Sobre el absurdo uso del lenguaje en cuanto al género

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Un rifirrafe entre académicos de la Lengua (Arturo Pérez Reverte y Francisco Rico) ha vuelto a poner al rojo vivo la polémica sobre el presunto sexismo del idioma castellano. Por ejemplo el uso del masculino plural para incluir a personas de distintos sexos

Recogemos un extracto de la entrevista sobre este tema con José Ignacio Bosque (académico, doctor en Filología Hispánica y catedrático de Lengua Española) por su interés.

Extracto de la entrevista

-¿Es que en la Gramática de la RAE no caben todos y todas, como le reprocharon?

-Naturalmente que caben todos y todas. La cuestión es si el masculino «todos» engloba o no al femenino en la mayor parte de los casos. Si no lo hiciera, el artículo 15 de la Constitución («Todos tienen derecho a la vida») sería inconstitucional. La pregunta natural es si quien dice en una conversación normal «Todos los que vivimos hoy en España» con el deseo de incluir a hombres y mujeres está siendo sexista.

Seguramente usted misma habrá dicho en alguna ocasión «los que estamos aquí» (en lugar de «los y las que?» o de «las personas que?»), o se habrá referido alguna vez a «los franceses» sin ánimo de excluir a las francesas. La pregunta relevante es si uno es sexista cuando usa esas expresiones absolutamente comunes, las que todos los hispanohablantes han empleado desde hace siglos.

-¿Qué le parece la recomendación de las guías políticas sobre el lenguaje no sexista para conseguir un idioma más inclusivo desde el punto de vista del género y más igualitario desde la práctica democrática del lenguaje?

-Todo depende de lo que se entienda por «inclusivo», por «igualitario» y por «práctica democrática del lenguaje». ¿Cree usted que alguien diría con naturalidad «Ayer por la noche estuve tomando copas con unos amigos y unas amigas»? (frase sin duda igualitaria e inclusiva); ¿Sabe usted de alguien que evite frases como «Mañana comeré en casa de mis padres» para decir en su lugar «?en casa de mi madre y de mi padre»? ¿Hay discriminación en el masculino plural «enfadados» por el hecho de que no refleje el femenino en «Juan y María están enfadados»? ¿Está uno excluyendo a sus hijas de forma sexista cuando dice «Me voy corriendo porque tengo que recoger a mis hijos, que salen del colegio»? He observado a menudo que muchas personas que rechazan la interpretación que hace la RAE del sexismo lingüístico no tienen demasiado interés en entrar a discutir cuáles son los criterios lingüísticos que convierten una expresión en sexista. Supongo que entrar en los detalles les parece innecesario. Desde luego, es mucho más sencillo decir que se está contra la Academia. Así se termina antes.

-Quizá resulte más fácil criticar el uso del idioma que enfrentarse a la desigualdad real.

-En lugar de luchar contra la estructura del idioma (que ninguna Academia, presente o pasada, podría establecer jamás), a mí me parece más importante luchar por la igualdad de salarios, por el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad o por acabar con otras muchas situaciones de discriminación que sin duda existen en nuestra sociedad (los permisos de maternidad y paternidad, sin ir más lejos). Observe que las frases que le acabo de proponer son absolutamente naturales. Las usan todos los hispanohablantes, incluidas las personas que las considerarían discriminatorias para la mujer, lo que resulta más que paradójico. La conclusión me parece evidente: esas frases no son discriminatorias, en claro contraste con las diferencias sociales a las que me acabo de referir, que sí lo son.

-La Fundación de Mujeres Progresistas argumenta que la composición de la Real Academia con mayoría de hombres influyó en el resultado del informe contra las guías no sexistas. ¿Ha tenido eso algo que ver?

-Parece que no, ya que todas las académicas presentes, sin excepción, aprobaron el informe. No sé si alguna de las que ese día no estaban en la RAE lo hubiera rechazado.

-¿A qué cree que responde ese movimiento en defensa del lenguaje no sexista en España?

-A razones políticas, sin duda. Las cuestiones políticas son viscerales. Si uno plantea el problema del sexismo lingüístico en términos ideológicos, será absolutamente insensible a cualquier argumento de naturaleza léxica o gramatical. Da igual lo que digan (o digamos) los lingüistas porque le parecerá irrelevante. De hecho, hace ya años que este problema se ha convertido en un diálogo de sordos.

-¿Por qué no se puede acabar con masculino genérico que recomiendan la mayoría de las guías elaboradas por comunidades autónomas y sindicatos?

-La mayor parte de las guías recomiendan evitar el masculino genérico. La cuestión es si este uso del masculino (presente en muchísimas lenguas, por cierto) es verdaderamente discriminatorio. Nosotros creemos que no lo es. Otra cosa es que resulte insuficiente en algunos casos. Muchas veces son necesarias aclaraciones o añadidos, por ejemplo, «¿hombres y mujeres», o «¿de uno y otro sexo» y otras fórmulas parecidas. Observe que la frase «No tengo hermanos» es mucho menos precisa que «No tengo hermanos ni hermanas». Pero no se puede sostener que la frase «El actual nivel de vida de los españoles» sea igualmente imprecisa porque supuestamente no incluye a las mujeres.

Redacción