Hasta un beso de dos novios esconde una apuesta política concreta y una vivencia espiritual determinada que puede traicionar o apostar por el Plan de Dios. El hombre no tiene límites para luchar por un mundo nuevo, pero también puede ser inmensamente demoníaco en su desprecio por la vida…Por Mª Isabel Rodríguez y Juan J. Medina. Publicado en la Revista Id y Evangelizad
Matrimonio militante del Movimiento Cultural Cristiano. Padres de 4 hijos.
INTRODUCCIÓN
La sexualidad es un regalo del Señor que si arranca de una buena comprensión de la naturaleza del hombre y de la mujer les puede llevar a estos a una comunicación especialmente intensa, privilegiada, que hace del matrimonio algo grande y especialmente valioso en la apuesta arriesgada a favor de la vida.
Por tanto, la afectividad-sexualidad se puede convertir, en tanto constructores de una persona responsable, equilibrada, en una trinchera contra la cultura imperialista, de muerte y a favor de otra de vida, justicia, libertad y solidaridad (cuatro patas de una misma realidad).
Pero, des-graciadamente, este imperialismo de corazones e instituciones retorcidos ha transformado la sexualidad mayoritariamente en instrumento de dominación, agresión, alienación o mero objeto de evasión a través de una acción sistemática que esclaviza al hombre y a la mujer hasta dimensiones difíciles de cuantificar pero fácilmente visibles a través de multitud de formas de embrutecimiento.
AGRESIONES
La sexualidad como don para la comunión plena queda mediatizada por la instrumentalización del fuerte sobre el débil. Y esto cuantitativamente: grandes multitudes sometidas contra su voluntad por un control férreo de su fertilidad o su natalidad sin que importe su situación personal, familiar, cultural…; o cualitativamente a través de una sofisticada y chata cultura del hedonismo, de la distracción, la trampa y la vorágine que atenta básicamente contra el proyecto antropológico de una humanidad nueva.
Se trata de convertir en un fin algo que no es más que un medio. La erótica en sí puede ser una hermosa forma de expresión, pero cuando oculta tras de sí cualquier otro horizonte inconfesable se absolutiza y hace pivotar toda la cultura en su derredor.
Así pues, en este sentido, nos encontramos con un panorama ensordecedor que tanto entre los empobrecidos como entre los enriquecidos cobra formas distintas pero en un mismo sentido deshumanizador:
a) Reduccionismo antropológico. – Imposición acrítica de conductas y pautas morales a través de multitud de medios de manipulación. El gran problema no es que se elimine la moral, sino que ésta pierde otra referencia que no sea la voluntad del amo y se torna en algo impuesto. Voladura de toda referencia ética
Roles estereotipados esclavizantes (machismos-feminismos -nueva versión del corporativismo de género-), difuminando el contorno antropológico con la excusa de que la represión va
contra el ser del hombre. Todo ello deriva en la ambigüedad y la confusión en el terreno de la afectividad y la sexualidad. Una identidad sexual débil o desviada: ya no se tiene tan claro qué se es sexualmente hablando: detonante de todo un proceso imparable de trastorno psicológico progresivo.
b) Instrumento de agresión directa. – La dimensión social de la sexualidad, de la que se suele publicar demasiado poco, refleja un panorama desolador de los bajos fondos del ser humano, donde todos nos tornamos fácilmente Caín. Agresión, violaciones, incestos, acosos, esclavitud sexual, prostitución, infinidad de parafilias (desviaciones del deseo sexual), trata de blancas… violencia de todo tipo donde la imaginación se queda corta y donde la humanidad desciende a las cotas más bajas de su ser como camino a la Civilización del Amor.
Especial consideración nos merece cómo se ceba el imperio entre los empobrecidos: esclavitud sexual infantil y adulta, experimentación de nuevos anticonceptivos en poblaciones empobrecidas, todo un control de fertilidad a través de esterilizaciones a la fuerza (tanto masculinas como femeninas), y control de natalidad (abortos provocados) perfectamente planificado y legitimado detrás del mito de la ´superpoblación´ para que los pobres no sean una amenaza numérica.
c) Sexualidad versus Iglesia. – En teología a partir de la Humanae Vitae (1968) se suceden los pronunciamientos, interpretaciones o comentarios.
