Problemáticas y ética:

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Lo leo entrecomillado en un periódico de Madrid: «Barcelona ha tenido un flujo de entrada de inmigrantes con sus problemáticas y de gente que ha venido de países que seguramente no tienen la ética que tenemos aquí, que ha hecho que el nivel de inseguridad haya subido». Son palabras del presidente de la patronal Pimec, que agrupa a las pequeñas y medianas empresas catalanas

Problemática, según el Casares, es el «conjunto de problemas que presenta una ciencia«. No alcanzo a entender qué tiene eso que ver con los «inmigrantes» o con «su flujo de entrada«. Supongo que el señor presidente dijo «inmigrantes con sus problemáticas«, donde sólo quería decir «inmigrantes son sus problemas«. Del «yo y sus circunstancias» hemos pasado al «yo y sus problemas«. Temo, sin embargo, que la filosofía empresarial, más que preocupada por los problemas que el inmigrante pueda tener, se muestre preocupada por los problemas que el inmigrante pueda causar. Claro que el inmigrante dejará de ser visto como ‘un flujo de problemáticas’ cuando la empresa lo necesite para sacarle partido. Entonces el sociológico «yo con sus problemas» volverá a ser un filosófico «yo con sus circunstancias«.





A ellos, de nosotros, ¿quién los protege?


Con todo, lo más sorprendente del entrecomillado es lo que hace referencia a la ética. Según el presidente de las Pimec, Barcelona habría tenido un flujo de «gente que ha venido de países que seguramente no tienen la ética que tenemos aquí».


Por no saber leer ni escribir, vuelvo a pedir ayuda a D. Julio Casares porque me diga qué es la ética. Y allí se la describe como «parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre«. Dado que no consta que los inmigrantes lleguen a Barcelona con un tratado de filosofía debajo del brazo, he de suponer que el señor presidente de las Pimec intentó decirnos que el código moral de los inmigrantes está por debajo del código moral de los empresarios catalanes.


Pues no se lo crea, señor presidente.


Lo normal es que un pobre tenga una dignidad moral, una altura moral, una grandeza moral de la que usted y yo nunca podremos presumir. A eso añada que el pobre tiene hambre, y que nosotros nunca hemos experimentado lo que esa palabra quiere decir. Añada además que la «inseguridad» que usted y yo podemos sentir, es una broma en comparación con la «inseguridad» a la que hemos condenado al inmigrante. Y una última cosa: mejor será para todos que usted y yo tomemos en consideración los problemas que causamos a los pobres, y no nos asustemos demasiado por los problemas que ellos nos puedan causar. A nosotros, de ellos, ¡nos protege el poder! A ellos, de nosotros, ¿quién los protege?.