Con los pobres de la (isla de) Tierra… quiero yo mi suerte echar…
Corromperse significa, según el diccionario, pudrirse. Se puede decir, pues, que cuando el parlamento de un país que se dice democrático, viola los derechos humanos, es un parlamento corrupto. Los partidos del arco parlamentario están de acuerdo con violar los derechos humanos de los inmigrantes. Por tanto, están podridos.
La vida de un inmigrante africano es mucho más dura de lo que en Europa percibimos. Atravesar África para llegar a Europa (viaje que, debido a la situación del continente, a un empobrecido le puede llevar meses o años), con frecuencia conduce a la muerte a muchos de ellos, a la ruina a muchos otros, a humillaciones, a caer en redes mafiosas… Las mujeres, con frecuencia, son violadas (por eso suelen llegar embarazadas o con niños recién nacidos) y prostituidas (pueden acabar en prostíbulos europeos, españoles).
Lo normal es que los pasajes para cruzar de un país a otro se paguen según la ley de la oferta y la demanda: Cuanto más lo necesites, más dinero te pedimos. Así, el más desesperado, el que menos recursos posee, termina pagando todo lo que tiene (y parte de lo que no tiene) por acceder a un autobús destartalado, o por subirse a una patera. Y tendrá suerte si este vehículo hace el viaje correctamente, sin accidentes, sin chantajes de última hora, sin asaltos de bandidos…
El viaje es un infierno y el objetivo del sacrificio que supone es sacar a sus familias de la miseria. Miseria producida por las multinacionales estadounidenses, europeas, chinas… que saquean el continente africano. Multinacionales que expolian, explotan, corrompen y destruyen al continente más rico en materias primas de todo tipo. Multinacionales legales, aquí en España.
En Europa no nos damos cuenta (porque no queremos darnos cuenta) de que la mayoría de estos inmigrantes no llegan a su destino. Países como Marruecos, Argelia o Libia, donde los derechos humanos son violados sistemáticamente, hacen de gendarmes de la UE. Persiguen, encarcelan y deportan inmigrantes… Si es que podemos llamar “deportación” a dejar a un hambriento en mitad del desierto, abandonado a su suerte.
Los 73 inmigrantes que llegaron al peñón español llamado Isla de Tierra han pasado por las penalidades antedichas durante el trayecto. Han visto morir a compañeros de viaje, han pagado la totalidad de sus pertenencias, han dejado a sus familias, han sufrido estafas y persecuciones… todo por llegar a España. Todo por darles a los suyos una esperanza.
Y el gobierno español, con el consentimiento de los partidos del arco parlamentario, ha considerado que esas personas eran ganado sobrante. Y como ganado sobrante, los 73 hombres y mujeres empobrecidos han sido entregados a Marruecos (esa “democracia”), para que se “encargue” (deshaga) de ellos.
Marruecos, ducho en la violación de Derechos Humanos, ha cogido ese “ganado sobrante” y lo ha dejado tirado en el desierto, a 30 kilómetros de la ciudad más cercana. Muchos de esos inmigrantes volverán y tratarán de llegar a España de nuevo. Pero en pleno desierto, hambrientos, debilitados, soportando la asfixia de un aplastante sol, sin agua ni ningún tipo de provisiones… recorrer esos 30 kilómetros sólo lo harán los más fuertes, los más enteros. El resto morirá. Los 73 inmigrantes lo saben. Ha pasado muchas veces. Han sido testigos de situaciones similares, han visto morir a compañeros de viaje… También lo sabe el gobierno de Marruecos, por eso los envía allí: es una condena a muerte, camuflada de repatriación. Una forma de matar sin mancharse las manos. Pero también lo saben los gobernantes europeos. También lo sabe el gobierno español. También lo saben los demás partidos del arco parlamentario que se han lavado las manos, o bien han aplaudido al PP, ofreciéndoles su apoyo.
Especialmente sangrante ha sido el apoyo que el PSOE le ha brindado al PP en el asunto, llegando a presumir de que ellos habrían resuelto mejor “el problema” y se habrían evitado “disgustos”. Es más, critican al PP no tener relaciones lo suficientemente amables con Marruecos. Es decir, esos que se dicen demócratas, socialistas y obreros, le piden a la derecha que sea más amable con un país que viola sistemáticamente los derechos humanos. Que la derecha sea más amable con la ultraderecha… porque ellos sí que lo serían, si las urnas les dejaran. ¡Este es el panorama de la izquierda oficial en España!
Obviamente, esto es corrupción; esto es antidemocráctico, esto es inmoral… y hasta resulta que es ilegal. La corrupción parlamentaria es tan alta que se han saltado la Ley de Extranjería… ley que ellos mismos hacen, modifican, deshacen… Ni siquiera respetan sus propias leyes. Total, ningún juez les va a juzgar…
Al tiempo, un tal Sheldon Adelson, cuya empresa está siendo juzgada en EEUU por blanqueo de dinero, es recibido bajo palio por los representantes de la comunidad de Madrid y Barcelona (cuyos partidos forman parte del Parlamento español), para que instale aquí o allí, según él mismo decida, ese nicho de mafias y prostitución que será el llamado Eurovegas. Muchas de las esclavas sexuales que ejerzan su esclavitud en el complejo que Sheldon Adelson pretende implantar y mantener a base de explotación laboral y evasión de impuestos, serán inmigrantes. Y su historia no distará mucho de la de las mujeres que forman parte de ese grupo de 73 personas que PP, PSOE y demás partidos parlamentarios han tratado como ganado. Esta es la realidad de la “democracia” en España.
El Parlamento español está corrupto, es decir: podrido. Y no escribo aquí los nombres de las personas institucionalmente podridas que componen el parlamento, y los de los ministros que forman el gobierno, porque se alargaría demasiado el artículo. Pero buscar sus nombres es fácil. Muchos salen por la tele casi a diario. Todos y cada uno deberían estar en la cárcel. O en los mismos campos de concentración que llaman “CIEs”, donde encierran a los inmigrantes cuando no pueden entregárselos directamente a Marruecos.