Una ciudad se rebela contra una de las mafias más sanguinarias, la asociación lo hace posible y querer vencer el miedo, por el deseo de justicia.
La rebelión contra la mafia napolitana y su derrota son posibles. El primer dardo contra ese monstruo que ahoga el progreso de una región, asfixiando a miles de familias, lo lanzó una comerciante de Herculano, ciudad de más de 60.000 habitantes, muy cercana a Nápoles. Se llama Raffaella Ottaviano, tiene 70 años, y es menuda y con cabello gris. A esta madre de dos hijos algunos la ven como una especie de moderna Juana de Arco en lucha contra el mal del crimen organizado. Comenzó su batalla en 2005 y se ha convertido en un símbolo en Herculano, que ha logrado erradicar a la camorra, una de las mafias italianas más sanguinarias y despiadadas, cancelando así el «pizzo», el impuesto que los camorristas imponen a comerciantes y empresarios mediante amenazas y extorsión.
Propietaria de tres pequeñas tiendas de ropa, Raffaella, a la que sus amistades y conocidos llaman Rafaelina, echó un día con cajas destempladas al camorrista que se atrevió a entrar en su negocio para exigirle el «pizzo»: «Les dije con gran irritación que cómo se habían atrevido a pedirme dinero, y los eché de inmediato», nos cuenta.
«Pensé que era mejor cerrar la tienda, antes que pagar. Mejor morir de una vez que morir durante años a diario». Y como muestra de su firmeza y determinación, remata con una frase que nos repetirá varias veces durante nuestra conversación: «Mejor vivir un día de león que cien años de oveja». Raffaela Ottaviano identificó a los camorristas que estuvieron en su tienda, gracias a las fotografías que le presentaron en el cuartel de los carabineros. Los mafiosos fueron arrestados y ella necesitó protección policial durante año y medio: «Nunca me abandonaron los carabineros. Son como mis ángeles de la guarda», nos señala. Poco a poco, otros comerciantes siguieron el ejemplo de Rafaella Ottaviano y se negaron a pagar a la camorra. Se empezó a crear así un movimiento, que fue creciendo en tamaño. Con muy pocos miembros se atrevieron a fundar una asociación y se reunían en secreto. «Eran tiempos heroicos y muy difíciles: los camorristas iban armados con Kaláshnikov, viajaban en coches blindados, había frecuentes tiroteos en las calles, y la gente no podía ni pasear tranquila», nos dice Nino Daniele, quien entonces era alcalde de Herculano (lo fue entre 2005 y 2009), un personaje clave en la lucha contra la criminalidad, en la actualidad presidente del Observatorio sobre la camorra. La asociación fue adquiriendo fuerza y hoy forman parte de ella más de 80 comerciantes. Su importancia radica en que, gracias a su determinación y la imagen que inspira, todo el que sufría una extorsión en Herculano lograba superar el miedo y acudía a los carabineros a presentar denuncia. «Aquí todos pensamos que es inaceptable tener que pagar, y más con la crisis económica que estamos atravesando», nos dice Giuliano Michele, dueño de un bar.
Gracias a las denuncias presentadas, en Herculano se ha arrestado a 250 camorristas. Los hombres de los dos clanes que tenían secuestrado y bajo el terror a la ciudad, los Birra y los Ascione, están hoy en la cárcel. Y en sus barrios fortaleza, la Cuparella y la Moquete, viven hoy solo mujeres, niños y adolescentes.
Una revolución
«En Herculano se ha hecho una revolución al eliminar a la camorra», afirma el exalcalde, Nino Daniele. Es una realidad construida paso a paso, con el coraje de comerciantes, la habilidad de los carabineros y la Policía, la determinación de dos alcaldes y el apoyo de la federación antiextorsión. Entre el medio centenar de denunciantes, casi la mitad se ha constituido parte civil, incluyendo el propio alcalde de Herculano, el médico Vincenzo Strazzullo. En Herculano, en sus comercios, se ha colocado con orgullo y coraje un cartel en el que pregonan: «No cedemos al miedo. No soportamos abusos».
