La familia está llamada a ser fuente de Solidaridad en nuestra sociedad, no hay familia sin vida solidaria, sin vida entregada a los otros. Hoy el exilio y la migración de millones de personas por el hambre o las guerras son la realidad de injusticia en la vida de las familias.
La familia es agredida de múltiples formas y en distintos ámbitos; en el trabajo, en la economía, en lo cultural, en lo espiritual..sobretodo aquellas que sufren el hambre, el paro, la esclavitud, las guerras y cualquier atentado a la vida humana, como el aborto.
El Papa Francisco recientemente ha denunciado la necesidad de “viviendas dignas” para todas las personas del planeta que carecen de techo por lo que demandó a las autoridades políticas a hacer todo lo posible para que las personas tengan un hogar..algo fundamental para la familia, una vivienda.
Hoy día de la familia, recordó el Papa: «El Evangelio nos presenta la Sagrada Familia sobre la vía dolorosa del exilio, en búsqueda de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por el miedo, la incertidumbre y las molestias. Desafortunadamente, en nuestros días millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad», afirmó.
guillermorovirosa.es nos decía que la familia debe ser esa comunidad, ese instrumento que Dios nos da para poner en el centro a los hermanos.
El modelo de familia que nos impone el Imperialismo es una familia narcisista: a la medida y en función del “yo”… pero si queremos apostar por una nueva familia para una nueva sociedad, la familia debe salir de sí misma, asumir el riesgo, vivir el amor adulto de hombres libres.
En la cultura obrera y cristiana, nuestros padres y abuelos han podido vivir la familia como fuente y escuela de solidaridad y ello por necesidad… no huyeron del sufrimiento ni del sacrificio, no buscaron reconocimientos sino que buscaron el último lugar, pusieron en primer lugar al más débil (niños y ancianos)… Estas familias fueron respuesta a su tiempo: la familia patriarcal rural y la familia nuclear industrial.
Hoy la respuesta a esta sociedad postindustrial y de la tecnología pasa por familias asociadas que vivan la solidaridad de forma cotidiana e institucional, en lo pequeño y en lo grande, incorporando varias generaciones, cultivando la complementariedad y creando respuestas entusiasmantes para los hijos durante todo su crecimiento.
La familia cristiana será testimonio si cultiva , como fruto de una intensa vivencia del Señor en la oración y en los sacramentos, la humildad, el sacrificio y la pobreza.
La familia que quiera ser escuela de solidaridad y afrontar las agresiones del sistema imperialista debe encontrar con otras familias nuevas formas de vida con un Ideal común y unos compromisos sociopolíticos de transformación de las estructuras injustas e insolidarias desde la solidaridad equivalente y la encarnación en los empobrecidos de la tierra.
Sólo poniendo en el centro los problemas de los últimos de la Tierra nuestros problemas se harán pequeños y experimentaremos (al igual que experimentaron nuestros padres y abuelos) que la vida sólo tiene sentido cuando se entrega por un Ideal mayor.
Sólo así seremos esperanza para nuestro mundo, para los empobrecidos de la tierra… pero también para nuestros hijos.
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