Dentro del panorama preocupante del mundo del trabajo, hemos de pararnos en ver un colectivo que pasa más inadvertido (que el juvenil), bajo el radar de la opinión pública, pero que sufre una situación muy preocupante: los parados de larga duración de más de 45 años, en especial los que tienen menos estudios
En España hay ahora mismo más de 1,7 millones de mayores de 45 años que están en paro. De ellos, algo más de 250.000 llevan entre uno y dos años en paro y casi un millón llevan más de dos años. Es decir, el 72% de los desempleados de más de 45 años entran en el grupo de «larga duración». ¿Qué perspectivas tienen? Pues no muy buenas en un sistema que les arrincona y margina. A pesar de la experiencia de muchos de ellos, de sus capacidades para aportar a la sociedad.
Este es un tema fundamental que no estuvo sobre la mesa de los partidos ni ocupa todo el espacio que debería en los medios: Es una enorme pérdida de talento para toda la sociedad…
Este desperdicio se puede explicar con miles de cifras. Quizás una de las más claras sea con la foto que mezcla la tasa de empleo (personas entre 16 y 65 años que trabajan), tasa de desempleo (población activa sin un empleo) y tasa de actividad (personas de entre 16 y 65 años que están en el mercado laboral). España tiene una tasa de empleo del 56%.
Entre los mayores de 50, aunque la tasa de empleo se mantiene constante lo ha hecho a costa de la tasa de paro. Es decir, hay muchas más personas de este grupo de edad que quieren trabajar (son activos) y no lo consiguen. El nivel de frustración que acumulen todos ellos es fácil de imaginar.
Los recientes informes de Cáritas expresan cómo la espiral de marginación y paro cronifican estas situaciones. Si a esto añadimos el crecimiento del número de millonarios en nuestro país la situación se hace angustiosa y urgente.
La gran pregunta es, ¿podemos imaginar una economía que tenga a las personas en el primer lugar?
Autor: Juan Rodríguez