A menudo se quiere reflejar una división irreconciliable entre los planteamientos de ´máximos´ propuestos por el magisterio pontificio, el ´deber ser´, y por otra parte la realidad de la sexualidad concreta de los matrimonios.
Demasiado a menudo se quiere presentar éstas, el Magisterio y la realidad, como irreconciliables moralmente. ¿está claro, se conoce lo que propone el Magisterio de la Iglesia en este terreno? ¿se expresa éste con claridad? ¿se conocen sus ´porqués´, sus ´hacia dónde´ y sus ´cómo´? Hay mucha luz que echar sobre los importantes plantemientos que ya existen.
d) Saturación contra el amor. – Multitud de embarazos no deseados, miedos, esquizofrenias… envuelven a la juventud a través del desconocimiento o la desinformación por una parte y la incitación o promiscuidad creciente por otra. Donde la familia y la escuela están en la educación sexual sana, equilibrada e integral a años luz detrás de la cultura de la calle, que al fin y a la postre siempre impone su ley.
Caldo de cultivo que asegura al imperialismo su continuidad y la confirmación en su línea. Imposibilita así para el futuro la lucha por la justicia y la solidaridad. La verdad es que esta cultura hedonista castra a multitud de jóvenes para el amor, para una sensibilidad de fraternidad y comunión.
Muy a menudo este planteamiento se hace, también es cierto, desde perspectivas acarameladas, privadas, psicologizantes, con el único objetivo de ´formar parejas´, reduciendo la idea de fidelidad a un ´egoísmo compartido´. El noviazgo se presenta como algo delicado que es preciso cuidar, aislándolo del ambiente, del mundo para evitar el contagio ´del mundo´ y conseguir ser ´buenas personas´. Además de ser desentusiasmante en lo evangélico deriva cuando menos en una doble moral de ´tapo y hago´. Incluso gran parte de la formación prematrimonial de muchas diócesis funciona en esta clave.
e) Ignorancia provocada. – La doble moral burguesa deriva en un panorama de desconcierto, incluso entre insignes y abnegados católicos, con el consiguiente silencio; y lo peor de todo: la justificación y defensa de que también en sexualidad se debe aplicar el refrán de la disociación: ´cada uno en su casa y Dios en la de todos´.
En nuestra sociedad, ante la intocable ´vida privada´ y la mitificación consiguiente, las decisiones en esta materia son ´algo muy personal´: da igual: anticoncepción oral, DIUs, esterilizaciones, la abstinencia, coito interruptus… Normalmente con la coletilla irresponsable de ´que sea lo que Dios quiera´.
Silenciando la grave des-información y la contra-información en todo ello. Tener información, también en esto, puede ser peligroso para algunos, amen de que desciende notablemente los beneficios de ginecología y planificación familiar (que no son nada despreciables).
No nos quejemos pues de cargar con las contraindicaciones, alteraciones hormonales o graves consecuencias físicas y/o psicológicas, sin entrar en las derivaciones ético-morales que de por sí ya son importantes.
RESPUESTAS
Todo esto exige una respuesta distinguiendo los planos personal, ambiental e institucional. Globalizándolo desde una lectura de trasfondo socio-político. Hasta un beso de dos novios esconde una apuesta política concreta y una vivencia espiritual determinada que puede traicionar o apostar por el Plan de Dios.
Por esto la sexualidad, en su vertiente tanto genital como afectiva no es una mera parcelita más (que supuestamente, para muchos, se anula en los célibes, se reprime en los solteros y se tolera entre los casados), sino que muy al contrario ha de ser otra forma de comunión que arranca en las raíces de la naturaleza y problemática concreta de cada pareja, de cada persona, para elevarse a las alturas de la gratuidad-solidaridad-oblación plenas.
