SABINO ARANA defendió al final de su vida la unidad de ESPAÑA

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En el centenario de la muerte del padre de la «patria vasca» y fundador del PNV recogemos esta información. Arzallus en el homenaje a Sabino Arana ha declarado que : «dedicó toda su vida a su pueblo y a su tierra, lo dio todo», «es el ejemplo mayor que un hombre puede dar. Aseguró que Arana, «parecía el hombre más modesto» de los hombres que dio «la tierra vasca». También Anasagasti manifestó en el Club Siglo XXI que: «Sabino Arana no fue un racista, ni un loco peligroso, ni un trasnochado» y sostiene que el fundador de su partido fue un «hombre de su tiempo». «Y dejó de herencia un partido humanista, sensato, no violento, y respetuoso»…

SABINO ARANA defendió al final de su vida la unidad de ESPAÑA

En el centenario de la muerte del padre de la «patria vasca» y fundador del PNV recogemos esta información. El diario el Mundo( 26/11/2003) recogía estas palabras de Arzallus en el homenaje a Sabino Arana: «dedico toda su vida a su pueblo y a su tierra, lo dio todo», «es el ejemplo mayor que un hombre puede dar. Aseguró que Arana, «parecía el hombre más modesto» de los hombres que dio «la tierra vasca». Anasagasti manifestó en el Club Siglo XXI que . «Sabino Arana no fue un racista, ni un loco peligroso, ni un trasnochado» y sostiene que el fundador de su partido fue un «hombre de su tiempo». «Y dejó de herencia un partido humanista, sensato, no violento, y respetuoso»….( El Mundo 25/11/2003)

Sus biógrafos nacionalistas intentan desprestigiar su giro diciendo que fue un delirio de enfermo. En cartas, artículos y entrevistas de 1902 y 1903 que ha conocido LA RAZÓN, renegó del nacionalismo, confirmó que quería disolver el PNV y se declaró «españolista con toda el alma».

Y el PNV desobedeció las órdenes del fundador

Fuente: LA RAZÓN (25/11/2003)

J. A. F. – Madrid.-

Biógrafos de Arana a sueldo del PNV y algún converso aseguran que el giro españolista (para ellos «supuesto giro», «engañoso viraje táctico») de Sabino en su último año y medio de vida no fue más que una treta, un ingenio maquiavélico urdido por el inventor del bizkaitarrismo (nacionalismo) para lograr sus fines por otros medios. Los pocos «estudios» realizados aseguran intuir en en la frase «Tú ya me comprenderás», dirigida a su hermano mayor Luis, nacionalista ultraortodoxo y germanófilo, un guiño de complicidad que conduce a la teoría del ardid. Si esto hubiera sido así, no se podría explicar por qué Luis Arana, en una carta enviada a uno de sus correligionarios en el PNV, decía creer que su hermano «se había vuelto loco».
Si aquel «ya me comprenderás» hubiese sido un guiño y Luis Arana hubiera entendido que el propósito de su hermano era el de sacrificar «de momento» el anhelo independentista a costa de desarrollar un fuerte regionalismo autonomista en «Euzkadi» que luego pudiera ser reconducido de vuelta al nacionalismo puro y duro, tampoco se explicaría por qué Luis Arana se enfrentó con tanta violencia al propio PNV (hasta el punto de ser expulsado) cuando sus dirigentes, los más próximos a Sabino, después de la muerte de éste declararon, en efecto, su renuncia a la vía independentista para centrarse en el fin último de una autonomía para el pueblo vasco.

Por fin, si aquel «ya me comprenderás» hubiese sido el guiño de un ingenio oculto, sería imposible de explicar por qué cuando el PNV trata, siempre de puntillas, el giro españolista que Sabino Arana quiso dar al partido (con su disolución y la formación de una «Liga de vascos españolista»), se contradice en último término asegurando que aquello fue un episodio de «confusión» del fundador, y carga en la enfermedad terminal de Arana y en su paso por la cárcel toda la responsabilidad de ese giro.

