El FMI, que en un informe de mayo de 2006 hizo un estudio sobre la privatización de las cajas españolas (en la época en que Rodrigo Rato era su presidente), exigía las fusiones antes de junio de 2010.
Lo primero que cabe preguntarse es a quien ha interesado que en tan poco tiempo hayan desaparecido la mayoría de las cajas de ahorro que existían en nuestro país; qué presiones se han ejercido para que este proceso se llevase a cabo con tanta rapidez y tan antidemocráticamente.
Hemos asistido a una campaña mediática patrocinada por la gran banca a través de los medios de comunicación, controlados por ellos, cuestionando la solvencia, viabilidad futura y, sobretodo, la naturaleza jurídica de las Cajas de Ahorros. Ha habido declaraciones de todos los agentes políticos y económicos, nacionales e internacionales, de todos los partidos políticos y hasta de los sindicatos, que la han justificado.
Sin embargo, la situación de las cajas tras la caída del boom inmobiliario no era muy diferente a la que tenían los bancos por mucho que desde los medios de comunicación nos hayan hecho creer lo contrario. No hay nada en la experiencia acumulada, o en el análisis de la naturaleza de las Cajas de Ahorros españolas, que permita concluir que tienen debilidades inherentes e inmutables que las condenen a una transformación radical semejante a su desaparición. En la larga historia de las cajas han sido escasísimos los supuestos en los que éstas han tenido que acudir al Fondo de Garantía de Depósitos, mientras que las quiebras de bancos han sido mucho más numerosas.
Lo cierto es que en el año 2009, en el que se empieza a inyectar dinero público y apoyo financiero al sistema, las cajas ganaron 4.426 millones de euros. Lo que preocupaba no es que perdieran dinero, sino que no ganaron más que el año anterior pues sus beneficios descendieron en un 34,2 %. Al igual que la banca, tuvieron que dotar más de 10.000 millones de euros en provisiones por créditos de dudoso cobro, principalmente el concedido a la construcción, a la morosidad de las inmobiliarias y a los vencimientos de los préstamos que habían recibido del exterior y que ahora tenían que devolver.
Lo cierto es que con más de cinco millones de parados en España, con miles de familias que estaban siendo desahuciadas por no poder seguir pagando la hipoteca y sufriendo penalizaciones enormes por no cumplir plazos, la banca seguía obteniendo enormes beneficios
Emilio Botín, aprovechando el río revuelto, fue el primero que inició una agresiva estrategia comercial de subida de la remuneración de depósitos, para eliminar la competencia. Le siguieron los demás bancos. La desconfianza y el miedo generado les salieron muy rentables. De hecho, sólo cuatro cajas consiguieron a lo largo del año 2010 elevar la cifra de depósitos. Sin embargo, todos los bancos, sin excepción, registraron subidas mayores del ahorro captado entre los clientes. Desde el Santander al Banco Pastor, pasando por BBVA, Popular, Sabadell, Banesto y Bankinter.
El FMI, que en un informe de mayo de 2006 hizo un estudio sobre la privatización de las cajas españolas (en la época en que Rodrigo Rato era su presidente), exigía las fusiones antes de junio de 2010. La otra mitad del sistema financiero -los bancos- han presionado al gobernador del Banco de España para que acelere las fusiones de cajas. El ex ministro de economía del gobierno socialista, Carlos Solchaga y el secretario general de CCOO Ignacio Fernández Toxo, también.
Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco de Santander, apostó porque se permitiera a los bancos comprar entidades con problemas. Dijo también, a propósito de la intervención de Caja Castilla-la Mancha (CCM) en marzo de 2009, de la conveniencia de que no fuera necesaria la reunión del Consejo de Ministros para aprobar un decreto-ley que avalara la financiación de la Caja, sino que existiera un «instrumento de gestión» más rápido y eficaz. Así ocurrió con Cajasur. Demostrando que el banco de Santander manda en este país.
De las pocas voces «oficiales» en contra fue la del ex presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás, que advertía que se quería bancarizar a las cajas sin pasar por el Parlamento ¡Un golpe a la democracia! y que al grito de ¡despoliticemos las cajas! se estaba produciendo unos de los asaltos más espectaculares del gobierno a las cajas.
Hemos asistido a una lucha por el poder que se ha librado entre el poder financiero de bancos y cajas; y entre el poder político autonómico y central. Los partidos y gobiernos autonómicos, cualquiera que sea su color político, se han resistido a perder el control de las Cajas. El imperialismo transnacional ha ganado la batalla. Al final se han cumplido las exigencias del FMI, que las Cajas se abrieran al capital privado internacional, reformando su configuración jurídica. El quid estaba en controlar la mitad del sistema financiero español y la mayoría de los ahorros. Además de numerosas empresas españolas.
Lo mismo que en los 80 se reconvirtieron las grandes industrias y empresas públicas españolas al capital privado, y hoy son grandes multinacionales con una gran concentración de poder a costa del expolio de los empobrecidos. Se ha producido la reconversión de las cajas con aportaciones del Estado. Sus consecuencias serán más paro y explotación laboral y mayor poder económico y político para la banca. Las más grandes como Caja Madrid o La Caixa se han convertido en grandes empresas multinacionales que no lo hubieran sido sin apoyo explicito del gobierno y sin una gran corrupción política. De nuevo el PSOE traidor lo ha hecho posible.