No nos vale el mero ´respeto a la vida´, es preciso, como afirma Juan Pablo II, luchar a brazo partido por la Civilización del Amor, por la Cultura de la Vida. Tampoco se trata de una práctica sexual diferente, sino de un nuevo ´estilo´ de vida global coherente con la opción de fe; que rompe la división privado-público y que responde a los cinco puntos anteriores:
a) Con una nueva antropología vivida desde el personalismo cristiano que respete la intimidad, la individualidad y la comunitariedad o dimensión social de todo hombre y mujer; donde el matrimonio se alce, no como sepultura de militancia, sino como una oportunidad para crecer como persona, para ser más libre, más solidario. No le dejemos todo el peso de nuestra santificación meramente a la Gracia.
b) Una denuncia del uso de la sexualidad como arma de opresión, embrutecimiento y muerte en el sur y en el norte. Manifestando las cientos de agresiones a las que estamos sometidos todos directa y diariamente. Estudiando los tipos de esclavitudes sexuales, su alcance y sus causas.
Junto a esa denuncia debe haber un compromiso también en el anuncio de formas de vida concretas que evidencien lo entusiasmante de apostar integral y asociadamente por una nueva cultura, donde la afectividad y la sexualidad no sólo no son despreciados sino estimados en positivo.
c) Una profundización teológica, ascético-mística y pastoral de la sexualidad, de la afectividad. Intentando aclarar el sentido del Magisterio y contrastar éste con la ciencia y la práctica concreta. Vivir la sexualidad como procreación y como relación amorosa es continuar la hermosa tarea del Señor. Eso, si se toma en serio, no va a ser bien visto por todos y por muchos será objeto de sus dardos.
d) Una seria educación afectivo-sexual que combine la información y la formación en todos estos temas, sin tapujos, moralina o imposiciones, educando para la responsabilidad en la libertad y la ´fidelidad´ auténticas. Incorporando claramente en su dimensión social las dos caras de la misma moneda en relación con la sexualidad: diálogo para la vida o agresión.
Para ello es preciso aclarar multitud de términos, evitando las trampas del lenguaje, también en este tema: castidad, abstinencia, relación sexual, etc.
e) El fin de construir la cultura de la vida es más importante que los métodos de regulación de la fertilidad, pero éstos deben necesariamente de ser coherentes con aquél. De nada sirven métodos o respuestas técnicas si éstos caen en manos de una mentalidad antinatalista. Pero ciertamente ante una apuesta por la vida no da igual cualquier forma de gestionar la propia fertilidad.
La propuesta de los métodos naturales deben ser vividos dinámicamente, como un proceso gradual de acercamiento al ideal. Estos implican básicamente conocer bien la naturaleza, y reconociendo el ciclo menstrual femenino detectar en éste con certeza los tiempos fértiles e infértiles de cada mujer y basar en ellos las relaciones sexuales. Es importante descubrir que la autogestión también es aplicable a la propia fertilidad.
CONCLUSIONES
Estos cinco puntos (y otros si hiciera falta) es preciso reconstruirlos con mayor profundidad, contraste y experiencia reflexionada en común. La visión de la sexualidad que propugnemos va a ser a su vez consecuencia de una concepción de matrimonio y de familia. Esta puede ser escuela de egoísmo sofisticado y justificado, incluso desde argumentos píos, o trampolín para la solidaridad. No olvidemos la declaración de guerra que, según el papa en Rio, pesa sobre la familia.
Para empezar a cobrar conciencia de la realidad de la sexualidad en nuestro mundo observemos cómo se ata la pobreza por el cordón de la sexualidad para someter y estrangular a la primera en la medida que siga estorbándonos. También estos asuntos y las respuestas que encontremos deben verse incorporando la perspectiva de los más pobres.
El hombre no tiene límites para luchar por un mundo nuevo, pero también puede ser inmensamente demoníaco en su desprecio por la vida. Tan absurdo es la mentalidad antinatalista como la meramente natalista irresponsable o la lucha contra el aborto, desinteresándonos de las causas del hambre. Construyamos una nueva sensibilidad, unos conocimientos serios y una lucha decidida en favor de la vida, como dice el Papa, de toda vida. Construyamos una cultura entusiasmante por la justicia, y la sexualidad cristiana encontrará su razón de ser.
Todo esto está en diálogo. No descartamos continuar en otra ocasión profundizando en las cinco vertientes que apuntábamos al inicio.
«La sexualidad es una riqueza de toda la persona -cuerpo, sentimiento y espíritu – y manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor. ( Familiaris consortio,37)