El mundo entero acaba de estremecerse con la noticia de que dos barcos mercantes habían abierto una vía de navegación por el Ártico, lo que demostraba que el calentamiento global estaba derritiendo los hielos perpetuos del Polo Norte.
Fuente: El periodista digital
Lo que ocultó cuidadosamente su divulgador, Seth Borenstein, informador climático de la Agencia AP, es que se conocen pasos marítimos por el Ártico al menos desde 1877, pero que son tan variables según las condiciones meteorológicas que sin una tecnología recién elaborada sólo pueden sortearse con suerte o por casualidad.
Richard Courtney, científico del IPCC, el panel climático de la ONU y disidente de los alarmismos, rechazó que esté ocurriendo algo anormal en el Polo Norte, y menos a finales del calor veraniego, cuando puede navegarse si se conocen previamente los canales con menos hielo.
Los dos barcos mercantes que atravesaron el casquete polar iban precedidos por rompehielos rusos, uno de ellos nuclear y, sobre todo, orientados por un nuevo sistema de observación satelital que permite descubrir las áreas de hielo poco denso.
El viaje no podrá volver a repetirse hasta el próximo verano porque el frío invernal creará nuevamente gruesas capas de hielo.
Para Courtney, la noticia sobre el Polo Norte derritiéndose es «pornografía ecologista«, aunque también lo parezca que él permanezca en el IPCC, cuando quienes critican los alarmismos sobre el calentamiento global abandonaron este organismo, en el que sólo quedan medio centenar de verdaderos científicos: sus demás componentes, unos 2.500, son políticos y militantes ecologistas.
Mientras, y frente a la tesis del calentamiento global, está el inexplicable crecimiento del hielo en el Polo Sur o Antártida, sobre el que callan los alarmistas porque quizás no estemos ante un calentamiento, sino ante un enfriamiento que rompe todos sus esquemas.