Durante el juicio, cuatro comerciantes respondieron a las preguntas del fiscal y juez sobre las amenazas y extorsiones recibidas. Se refieren al pago del «pizzo» y a otra habitual extorsión: Los camorristas se llevaban mercancía de la tienda o se les hacían servicios que después no pagaban. En celdas, detrás de las barras de hierro, los quince camorristas, muy jóvenes en su mayoría, siguen con frialdad el proceso. Los denunciantes que asisten en el aula 111 del Tribunal penal de Nápoles los miran con serenidad, con la conciencia de haber obtenido una gran victoria moral. El exalcalde Nino Daniele, que comenzó con Raffaela Ottaviano la lucha contra los camorristas, nos expresa el sentimiento general de los denunciantes: «Hoy vemos a los camorristas entre rejas, pero son gente muy peligrosa. En mis tiempos de alcalde iban muy armados porque libraban una guerra entre clanes y hubo más de cincuenta muertos en la ciudad. Era un clima terrible. Verlos ahora encerrados es una inmensa satisfacción moral. Me alegro muchísimo por estos comerciantes de Herculano, porque realmente arriesgaron su vida. Para mí son auténticos héroes».
«Riesgo para sus vidas»
El fiscal antimafia de Nápoles, Rosario Cantelmo, considera que la transformación de Herculano es «extraordinariamente importante»: «Por primera vez en esta región hay gente que se sienta ante un tribunal y es capaz de mirar a la cara a los mafiosos y acusarlos sin miedo». Para el fiscal Cantelmo se puede hablar de «un modelo Herculano» que tiene sustancialmente tres protagonistas: «Las fuerzas del orden, las víctimas que han sido capaces de presentar denuncias con riesgo de sus vidas y la asociación contra la extorsión. Cada uno de ellos ha tenido una importancia extraordinaria».
Al proceso asiste también una víctima de la usura, Cristina Flamia, madre de cuatro hijos: «Me vi implicada con mi madre en amenazas terribles de la camorra, porque por un grave problema familiar les pedimos un préstamo. Nos arruinaron con intereses estratosféricos (suelen llegar al 30-40% mensual). Caí en un estado tal de postración que solo deseaba la muerte. Gracias a Dios supe de la asociación antiextorsión, fui salvada por Raffaela Ottaviano, que me acompañó a presentar una denuncia». Un caso grave el de Cristina Flamia, pero uno entre miles porque quien cae en manos de usurarios termina en un torbellino de pagos imposibles, en los que, entre amenazas y violencias, la cifra a pagar se puede multiplicar por seis veces en un par de años.
«Pizzo» y usura son a menudo delitos relacionados. Constituyen dos ramas de lo que podríamos denominar Camorra S. A. En el proceso se percibe que a la industria de la extorsión en la región de Campania, cuya capital es Nápoles, no le faltan la fantasía empresarial y el poder de intimidación. Por ejemplo, en el área vesubiana el clan Fabbrocino se inventó una forma sofisticada de «pizzo»: se hacían consignar gratis por parte de los comerciantes los más caros cortes de tela, obligaba a los sastres a confeccionar trajes de lujo y los revendía a precios altísimos.
Teniendo en cuenta que el «pizzo» se paga en todas partes, los comerciantes de Herculano se sienten liberados, como si vivieran en una isla. Además, con la crisis, las tarifas del «pizzo» vuelan también más rápidas que la inflación: si en el año 2009 se cobraba a un comerciante 100-200 euros por extorsión mensual, ahora se le piden 500 euros, cantidad que se eleva fácilmente a 1.000-1.500 euros si el comercio es céntrico o de lujo. Y si en el 2009 un constructor pagaba un «pizzo» del 2-3 % del importe de la obra para estar tranquilo, ahora esa cifra se eleva al 5-7 %.
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