Somalia: piratería-negocio y control militar

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El pasado mes de abril el secuestro del atunero Playa de Bakio, que se encontraba pescando en aguas de Somalia, era primera noticia en todos los medios de comunicación. Al ser española la tripulación mucha gente descubrió dónde está el llamado ‘cuerno de África’.

Ofrecer solidaridad a nuestros pescadores es algo importante y puede ayudar a la rápida resolución del problema, pero, ¿conocemos hoy mejor la realidad de este país y los intereses internacionales tan unidos a los lugares estratégicos y a las riquezas en materias primas, o las quejas de los pescadores locales que ven cómo afecta a sus pescas artesanales que hacen sobrevivir a tantas familias?

La solidaridad con los pueblos africanos nos lleva a destapar las mentiras, encubrimientos y engaños, que ocultan los medios de comunicación -que son “la voz de su amo”-, para intentar conocer los intereses económicos y geoestratégicos que están detrás de la liberación de ésta y otras capturas.

Por una parte hemos sabido que piratas y abogados británicos están entre los beneficiarios de los secuestros cerca de Somalia y que la liberación se negoció en un hotel de lujo de Londres. Los medios británicos indicaron que la elección del Reino Unido no ha sido casual: hay piratas y mercenarios británicos en medio de los secuestros que se han producido en los últimos años, y también son británicos los despachos de abogados que hacen de intermediarios en este tipo de extorsiones.

El embajador francés en la ONU, Jean-Maurice Ripert, ha revelado que en la actualidad, Francia, Estados Unidos y Reino Unido están preparando un borrador de resolución para el Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaría a estos países a patrullar en aguas territoriales del Cuerno de África o en cualquier otro lugar. Esta penetración militar en África se está presentando como una protección humanitaria en la guerra global anti terrorista y en la lucha contra la piratería; sin embargo, el verdadero objetivo es la dominación militar, la obtención de petróleo en África.

Acabamos de recibir una carta del obispo Juan José Aguirre desde Bangassou en la República Centroafricana, dice así: “Acabo de volver del Este de la diócesis, de un viaje de 21 días y os cuento lo que ví en la última misión, llamada Obo, a 120 kilómetros de la frontera con Sudán. Durante esos días, en la radio escuchaba noticias de unos pescadores españoles de un atunero que habían sido apresados por piratas en el Golfo de Adén. Oía la puesta en marcha de todo un engranaje político militar para negociar con los secuestradores a través de unos abogados desde Londres, la angustia de las familias durante los 6 días en que los atuneros estuvieron retenidos, aunque estaban bien: comían y dormían bien y estaban a la espera de que se pagara un rescate y se los liberara. Así fue. Se pagó mucho dinero, un barco de guerra condujo al atunero a buen puerto y los asombrados pescadores volvieron a España en avión a gastos pagados.

Oyendo todo esto, llegué a Obo y me encontré un pueblo bañado en lágrimas y en la angustia desde hacia ya un mes y medio. En efecto, unos 150 hombres armados, del Ejército de Liberación del Señor (RLS), saquearon dos barrios enteros buscando tres cosas: alimentos para comer, semillas para sembrar y porteadores para que les llevaran lo robado hasta su campamento (a unas 3 semanas de camino) llevándose a 69 personas. No tienen la suerte de ser españoles, ni un gobierno que los defienda, ni abogados que lleven las negociaciones, ni alguien que ponga el dinero del rescate, ni una sola radio que hable de ellos. Son los pobres, los olvidados, los que no cuentan para nada en las decisiones del mundo, los sin voz, los parias…

Para nosotros son personas llenas de dignidad pero despojadas de sus derechos fundamentales, con la única diferencia de ser un atunero español o un campesino centroafricano. “¡Así es la vida!” decía el Embajador portugués hablando con el Cardenal en la última secuencia de la película “La Misión”. El Cardenal se vuelve hacía la ventana y, en el espejo se mira y se dice: “No, excelencia. Así la hemos hecho”. La cámara se acerca aún más a su rostro y finalmente dice: “Así la he hecho”.