100.000 cristianos son asesinados cada año en el mundo bajo un silencio vergonzoso de los grandes medios de comunicación social. El siglo XX ha sido el siglo de más mártires en toda la historia.
La persecución es especialmente virulenta en países como Corea del Norte, Somalia, Siria, Irak, Afganistán, Arabia Saudí, Maldivas, Pakistán, Irán y Yemen En Tierra Santa y Oriente Medio, el exilio de cristianos perseguidos ha sido tal que en muchos países árabes se corre el riesgo de quedar sin población cristiana. Los cristianos sufren atentados y todo tipo de presiones para abandonar su tierra. En China, se destruyen templos por temor al constante crecimiento de los católicos de ese país. En India, los cristianos pertenecen en su mayoría a los estratos sociales más bajos y son considerados y tratados como ciudadanos de segunda clase.
La libertad religiosa está amenazada en muchos países. Cárcel, clandestinidad, discriminaciones de todo tipo, perdida de trabajo, suele ser la vida cotidiana de muchos cristianos en el mundo. En Europa se intenta sacar la religión de los espacios públicos, y en nuestro país se ridiculiza a la Iglesia en los medios de comunicación social y se la ataca desde los partidos políticos, exigiendo la revisión de los acuerdos con la Santa Sede o la retirada de las clases de religión en los colegios públicos. A nivel internacional, la ONU lleva realizando una campaña contra la Iglesia católica, tratando de imponer su política antinatalista.
Y en medio de toda esta persecución, el número de católicos no deja de crecer. El florecimiento se da especialmente en países empobrecidos. África, Asia e Iberoamérica son los continentes donde más ha aumentado el número de católicos. Hoy la Iglesia es mayoritariamente pobre y perseguida. Su denuncia incesante de las injusticias, su lucha contra el Imperialismo del dinero, que genera cada año millones de víctimas, la ha posicionado a favor de las víctimas y enfrente de los poderosos. Allí donde se atacan los derechos fundamentales del hombre, especialmente de los más débiles, está presente la voz de la Iglesia y el testimonio de muchos cristianos que están dispuestos a derramar su sangre por su fe en Jesucristo. Un testimonio de vida asociada que hace realidad la comunión entre los hombres. Frente a la violencia, la mansedumbre de los débiles, frente el poder que oprime, el servicio y la entrega generosa, frente a los totalitarismos de todo tipo, la libertad que da la verdad.
La fuerza poderosa del amor que vence al mal con el bien. La fuerza de los débiles, de los pequeños, y que transforma la historia y nos llena de esperanza.
Editorial de la revista Autogestión