Poesías solidarias con las víctimas de todo terrorismo

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Colección de poesías solidarias en defensa de la vida. Envíanos poemas que defiendan la vida contra toda violencia…


publicado en Solidaridad.net
13-03-2004

LLEGÓ CON TRES HERIDAS

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Miguel Hernandez

11 DE MARZO

Tras el diabólico estruendo
Entre amasijos de hierro quedaron atrapados,
carbonizados, esparcidos por el andén…
El niño asustado pregunta:
¿Mamá nos vamos a morir?

El olor a azufre impregna el viento
que trae la malanueva de corazones mutilados…
de cuerpos desnudos, destrozados.
¡Qué macabro espectáculo de sangre!,
¿Mamá nos vamos a morir?

Segundos eternos de ensordecedor tormento,
los que caen son pisoteados,
la gente escapa despavorida.
¿Tengo ojos?¿Tengo cara?
¿Cómo estoy?¿Qué me falta?

¡Maldito mercader de la muerte!
Todo hombre indiferente
insensible a tanto dolor
porque niega al Dios de la Vida
porque niega al Dios del Amor

Todo envuelto en humo negro,
hecha jirones la piel de la gente,
los cuerpos esparcidos, despedazados.
El tren vivió el infierno aquí en la tierra.
¿Y mamá?, ¿Dónde está máma?

No lo olvidaré nunca, compañero
gritaba un emigrante. ¡Sacamos a un niño
y se nos ha muerto en las manos!.
¿Por qué tanta barbarie?
¿Por qué, Señor?

Tras la infernal explosión
la manos de ángeles llegaron
Cuanta más negra era la noche
más generosa fue la entrega…
Y trabajaron a destajo
hasta caer rendidos, exhaustos.

¡Maldito mercader de la muerte!
Todo hombre indiferente
insensible a tanto dolor,
porque niega al Dios de la Vida,
porque niega al Dios del Amor

¡Oh recuerdos que estremecen!
¡Oh dolor que atormenta cada noche!
En esta hora cero de la memoria,
en esta hora cero de la inocencia.

Y en la memoria solidaria de los pueblos,
en el crisol del mestizaje
de tanta sangre derramada, de tantos pueblos,
que este dolor se convierta en virtud
para luchar por un mundo justo,
más repirable y fraterno.

Atocha, El Pozo y Santa Eugenia
las tres estaciones de la muerte:
Madrid está de luto.
Familias como la tuya, la mía, destrozadas.
¿Tendrán los asesinos familia?
¡Cain ¡¿Qué has hecho de la sangre de tu hermano?

Dales, Señor, el descanso eterno
y brille sobre las víctimas la luz eterna.

Francisco Sandalio

PARA LA LIBERTAD SANGRO

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

Miguel Hernandez

SENTADO SOBRE LOS MUERTOS

Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo sostiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué comer,
y el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente….

Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.

Miguel Hernández

AL FIN DE LA BATALLA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…

Cesar Vallejo