El pasado 1 de diciembre, Día Mundial del SIDA, el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre «la respuesta de la UE para hacer frente al VIH/sida en la UE y en los países vecinos».
Si no interpreto mal el nº 22 de la resolución, la materia de la que allí se trata, siempre en el contexto de «la respuesta para hacer frente al VIH/sida«, es la salud sexual y reproductiva. En esa materia, se pide que Comisión y Consejo Europeos aseguren el acceso a servicios, informaciones y suministros amplios y de calidad; en concreto habrían de asegurar:
Asesoramiento confidencial y voluntario.
Pruebas de detección y tratamientos para enfermedades de transmisión sexual.
Prevención de embarazos no deseados.
Acceso a anticonceptivos, incluida la contracepción de emergencia.
Aborto seguro y legal, incluidos los cuidados post-aborto.
Cuidado y tratamiento para prevenir la transmisión vertical del VIH, incluidas las parejas y los niños.
Siempre si no interpreto mal, estos enunciados señalarían servicios, informaciones y suministros que se habrían de asegurar a todos. Pero la realidad es otra: se trata de servidumbres impuestas sólo a la mujer, mientras el hombre queda libre de riesgos y responsabilidades en las relaciones de pareja.
¿Para quién se supone que es saludable el acceso a la llamada contracepción de emergencia, entiéndase el recurso de la mujer a píldoras jamás inocuas, o la implantación prolongada en su cuerpo de un inhibidor de la fecundación? Ese servicio es ‘saludable’ sólo para el hombre, y vejatorio sólo para la mujer.
¿Para quién se supone que es saludable el acceso al aborto seguro y legal? Ese servicio no es ‘saludable’ para el abortado, del que nunca se habla, porque nombrarlo sería reconocer su existencia y, reconocida su existencia, habría que reconocer sus derechos. Tampoco es ‘saludable’ para la mujer que aborta, pues ella sola habrá de asumir el riesgo de decidir, ella sola habrá de quedarse con la responsabilidad de su decisión, ella sola habrá de quedarse con sus recuerdos, ella sola habrá de administrar sus miedos, ella sola habrá de convivir con su historia. El aborto seguro y legal es ‘saludable’ sólo para el hombre, que con ese servicio se garantiza perpetuar el dominio que siempre ha ejercido sobre la mujer. Disfrazado de servicio a la mujer, el aborto nunca dejará de ser una propuesta machista y repugnante.
Espero que un día las leyes garanticen a la mujer información, servicios y recursos para que ejerza en libertad su derecho y su deber de proteger la vida que guarda en su seno. No es mucho pedir.