PÁGINAS DE LA HISTORIA
Entre 1939 y 1945 ingresaron en Ravensbrück aproximadamente 132.000 mujeres y niños, 20.000 hombres y 1.000 chicas adolescentes. El campo de concentración de Ravensbrück fue el mayor campo de concentración para mujeres del Tercer Reich alemán.
Su historia de terror comienza en la primavera de 1939, cuando se trasladaron a Ravensbrück las primeras prisioneras desde el campo de concentración de Lichtenburg. En abril de 1941 se incorporó un campo de hombres, que también se encontraba bajo las órdenes del comandante del campo de mujeres. En junio de 1942 se añadió al recinto el llamado Campo preventivo de menores de Uckermark para mujeres jóvenes y niñas.
Dentro de los muros se creó un recinto industrial con talleres de producción para trabajos como confección, tejido y cestería. La empresa Siemens & Halske construyó 20 naves industriales, donde los prisioneros realizaban trabajos forzados a partir de finales del verano de 1942.
Entre los años 1939 y 1945 ingresaron como prisioneros en Ravensbrück aproximadamente 132.000 mujeres y niños, 20.000 hombres y 1.000 chicas adolescentes. Los encerrados en Ravensbrück procedían de más de 30 naciones: Polonia (36%), seguidos de los procedentes de la Unión Soviética (21%), el Reich alemán (18%, incluyendo Austria), Hungría (8%), Francia (6%), Checoslovaquia (3%), los países del Benelux (2%), y Yugoslavia (2%).
Decenas de miles de prisioneros, principalmente mujeres, fueron asesinados en Ravensbrück, o murieron de hambre, de enfermedades o a causa de experimentos médicos. A finales de 1944, las SS (miembros de la Gestapo y policía del Partido Nazi) instalaron una cámara de gas. Allí, entre finales de enero y abril de 1945, las SS asfixiaron con gas entre 5.000 y 6.000 prisioneros
Los jerarcas de las SS clasificaban a las internas prisioneras en Ravensbrück con varias categorías, como presas políticas, presas asociales (entre ellas muchas eran romaníes y sinti), judías, criminales, «perezosas», etc. El número de presas en cada una de las categorías fue variando mucho a lo largo de la existencia del campo.
Las condiciones sanitarias eran pobres y se deterioró considerablemente después de 1943. Las raciones de comida para los presos eran escasas al comienzo, y la cantidad y calidad de los alimentos que las autoridades del campo asignaron a cada prisionera disminuyó aún más después de 1941. En enero de 1945 los barracones estaban terriblemente hacinados, junto con las penosas condiciones sanitarias, dio como resultado una epidemia de tifus que se extendió por todo el campamento. Periódicamente, las autoridades de las SS sometían a las prisioneras a «selecciones» en la que aislaban a las consideradas demasiado débiles o heridas para el trabajo y las asesinaban.
Al principio, las prisioneras «seleccionadas» eran fusiladas, pero a partir de 1942 el SS comenzó a trasladarlas al llamado sanatorio de Bernburg, que equipado con cámaras de gas había servido hasta entonces al régimen nazi como centro de exterminio de las personas con discapacidad física e intelectual. En la primavera de 1942, las SS enviaron a alrededor de 1.600 reclusas y 300 reclusos a Bernburg donde fueron asesinados.
El personal de las SS también asesinó a prisioneros en la enfermería del campo mediante la inyección letal o transfiriéndolos al centro de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Los alemanes gasearon entre 5.000 y 6.000 prisioneros de Ravensbrück antes de que las tropas soviéticas liberaran el campo en abril de 1945.
