PARABOLAS

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HISTORIA DE UNA SILLA , PARÁBOLA DE UNA PIEDRA Y APRENDER A USAR



HISTORIA DE UNA SILLA

Fui creada por el trabajo y el ingenio del hombre para ofrecerle un servicio solidario: proporcionarle una postura en la que parte de su cuerpo podría estar descansando mientras que la otra parte podría estar trabajando. Mi primer diseño fue sencillo: un soporte de madera y tres patas. No hay pilar más firme que tres patas para una superficie. Nunca cojeaba. Y sólo una desproporción muy grande entre una pata y otras me hacía cumplir mal mi función. ¡Qué sencilla era entonces; y cuánto podía servir así a las personas!

¡Cuánto más débil y cansado y viejo y enfermo era mi dueño, más útil y bonito y bello era el servicio que yo le prestaba! Se podía decir con verdad lo que dijo de mi el carpintero que me creo:»¡Venid a mi los cansados y agobiados!»

Pero el hombre, en su afán de desbancar la pericia de mi primer creador, me fue rehaciendo guiado de sus propias tendencias. Necesitaba que fuera más segura y más fuerte. Y entonces me puso otra pata. Y desde entonces no paro de cojear. Necesitaba que fuera más cómoda para su comodidad. Y entonces me hizo un soporte más grande y lo forró de mullidos y esponjosos materiales. Necesitaba que fuera distinguida y diferenciada en el caso de que quien se sentara en mi fuera distinguido. Y me empezó a adornar con todo tipo de ridículos adornos.

Al cabo del tiempo ya no éramos sillas para las personas sino que eran personas para las sillas. Las personas, a base de sentarse en estas sillas, se hicieron casi a su imagen y semejanza: seguras de si mismas, fuertes y frías, comodonas y figuronas.

Por eso ya casi nadie cae en la cuenta cuando me ponen en un autobús, y en un parque, y en el metro, y en una sala de cultura… de que fui hecha en primer lugar para los cansados, los agobiados en la lucha, los mayores, los que trabajan. Y con frecuencia tengo que soportar ser el soporte de los descansados y ver enfrente mía a los cansados que siguen estando de pie.

Y por eso me hace sufrir mucho más, cuando me ponen en la caja de mi carpintero que me creó, que esté antes ocupada por los descansados, o vigorosos o jóvenes traseros que por los cansados. Sobre todo cuanto contemplo la «silla» en que han sentado a mi Padre.

(En memoria de los que dejamos de pie mientras los niños y los jóvenes ocupábamos las sillas)


PARÁBOLA DE LA PIEDRA

Cuentan que un día estaba un viejo parado en la esquina de la calle «matando el tiempo» y riendo como un loco.

– ¿De qué te ríes? Le preguntó un transeúnte.

– ¿Ves esa piedra que hay en medio de la calle? Desde que llegué aquí esta mañana, diez personas han tropezado en ella y han maldecido, pero ninguna de ellas se ha tomado la molestia de retirarla para que no tropezaran otros.

( En memoria de los padres que se quejan de sus hijos cada vez que tropiezan con la piedra, pero no ponen las medidas para que no vuelva a ocurrir. )


APRENDER A USAR y ….

Un marinero y un pirata se encuentran en un bar, y empiezan a contarse sus aventuras en los mares. El marinero nota que el pirata tiene una pierna de palo, un gancho en la mano y un parche en el ojo. El marinero le pregunta «¿Y cómo terminaste con esa pierna de palo?». El pirata le responde «Estábamos en una tormenta y una ola me tiró al mar, caí entre un montón de tiburones. Mientras mis amigos me agarraban para subirme un tiburón me arrancó la pierna de un mordisco». «!Guau! -replicó el marinero- ¿Y qué te pasó en la mano, por qué tienes ese gancho?». «Bien… -respondió el pirata-; estábamos abordando un barco enemigo, y mientras luchábamos con los otros marineros y las espadas, un enemigo me cortó la mano». «¡Increíble! -dijo el marinero- ¿Y qué te paso en el ojo?». «Una paloma que iba pasando y me cayó excremento en el ojo». «¿Perdiste el ojo por un excremento de paloma?», replicó el marinero incrédulamente. «Bueno… -dijo el pirata- … era mi primer día con el gancho».

(Algo parecido pasa con el silencio. Estamos como el pirata desentrenaos y quizás estemos fastidiando a otros que lo necesitan. El silencio es el primer paso para la higiene de la conciencia. Y tantas veces pronunciamos su nombre que desaparece….)