Profesión y solidaridad: Curso Emergencia Educativa del Aula Malagón-Rovirosa 2024

1162

El Aula Malagón Rovirosa 2024, celebrada este año en el Seminario San Miguel de Pamplona, ha retomado en el programa la temática de la Profesión y la Solidaridad. En esta ocasión hemos dedicado una Jornada de día y medio a plantearnos la problemática educativa que ha llevado por título “Emergencia Educativa”.  Lo hemos planteado en clave de encuentro formativo.  

Los contenidos de esta jornada.

La temática lo ha convertido en un periodo muy intenso ya que a lo largo de este tiempo tan corto hemos abordado dos tipos de reflexión:

  1. La primera, a partir de ponencias trabajadas previamente de forma grupal, ha girado en torno a las condiciones existenciales en las que se desenvuelve la biografía de los muchachos (niños y jóvenes) que son el sujeto de los procesos educativos en dónde estamos comprometidos todos los que nos hemos juntado. En este sentido hemos trabajado tres caras o perspectivas que nos ayudan a entender su situación: la perspectiva de la socialización en la familia (Ponencia sobre la orfandad); la perspectiva de la socialización mediada por las pantallas; y la perspectiva de la socialización que se recibe en la Escuela Obligatoria.
  2. La segunda reflexión la hemos hecho partiendo de nuestra propia experiencia personal: la experiencia específica formativa de maduración y crecimiento de cada uno de nosotros, y la experiencia como profesionales de la enseñanza. A través de algunas dinámicas de trabajo hemos elaborado colectivamente un mapa de experiencias y claves educativas que nos puedan ayudar a responder a los desafíos y oportunidades que suponen desde el punto de vista educativo- formativo estas condiciones.

 

¿Por qué se denomina el curso EMERGENCIA EDUCATIVA? ¿Qué concepción de Educar estamos manejando?

No podemos menos de interesarnos por la formación de las nuevas generaciones, por su capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal, y por su salud, no sólo física sino también moral. Ahora bien, educar jamás ha sido fácil, y hoy parece cada vez más difícil. Lo saben bien los padres de familia, los profesores, los sacerdotes y todos los que tienen responsabilidades educativas directas. Por eso, se habla de una gran “emergencia educativa”, confirmada por los fracasos en los que muy a menudo terminan nuestros esfuerzos por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar un sentido a su vida

Benedicto XVI

 

La expresión “emergencia educativa” la hemos tomado prestada. Es una expresión que ha sido utilizada por no pocos autores para definir el momento actual desde una de las coordenadas más relevantes y significativas:  la cultural- educativa. Un momento que no dudamos en calificar, tampoco esto es original, de cambio de época (que no de “época de cambios”).

“Emergencia” significa, según el diccionario R.A.E, situación de peligro o desastre que requiere de una acción inmediata. Es decir, se trata de una situación que no admite demora, de una situación que, en caso de no intervención, acabará en desastre, en destrucción no sólo material sino de vidas humanas.

“Educativa”, que va como adjetivo, especifica que la situación a la que nos referimos hay que encuadrarla en el campo de eso que llamamos “educación”.

Y aquí es dónde conviene hacer un esfuerzo de clarificación ya que dicho concepto está lleno de múltiples interpretaciones.

En enero de 2008, Benedicto XVI se dirigió a su diócesis de Roma con una Carta en la que empleó esta expresión que ahora nos sirven de línea argumental. Tomando en consideración no sólo este escrito, sino otros en los que Benedicto XVI se refiere a la educación, ésta vendría a consistir en proporcionar una formación que abarque todas las dimensiones de la persona: individual y social, intelectual, técnica, científica, moral y religiosa. La educación trata de ayudar a las nuevas generaciones de tal manera que se “permita a cada joven tomar confianza en sí mismo, esperar en el futuro, preocuparse de sus hermanos y hermanas y asumir su papel en el crecimiento de la nación, con un sentimiento cada vez más agudo de preocupación por el prójimo”.