Estos dos últimos puntos se desmontan con facilidad. Sabino Arana siempre fue un hombre enfermizo. Aquejado, según sus propias palabras, de «tisis galopante» cuando tenía 16 años, desde los 18 tuvo constantes episodios de lo que él llamaba «catarros gástricos». Pero lo que me mejor retrata su quebradiza salud fue una carta que escribió año y medio antes de su muerte en la que se refería a lo que los médicos le habían diagnosticado como un doloroso cíbalo, nada más que un cúmulo de masa fecal en el recto y que debió de ser en realidad la manifestación de un cáncer gástrico que le conduciría a la muerte. En esa carta, muy gráfica, se decía: «Saltó del colon al recto un scíbalo (como lo llama este médico). Cayó sobre el ano y aquí estuvo varios días, procurándome unas ganas de defecar horribles que, al no poder ser satisfechas, me causaban unos dolores espantosos por la creciente inflamación de las vejigas hemorroides, que en mí ya son antiguas. Toda purga que tomaba se expelía por entre la cíbala y las paredes del ano, de modo que esto y la presencia de aquella, por su peso sobre el ano, es lo que me la descubrió [ ] Yo le dije (al médico), hágamelo V. pedazos; si no, no hay medio. Entonces vino mi cuñado y este me lo pedazó en parte, sacando algunos trozos de aquella cantera. Se me reventaron varias almorranas. Fue una operación terrible por la dilatación que le dieron al ano.»
Sin embargo, y a pesar de las penurias físicas y, por supuesto, psíquicas de su mal, el 22 de junio de 1902, en la fecha en la que está escrita la carta a su hermano Luis, Sabino no sabía que su enfermedad era mortal. Ni siquiera lo supo un año después, el 30 de junio de 1903, día en el quedó fechada una carta escrita desde el Balneario de Aguas de Cestona (Guipúzcoa), dirigida a su amigo el médico Carlos de Iruarrizaga en la que dice: «Quiero que me vea V. este bulto, pues así podré saber si estoy perdiendo el tiempo en esta agua [ ] En una palabra: si mi enfermedad es curable, quiero aprovechar este verano; si no, quiero saberlo para tomar mis medidas».
En lo que se refiere a su paso por la cárcel, Arana sólo estuvo preso en dos ocasiones. La primera, durante poco más de cuatro meses en 1895 por unos artículos publicados en el semanario del que él fue director: «Bizkaitarra». La segunda, desde el 30 de mayo hasta el 8 de noviembre de 1902, por haber intentado enviar un telegrama de felicitación al presidente Roosevelt por la independencia de Cuba. En total, nueve meses de prisión preventiva tan «suave» que llevó a exclamar en 1918 al diputado por Bilbao Indalecio Prieto: «Ya quisieran estar todos los presos como estuvo Arana».
La historia inmediata posterior a la muerte de Arana es conocida. Los más próximos al fundador, a excepción de su hermano, aceptaron el giro españolista, y renunciaron a las siglas del PNV para llamarse «Comunión Nacionalista». Un error garrafal que aprovecharon los ultraortodoxos sabinianos para resucitar al PNV… Y de ahí, hasta hoy.

El último, y más oculto, Sabino Arana

Editorial del diario la RAZÓN

Cuando se cumple el centenario de la muerte de Sabino Arana, llama poderosamente la atención de cualquier estudioso del fenómeno nacionalista vasco que la obra, los pensamientos y los escritos de su fundador sean tan poco conocidos y que apenas se difundan recopilaciones cuidadosamente elaboradas por el «oficialismo» vasco. Es sabido, además, que las escasas ediciones de la obra «De su alma y de su pluma», rabiosamente racista y enloquecida, se hayan editado, incluso en fotocopias, y distribuido precisamente por los detractores del nacionalismo.

Hubo, y así está documentado, un «padre» del PNV racista, xenófobo, iluminado y, por supuesto, profundamente anti español e independentista. Pero también existió, por más que los documentos que lo prueban sin duda alguna sean cuidadosamente relegados al olvido, otro Sabino Arana que, en sus postreros años, en la última madurez intelectual, pasó revista a su triste obra y abominó de ella. La versión oficial nacionalista rechaza este extremo y trata de desvirtuar, y ocultar por tanto, que Arana se declaró al final vasco españolista y optó, sinceramente y nunca como treta o estrategia, por renunciar a toda veleidad independentista (él hablaba de nacionalismo como sinónimo) como el mejor camino para el futuro del pueblo vasco. El plan último de Sabino, que sus seguidores más próximos intentaron incluso llevar a cabo, pasaba por defender un País Vasco en el seno de España y de su Corona, con una fuerte autonomía que destacara los rasgos esenciales y mejores de los vascos. Está escrita, en cartas, en entrevistas y en artículos periodísticos de la época, una visión de Arana que recapitula ante su obra, y plantea ni más ni menos que el proyecto de Autonomía que los españoles aprobaron, hace ahora 25 años, en la Constitución. Por eso se oculta, porque lo que sus pretendidos discípulos quieren hacer ahora con la Carta Magna no habría gustado, en modo alguno, al último Sabino Arana.