Otra subida de la luz en octubre, y ya van tres en lo que va de año (en abril bajó para despistar…).
Estando España entre los países con la electricidad más cara de Europa, y las eléctricas con unos beneficios de miles de millones todos los años, el gobierno de Mariano Rajoy, en línea con los anteriores, justifica la urgencia de todos sus ajustes…
El gobierno, preocupado por la caída de la demanda de electricidad (por la crisis y el mayor control del gasto de familias y empresas) ha inventado la forma de que los consumidores paguemos mucho más por la electricidad, independientemente de que la consumamos o no, aunque nos esforcemos en apagar luces, poner bombillas de bajo consumo o sustituir electrodomésticos por otros más eficientes.
En agosto, además de subir escandalosamente los “peajes” destinados a retribuir las “actividades reguladas” (transporte, distribución y otros más oscuros…) cambió su peso en la factura, de tal forma que subió un 63% el término fijo (el de la potencia contratada) y bajó ligeramente (entre un 0,6 % y un 12%, dependiendo de la modalidad) el término variable (el de la energía consumida). Esto es lo que el Gobierno anunció como una subida del 3,2% para los más de 20 millones consumidores domésticos acogidos a la Tarifa de Último Recurso –TUR- (que ahora rebautizan como Precio Voluntario al Pequeño Consumidor –PVPC-), pero que en la mayoría de las familias rondará un 25%, y en el caso de las más ahorradoras, bastante más. El cinismo del ministro Soria es tal que, queriendo apuntarse un tanto progre, dijo que era una medida para penalizar las viviendas vacías.
En el “mercado libre”, un autónomo con un pequeño taller o local comercial, con una potencia contratada por encima de los 15 kW, sufrió, sólo en agosto, una subida en el término fijo superior al 150%.
Estando España entre los países con la electricidad más cara de Europa, y las eléctricas con unos beneficios de miles de millones todos los años, el gobierno de Mariano Rajoy, en línea con los anteriores, justifica la urgencia de todos sus ajustes en la necesidad de acabar con el mal llamado “déficit de tarifa” (los ingresos recaudados vía tarifa no serían suficientes para pagar los costes del sistema, de las actividades reguladas), el cual continúa engordando desde hace más de 10 años hasta rondar los 30.000 millones de la actualidad, asfixiante no sólo por su volumen, sino también por los intereses que genera.
Han refinado el sistema para exprimir más y mejor a los consumidores, aprobando también la revisión automática de los peajes cuando haya una desviación de los costes del sistema superior al 2,5% de los ingresos, lo que garantiza las subidas de la luz sin que ni siquiera tenga que intervenir el Gobierno
Esto es lo que el ministro Soria llama un “esfuerzo equilibrado”, porque también recorta las retribuciones a las eléctricas para las actividades reguladas (redes de distribución y transporte, generación en las islas…). Las grandes eléctricas ya han empezado su campaña de miedo y auguran una crisis del sector para el 2020 por la falta de inversiones.
Está claro que siempre le toca pagar a los mismos, pero, ¿quién tiene la culpa de ese agujero? Gobierno, eléctricas y prensa oficial coinciden en señalar a las energías renovables, que especialmente la fotovoltaica durante el Gobierno de Zapatero sufrió un “boom” que desbordó sus propias previsiones, animando a especuladores por sus elevadas primas y rentabilidad. Por eso, con la reforma, han decidido suprimir esas primas que los inversores tenían garantizadas por ley durante 25 años. Y también han decidido penalizar el autoconsumo (los ciudadanos producen su propia electricidad) mediante el denominado “peaje de respaldo”, haciéndolo inviable, con la oposición de consumidores y de la propia Comisión Nacional de la Energía (CNE): las grandes eléctricas seguirán sin competencia.
Pero Gobierno, eléctricas y prensa se callan ante las rentabilidades astronómicas de nucleares e hidroeléctricas con miles de millones de euros de sobrerretribución gracias al sistema de subasta del mercado eléctrico, “precio marginal” lo denominan, en el que a las que ofertan más barato se las remunera al mismo precio que las energías más caras con el que se cierra la subasta. O los denominados “incentivos a la inversión” para los ciclos combinados de gas, que son unas auténticas subvenciones a fondo perdido. Como también son auténticas subvenciones encubiertas, o impuesto revolucionario, los miles de millones entregados a multinacionales de intensivo consumo eléctrico, como Alcoa o Arcelor Mittal, en concepto de “interrumpibilidad” (posibilidad de desconectarse de la red en caso de que se necesite la energía), para que les salga más barata la luz, que si ven peligrar amenazan con deslocalizarse. O se inventan los Costes de Transición a la Competencia (CTCs) para amortizar las inversiones de las eléctricas en el paso al “mercado libre”, por la supuesta imposibilidad de recuperarlas, embolsándose miles de millones, por encima del pago establecido legalmente y generando importantes superávits.
Está claro que los sucesivos gobiernos meten como “costes”, que pagamos en los “peajes” de las facturas, todo aquello que les interesa.
Y en el mercado mayorista de la electricidad, donde se subasta el precio del kWh, la competencia es escasa y la reforma no introduce ninguna propuesta para solucionarlo. La manipulación que ha detectado la CNE y la CNC seguirá siendo posible entre las 5 grandes “amigas” de UNESA, que se venden (generadoras) y compran (comercializadoras) entre ellas mismas, con todos los trucos a su alcance.
El lobby eléctrico ha hecho bien su trabajo. El ministro Soria hace una falsa reforma del sector para que los consumidores paguemos más rápidamente un déficit artificial que ellos han creado y tengamos que seguir, como hasta ahora, abonando la energía y todo tipo de costes sobrevalorados, sin control y al alza, en un sistema totalmente opaco, sin competencia alguna, ni siquiera de pequeñas instalaciones generadoras de los propios ciudadanos. Igual que pasó con Felipe González, Aznar, Elena Salgado y tantos otros, ya habrá algún sillón reservado en las eléctricas para pagar tantos favores.
Autor: Julio P.