‘O pasas por el aro y detienes a extranjeros’, o las pagas. La denuncia de D.C., policía nacional en ejercicio, difícilmente puede ser más clara. Es la realidad de muchos agentes: si no cubren el cupo de extranjería (detenciones), no reciben el complemento económico de productividad y se arriesgan a que les den servicios que el resto de compañeros no quieren: turnos de noche, vigilancia en calabozos…
(extracto)
D.C. es agente de la Policía Nacional. Desde hace años, recorre las calles para combatir la delincuencia, pero, últimamente, las órdenes que recibe le han puesto contra la espada y la pared: si no detiene a más extranjeros, sufrirá las consecuencias.
«No te dan nada por escrito -cuenta-, pero lo dejan caer: Hay que hacer más detenidos para cubrir el cupo de extranjería, y cobrar el complemento de productividad. Con la ley en la mano es legal, así que revisan tus estadísticas de detenidos, y económicamente te presionan para que cumplas los objetivos. Si detienes a un número X de extranjeros, te dan el plus económico. Si, por sistema, detienes a pocos, te van haciendo la vida imposible, para que cambies de actitud, o para que hagas lo que nadie quiere: te cambian de turno, te ponen de noche, trabajas más fines de semana, te llevan de seguridad a los calabozos… Así que, o detienes inmigrantes, o te degradan». D.C. ha sufrido ese sistema correctivo: de tener turno de tarde, le cambiaron al de noche; después, le dieron más fines de semana de lo común, y finalmente, él mismo optó por quedarse en los calabozos: «Prefiero hacer lo que nadie quiere, a hacer algo que no está bien».
Aunque el caso de D.C. no es único, tampoco es frecuente: «Hay compañeros que no aceptan la situación, pero la mayoría traga con lo que le piden, aunque no le guste. Todos sabemos que, o pasas por el aro y detienes a extranjeros, o te putean». El agente explica que se hacen redadas en parques, en bares, por la noche, «y eso está bien para ciertas cosas, pero cuando no llegan al cupo de detenidos, hay compañeros que van a la salida de los colegios o a las colas de los comedores sociales. Eso es ahuyentar a la gente para que no se atrevan ni a ir a comer».
D.C. reconoce que, «a veces, detienes extranjeros con antecedentes», pero lamenta que, «otras muchas, detienes a gente normal, currantes que buscan sacarse las castañas del fuego».