Si la prostitución fuera un trabajo ¿se lo recomendarías a tu hija?. Esta es una pregunta que lanzo a todos esos políticos y organizaciones de feministas que 'luchan por legalizar la prostitución'.
Si la prostitución fuera un trabajo ¿se lo recomendarías a tu hija?. Esta es una pregunta que lanzo a todos esos políticos y organizaciones de feministas que «luchan por legalizar la prostitución».
En España ejercen la prostitución entre 300.000 y 400.000 personas, el 90% de las cuales son mujeres y entre éstas el 87% son inmigrantes.
Sepa todo aquel que esté a favor de la legalización de la prostitución que la mayoría de las prostitutas están en situación de irregularidad y a quien beneficiaría realmente la legalización sería, entre otros, a las mafias. De hecho en Holanda la prostitución ilegal y el tráfico de mujeres y niñas se ha multiplicado por tres desde su regulación.
Es evidente que una mujer no elige voluntariamente vender su cuerpo en la calle, y menos un niño o una niña. La gran mayoría son víctimas del tráfico y abuso de los proxenetas que se lucran con su comercio, de los clientes sin escrúpulos que sacian sus primarios instintos con estas mujeres y niñas, y como no, también de un Estado que prioriza sus ingresos económicos por encima de la dignidad de la mujer, aunque luego se le llene la boca hablando de igualdad, de combatir la violencia de género, etc., ¡me río yo de tanta hipocresía y cinismo!.
Gracias a Dios que por lo menos el Vaticano ha pedido que se establezcan leyes estrictas para castigar a los clientes «que alimentan el mercado del sexo» y considera «que la prostitución es una forma de esclavitud moderna, un acto de violencia contra las mujeres, una ofensa a su dignidad y una grave violación a los derechos fundamentales».
Espero, y desde aquí se lo pido a las organizaciones de feministas, que estudien para poder combatir las verdaderas causas de la prostitución (hambre, guerras,… injusticias), para impedir que la tan cacareada legalización triplique el número de víctimas cada vez más jóvenes obligadas a ejercer como objetos sexuales engrosando de este modo las arcas de la seguridad social.
Marta de Hoyos (Pamplona)