Los días 17 y 18 de este mes de marzo se reunían en Baden-Baden (Alemania) los ministros de Finanzas y directores de bancos centrales del G-20
El Gobierno alemán expuso la estrategia de su presidencia al frente del G-20, que adelantó hace pocos días el ministro alemán de Finanzas Wolfgang Schäuble a los corresponsales extranjeros en Berlín. Una de esas estrategias sería involucrar a los países ricos en el desarrollo económico de África como vía indirecta de reducción del flujo migratorio.
Wolfgang Schäuble aseguró que ayudar a mejorar las condiciones para incrementar las inversiones en África tendría repercusiones positivas también para Europa, porque reduciría la presión migratoria sobre el continente europeo. Para ello, ha invitado a sus homólogos de Costa de Marfil, Marruecos, Ruanda, Senegal y Túnez a la reunión de Baden-Baden. “El Gobierno alemán -subrayó- está convencido de que África es un continente que requiere un compromiso global. Por eso, hemos insistido en que debemos hacer todo lo posible, tanto a nivel público como privado, para lograr puestos de trabajo en África. La política financiera se ve afectada por la situación política; por eso cuando más estabilidad se logre, más se estabiliza la situación financiera”.
Me parece excesivo que algunos hayan visto en esta propuesta de Wolfgang Schäuble la puesta en marcha de un “Plan Marshall para África”, porque persigue, después de todo, estabilizar la situación financiera en Europa y frenar la inmigración africana.
Es indudable que, mientras la mayoría de la población africana no encuentre en sus países medios de subsistencia, intentará buscarlos en Europa. Es también incuestionable que el empobrecimiento de África, pese a sus cuantiosos recursos, se debe en buena parte a la política agraria europea, que dedica una jugosa cantidad de su presupuesto a subvencionar las explotaciones agrícolas europeas. Con estas políticas proteccionistas, los productos agrícolas africanos nunca serán competitivos.
Hay otro problema que no se quiere abordar: en las últimas décadas ha aumentado escandalosamente el trasvase de capital de África a Occidente. Esta oleada de “emigración” o fuga de capitales, a la que no se pone ningún veto, está diezmando las arcas públicas africanas. Se ha calculado que entre 1970 y 2010 salieron de África 1,7 billones de dólares. Detrás de estas cifras están algunos dirigentes políticos africanos que acaparan los beneficios que proporcionan derivados de la explotación de materias primas por compañías extranjeras. En esta fuga de capitales ha habido cómplices necesarios, entre otros el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como ha puesto de relieve Borja Monreal Gaínza en un documentado artículo publicado en el número especial de Mundo Negro en mayo de 2016.
Los problemas del empobrecimiento de África no se solucionan con más inversiones, si estas se orientan al acaparamiento de tierras y a incrementar la explotación y exportación de materias primas, sino a impedir la fuga de capitales -casi siempre ilícita- y a favorecer la transformación de las materias primas en suelo africano. África no necesita un “Plan Marshall”, sino sobre todo un nuevo Plan para mantener unas relaciones comerciales más justas y equitativas con el resto del mundo y muy particularmente con el continente europeo.
Autor: Gerardo González Calvo