¿Por qué EEUU y UE se oponen a China como economía de mercado?

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Con frecuencia políticos y analistas en Estados Unidos y Europa presentan a China como un ejemplo de las virtudes del mercado sobre la economía planificada

Según estos adalides, fue el «giro capitalista» que dio el gigante asiático con el entonces mandatario Deng Xiao Ping en la década de los 80 el que lo convirtió en la segunda potencia mundial 30 años más tarde.

Pero en la Organización Mundial del Comercio (OMC), Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se oponen abiertamente a concederle a China el estatus de «economía de mercado», actitud que Pekín ha criticado duramente.

El enfrentamiento llega en un momento delicado con una economía mundial estancada y un comercio global en su peor momento en años.

Gregory Shaffer, director del Center on Globalization, Law and Society (Centro sobre la Globalización, Derecho y Sociedad) de la Universidad de California, en EE.UU., le explicó a BBC Mundo lo que él considera el problema de fondo.

«No es una cuestión ideológica. Es un tema clave que tiene que ver con el dumping, que sucede cuando un país vende un producto a otro a menor precio que el que tiene en su propio mercado interno. En el marco legal de la OMC es más fácil iniciar una demanda por dumping contra un país que no está clasificado como economía de mercado porque el país que demanda tiene bastante discrecionalidad a la hora de calcular el precio en el mercado interno del país exportador. Pero el conflicto que puede desatar es también un peligro para la economía global», señaló Shaffer.

Diplomáticamente el problema es que, según China, el acuerdo de incorporación a la OMC de 2001 incluía una cláusula por la que el país recibiría automáticamente, en 15 años, el título de «economía de mercado». En diciembre de 2016 se cumple el plazo.

Muchos países han reconocido con antelación a China como «economía de mercado», pero Estados Unidos y la UE tienen otra interpretación de la cláusula invocada por China.

En el marco de la Octava Reunión para el Diálogo Estratégico y Económico entre China y Estados Unidos, el secretario del Tesoro de estadounidense, Jack Lew, plantó bandera en Pekín esta semana al señalar que el Departamento de Comercio de su país sería el encargado de decidir si China era una «economía de mercado».

En Europa, el 12 de mayo el Parlamento aprobó una resolución en la que establecía que China no puede ser tratada como economía de mercado.

«Si Estados Unidos y la Unión Europea no cambian de posición, China tendrá que iniciar una acción judicial en contra de ellos en el marco de la OMC. Esta demanda será considerada por un panel de tres jueces y podrá ser apelada. El proceso durará unos dos o tres años», señaló Shaffer. El tiempo que necesitan tanto Estados Unidos como la UE para hacer frente a la guerra internacional del acero.

China y el desempleo

En abril decenas de miles de trabajadores metalúrgicos alemanes salieron a las calles para protestar contra las importaciones baratas de acero de China.

Alemania es el séptimo productor mundial de acero y su industria, que emplea a 87.000 trabajadores, ha sentido el impacto de la competencia china.

En el Reino Unido, la firma siderúrgica Tata Steel está en negociaciones con el gobierno para evitar un cierre que dejaría a 15.000 trabajadores en la calle.

En febrero, más de 5.000 trabajadores de 18 países europeos exigieron en Bruselas que la UE se oponga a que se le conceda status de «economía de mercado» a China.

La temperatura no es menor del otro lado del Atlántico en este año electoral estadounidense. En la apertura de la reunión bilateral con China el secretario del Tesoro Lew delineó las demandas de su gobierno.

«El exceso de producción tiene un efecto distorsivo en el mercado global. China tiene que implementar políticas adecuadas para reducir sustancialmente la producción en una serie de sectores, entre ellos acero y aluminio», indicó.

¿Dumping?

El ascenso de China a primer productor mundial de acero fue paralelo a su incorporación a la OMC en 2001.

En 2011 producía un 45% del acero mundial concentrado en empresas estatales alimentadas con subsidios y créditos de bancos del sector público. Desde este período hasta la fecha arreciaron las demandas contra China de Estados Unidos y la UE en el marco de la OMC.

Ante la creciente presión internacional y el cambio de modelo exportador y manufacturero a otro más basado en el consumo y los servicios, el gobierno chino anunció en enero que eliminaría unos 400.000 empleos y reduciría la producción de acero en 100 millones de toneladas (casi un 40%) en un período de tres a cinco años.

El plan no contentó a Estados Unidos, que en marzo impuso un alza del 266% en impuestos antidumping sobre algunos productos siderúrgicos chinos.

Con una economía en desaceleración desde hace dos años y un mercado laboral que anualmente incorpora 10 millones de personas, China argumenta que una reconversión del sector exige tiempo.

Pero ni la Unión Europea, sacudida por numerosas crisis internas, ni Estados Unidos, en plena fiebre electoral, ni mucho menos los trabajadores afectados tienen tiempo para adaptarse a los ritmos chinos.

Resolver una disputa de esta envergadura en épocas de vacas flacas es un problema adicional que está poniendo en peligro el nuevo orden comercial alcanzado tras la caída del muro de Berlín.

La OMC en la cuerda floja

En 1995 la OMC sustituyó el acuerdo que había regulado el comercio internacional desde 1948 en el marco del orden global surgido después de la segunda guerra mundial.

China tiene que implementar políticas adecuadas para reducir sustancialmente la producción en una serie de sectores, entre ellos acero y aluminio

Condenada por muchos como una organización a medida de los poderosos y las multinacionales, reivindicada por otros como una nueva fase realmente multilateral del comercio global, la OMC perdió el lugar preeminente que ocupaba en los 90.

El fracaso de la última ronda de liberalización del comercio mundial, la llamada ronda del desarrollo o ronda de Doha, lanzada en 2001, ha relegado a la organización a un segundo plano. La agenda comercial internacional está centrada hoy en una multitud de acuerdos bi y multilaterales negociados por fuera de la OMC, como la Alianza para el Pacífico o la negociación que conducen Estados Unidos y la UE para un tratado de libre comercio.

A pesar de ello, la joya de la corona que sostiene la OMC es su capacidad para actuar como árbitro de disputas comerciales.Esta capacidad se basa en su comité de jueces independientes que tienen que pronunciarse en caso de que los países no logren una resolución del problema.

Sin precedentes

Este mayo, en una iniciativa sin precedentes, Estados Unidos señaló que bloquearía el nombramiento de uno de los jueces de la corte de apelación, el surcoreano Seung Wha Chang, debido a que no estaba de acuerdo con sus fallos.

El anuncio generó revuelo en el interior de la OMC y una amenaza de Corea del Sur de bloquear cualquier nombramiento alternativo, con el potencial peligro de parálisis interna.

«Politizar un nombramiento de esta manera genera una seria crisis de legitimidad. El mensaje latente de Estados Unidos es que no cumplirá con las reglas si no le conceden discrecionalidad en su actuación», señala Schaffer.

«Difícilmente China se cruzará de brazos ante esta situación. Sumado a la tensión que está generando el debate sobre el estatus de economía de mercado de la nación asiática, estamos ante un horizonte de guerra comercial abierta en la que los mecanismos de mediación son erosionados de tal modo que pueden volver totalmente irrelevante a la OMC», indicó el experto.

Autor: Marcelo Justo