Pregunté a los hombres: ¿qué lleváis envuelto en ese fardo, hermanos? Y ellos me contestaron: LLevamos un cadáver, hermano.
Pregunté a los hombres:
– ¿qué lleváis en el fardo, hermanos?
Y ellos me contestaron:
– LLevamos un cadáver, hermano.
Así que les pregunté:
– ¿Lo mataron o murió de muerte natural?
– Lo que preguntas tiene difícil respuesta, hermano. Pero más bien parece haber sido un asesinato.
– ¿y cómo fue el asesinato? ¿acuchillado o con bala, hermanos?, les pregunté.
– No fue un cuchillo ni una bala, ha sido un crimen mucho más perfecto, un crimen que no deja huella alguna.
– Entonces, ¿cómo lo han matado?, pregunté.
Y ellos me respondieron con calma:
– A ESTE HOMBRE LO HA MATADO EL HAMBRE, HERMANO.