Uno de los horrores que distinguió el campo de concentración de Ravensbrück fue que, a partir del verano de 1942, un grupo de médicos de las SS lo empleó para someter a los prisioneros a experimentos médicos alejados de cualquier ética. Los doctores de las SS experimentaron con el tratamiento de heridas con diversas sustancias químicas (como sulfanilamida) para prevenir infecciones. También probaron varios métodos de trasplante de huesos, usando en sus experimentos las amputaciones. Las SS seleccionaron a cerca de 80 mujeres, en su mayoría polacas. Muchas de esas mujeres murieron como resultado de los experimentos nazis, y las supervivientes a menudo sufrieron un daño físico permanente. Esos mal llamados doctores nazis también llevaron a cabo experimentos de esterilización en mujeres y niños, muchos de ellos romaníes (gitanos), en un intento de desarrollar un método eficaz de esterilización.
Como si no tuvieran límites en su sadismo, en 1942 las SS comenzaron a abrir burdeles en algunos de los campos de concentración. Las autoridades del campo decidieron explotar sexualmente a las mujeres prisioneras en Ravensbrück, tarea para la que obligaron a prostituirse a al menos 100 de ellas.
Mientras que las autoridades del campo obligaron a algunas prisioneras a trabajar en el burdel, otras se habrían «ofrecido» a trabajar en el prostíbulo después de que las autoridades les prometieran un trato preferencial o ser liberadas del campo de concentración después de seis meses. Ninguna de las mujeres fueron puestas en libertad como les habían prometido.
El 30 de abril de 1945, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración de Ravensbrück con los cerca de 2.000 enfermos que habían sido abandonados allí. Con la liberación no se acabó el sufrimiento para una gran parte de las mujeres, los hombres y los niños. Muchos de ellos morirían semanas, meses o años después, y los supervivientes sufrirían las secuelas de su reclusión en el campo de concentración incluso décadas después de su liberación.
Algunas de las supervivientes del campo ofrecieron su testimonio en entrevistas concedidas al United States Holocaust Memorial Museum.
Ruth Meyerowitz (1929, Frankfurt, Alemania)
«… Nos llevaron a Ravensbrück, y nos mantuvieron en una gran tienda de campaña, algo así como una carpa de circo, durante varios días sin comida ni agua.
Fue…, sin agua … Quiero decir que estábamos de alguna manera acostumbradas al hambre, pero sin agua era algo horrible. Llovió y teníamos esas cucharas, y estábamos tratando de poner nuestra cuchara fuera de la tienda para tratar de conseguir unas gotas de agua.
Y por supuesto, que no teníamos la paciencia para esperar a que la cuchara se llenara, por lo que tan pronto como tuvimos unas cuantas gotas de agua, nos la bebimos ansiosamente».
Blanka Rothschild (1920, Lodz, Polonia)
El hedor del aire
«No había saneamiento. No teníamos letrinas. Había agujeros con madera – había una tabla de madera con dos agujeros, y dado que muchas de nosotras estábamos enfermas de todo lo que nos dieron de comer, era un paseo constante a las letrinas, a los agujeros. Fue tremenda la degradación de los seres humanos. El espíritu humano sufrió más que el espíritu físico.
Perdimos nuestra menstruación, … Fue la avitaminosis – la falta de alimentos y vitaminas-. Dormíamos dos, tres en una litera de madera. Los muros en Ravensbrück estaban sostenidos por seres humanos.
Doris Greenberg (1930, Varsovia, Polonia)
El sitio de los ahorcados
«Ravensbrück era un enorme campamento, y había presos de muchas, muchas naciones. Durante mi corta estancia, pude observar montones de cuerpos, de cuerpos flacos … sólo huesos y piel … cuerpos, cadáveres.
Tenían … un lugar en el que colgaban personas. Yo no llegué a presenciar ningún ahorcamiento, pero ellos tenían un lugar y pude ver los camiones que iban y venían con los cuerpos y cadáveres de aquí allí.»
Extracto del Memorial del campo de Concentración de Ravensbrück
Testimonio concedido al Museo del Holocausto de Estados Unidos
Mª Mar Araus
Os invitamos a leer y compartir la lectura del libro Voz de los sin Voz: Madres y campos de concentración. VV.AA
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