 70, el país recibió con los brazos abiertos a los refugiados afganos.

A diferencia de Irán, que recluyó a los refugiados en campamentos y les prohibió participar en política, Pakistán les permitió integrarse a la población local. También los alentó a conectarse con campamentos de islamistas opositores al régimen comunista en la capital afgana, Kabul.

Los refugiados eran predominantemente pastunes y se integraron bien en la población paquistaní de la misma etnia. También llegaron a aceptar la sugerencia de Pakistán de que la resistencia a Kabul se basara en la identidad islámica, más que en el nacionalismo afgano.

Muchos aseguran que Pakistán dio la bienvenida a los refugiados para expandir su influencia en Afganistán, un país que se había acercado tradicionalmente a India. Las autoridades paquistaníes también habrían buscado neutralizar a los pastunes locales que exigían cada vez más autonomía.

Gran parte de los refugiados saben que estarán a la merced de comerciantes expoliadores una vez que regresen a territorio afgano. Los primeros indicios de un giro en la política hacia los refugiados se dio luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, cuando surgió una versión anti Pakistán del Talibán. Desde entonces, la actitud y el discurso de las autoridades paquistaníes hacia los refugiados empezaron a cambiar.

En un comienzo, a pesar de una mayor hostilidad, el gobierno no exigió el regreso de los refugiados. Y si bien Pakistán inició con financiación de ACNUR un programa de repatriación en 2001, ésta era voluntaria.

El cambio definitivo llegó en diciembre de 2015, cuando Pakistán fijó repentinamente un plazo de seis meses para el éxodo de los refugiados. El plazo fue extendido por otros seis meses en junio, pero el gobierno cerró el principal cruce fronterizo en Torkham, impidiendo el regreso de afganos que habían ido de visita a su país, y anunció que prohibiría la salida de afganos sin los debidos documentos. Fueros estas medidas las que convencieron a Noor Mohammad de abandonar el país.

«Algunos familiares que habían ido a Kabul por el verano quedaron varados allí», dijo. Muchas abandonaron casas en ruinas en sus aldeas, pero no podrán pagar un alquiler en Kabul o en otra ciudad afgana.

Otros éxodos multitudinarios en la región

La partición de India y Pakistán, tras independizarse de Reino Unido en 1947, dejó más de 15 millones de desplazados entre hindúes, sijs y musulmanes. Estos últimos en su mayoría se movieron hacia el nuevo estado de Pakistán, y los hindúes, hacia India. Ambos países siguen disputándose la zona fronteriza de Cachemira.

Luego de la partición, Pakistán quedó dividido en Pakistán Occidental (actual Pakistán) y Pakistán Oriental. En 1971, la guerra que se desató por la independencia de Pakistán Oriental (actual Bangladesh) causó que entre 8 a 10 millones de personas buscaran refugio en India.

La decisión de ACNUR de aumentar la ayuda a los repatriados fue un incentivo adicional para familias pobres.

«No tenemos dinero para pagar por pasaportes para todos los miembros de mi familia, unas 40 personas. Así que decidimos que era hora de partir», agregó.

ACNUR también decidió en junio aumentar la ayuda a los repatriados…

«Afganofobia»

El futuro es incierto para muchos refugiados afganos Khalid, un estudiante de 21 años, dice que hay una campaña contra los refugiados afganos en redes sociales. Actualmente cursa una maestría en la Universidad de Peshawar, que culmina a fines de 2017. Khalid y otros cerca de 9.000 estudiantes afganos en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, cuya capital es Peshawar, no saben si se les permitirá finalizar sus estudios. Para Khalid, la decisión de expulsar a los refugiados se debe una «creciente afganofobia en Pakistán».

«Cada vez hay más persecución por parte de la policía», asegura. «También hay una campaña de odio contra los refugiados en los medios de prensa paquistaníes desde que tuvo lugar un ataque del Talibán contra una escuela militar en Peshawar en 2014», agregó Khalid.

El estudiante dijo a la BBC que la campaña se ha extendido a las redes sociales en los últimos meses, con hashtags como #KickOutAfghans (expulsen a los afganos) y #AfghanRefugeesThreat (la amenaza de los refugiados afganos).

«Saben que estamos desesperados»

Las perspectivas para los comerciantes afganos son aún más sombrías. El padre de Mohammad Ismail dejó su negocio de antigüedades en Afganistán y emigró a Peshawar en 1983. La familia comenzó allí un negocio de exportación de antigüedades y alfombras hacia Europa y Asia.

Pero en junio los hijos de Mohammad, que habían ido de vacaciones a Kabul, quedaron varados cuando se cerró el cruce fronterizo de Torkham. Los jóvenes tuvieron que obtener pasaportes afganos y visas para visitar Pakistán, por lo que perdieron el estatus de refugiados. Mohammad debe comenzar desde cero, tal como hizo su padre hace 33 años.

«Mi mayor problema es cómo vender mi stock. Nadie quiere pagar un precio razonable porque saben que estamos desesperados. Y varios clientes compraron a crédito, así que recuperar ese dinero llevará tiempo», dijo el empresario.

Baryalai Miankhel, líder de los refugiados afganos, espera que ACNUR, junto a los gobiernos de Pakistán y Afganistán, introduzca un programa de repatriación en fases, a lo largo de tres o cuatro años. Hay indicios de que esto podría suceder, pero muchos refugiados siguen temerosos.

Miles de comerciantes afganos tienen puestos en el mercado Board Bazar en Peshawar, el mayor mercado de refugiados afganos de Pakistán. Saben que no serán recibidos en territorio afgano por compatriotas con un ramo de flores, sino por comerciantes expoliadores que cobrarán el máximo posible por alojamiento o transporte. Noor Mohammad es consciente de esto.

«Los alquileres de las casas en las ciudades afganas ya subieron de 300 dólares a 400 al mes, y las casas que dejamos en las aldeas están en ruinas». Noor dice que su única opción será construir algún tipo de vivienda precaria «cuanto antes» porque «ya viene el invierno».

En lo que algunos han descrito como un giro cruel del destino, la familia de Noor deberá vivir en una carpa hasta que esté lista esa vivienda. Y esto le recuerda las carpas de la ONU en las que vivió hace 37 años, cuando llegó como refugiado a Pakistán. «Para nuestra familia, no hay otra salida que volver a las carpas», lamenta.

Autor: M Ilyas Khan

Fuente: BBC