Educar es, en definitiva, generar el espacio, el ámbito, las condiciones, las relaciones y los procesos necesarios para que las personas puedan madurar, crecer, escuchar la voz de su conciencia, ejercer la vocación a la que han sido llamadas

¿Realmente estamos en una situación de Emergencia Educativa?

Hemos querido en todo momento partir de situaciones que nos sean muy claras y evidentes para dejar claro que la situación de EMERGENCIA no es una elucubración calenturienta y catastrofista. De alguna manera, todos los profesores tenemos la sensación de que en la sociedad está habiendo un punto de inflexión, una “crisis” (en el sentido más etimológico del término), que aún conteniendo hechos que podrían pertenecer a cualquier otra época, resultan muy significativos de la actual. Al entrar en una clase actual nos encontramos:

  • Niños que pasan hambre.
  • Padres y madres que tienen que sobrevivir con infratrabajos e infrasueldos en un mundo laboral salvaje.
  • Alumnos que cohabitan pisos compartidos. Familias que viven en habitaciones.
  • Padres y madres ausentes, pero ya no por desinterés sino por agotamiento e impotencia.
  • Problemas de salud mental. Estallidos de llantos y crisis de ansiedad. Problemas que superan ya la categoría de problemas y que pueden definirse más bien como trastornos e incluso como patologías.
  • Problemas muy significativos de atención y concentración
  • Un bagaje conceptual muy muy pobre. Falta de léxico. Un problema tremendo para poder expresarse y comunicarse con los demás.
  • Abusos y adicciones a las pantallas.
  • Fatalismo y derrotismo. Escasa o nula resistencia, capacidad de esfuerzo y de aguantar la frustración.
  • Pereza y capricho. No hay obligaciones ni responsabilidades solo deseos e impulsos urgentes
  • Acoso, bullying, violencia (insultos, humillaciones, peleas), vandalismo y destrozo de material, mobiliario e instalaciones. Modelos adultos que el autor no duda en calificar de psicópatas (mundo de los influencers, deportistas, cantantes…). Mucho más machismo que el que encontrábamos antes de los Ministerios de Igualdad.
  • Alumnos educados en la sobreprotección y el paternalismo con todas las consecuencias derivadas de ello: Miedo, ansiedad y estrés cuando se queda “desprotegido” o simplemente “solo” frente a cualquier dificultad. Alumnos que no soportan fallar y que deciden que antes que “hacerlo mal, no lo hago”. Alumnos que no aceptan límites ni normas.

Dispuestos a afrontar adecuadamente los desafíos

Las evidencias en nuestra vida personal también nos dicen que, aún en las condiciones menos adecuadas, la mayoría de nosotros hemos tenido oportunidades para aprender, crecer, madurar en responsabilidad desde la libertad. Así que hemos hecho también el ejercicio de entresacar aquello que, afrontado, reflexionado y dialogado en común, puede convertir nuestro encuentro con los niños y los jóvenes de esta generación en un encuentro educativo en el sentido que hemos señalado al principio.

Lo más importante del encuentro nace de esta convicción: nos educamos juntos (en medio del mundo y de la historia concreta que nos ha tocado afrontar), en familia, intergeneracionalmente, en familia de familias. Nos educamos juntos, cuando cada uno de nosotros, con vocación educadora, abandona la mochila de sus prejuicios, sus maravillosos planes y expectativas, y sus miedos, y se entrega, en actitud de acogida, de servicio y donación, a los otros. Otros que pasan a ser parte de nosotros mismos. Nos educamos comunitariamente, cuando asumimos en libertad responsabilidades y compromisos serios, perseverantes, pacientes.

Y educarnos significa, en estas condiciones que estamos llamados a crear o potenciar, que cada uno de los que formamos parte de esta comunidad descubra en su vida la vocación a la que ha sido llamado de forma única con el objeto de servir mejor al prójimo, a la sociedad, al bien común. Nos educamos siempre que nuestra vida empieza a regirse por el principio de la solidaridad.