Sufrimos un totalitarismo descarado: es la hora de la solidaridad

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Estamos bajo un sistema que no respeta nada; que legisla contra la solidaridad

Hay quien dudaba ante la denuncia de los últimos pontífices que han hablado del actual sistema como un totalitarismo imperialista, pero los acontecimientos de los últimos meses no están dejado lugar a dudas: el dinero pone y quita gobiernos en los países de la Unión Europea con la misma impunidad y con no menos descaro que venía haciendo en los países del Tercer Mundo.

Hasta Italia, uno del G-7, está al arbitrio del poder del dinero, y ni los países más grandes se ven libres del dictado de esas instituciones financieras que se esconden llamándose los mercados.

Y que no se les ocurra protestar a griegos e italianos que les dirán que en tiempo de crisis no hay que pararse en detalles tan nimios como el derecho a votar quién nos gobierna y qué tipo de política queremos.

Hoy se afirma con descaro que los pueblos deben callar y pagar, someterse a tecnocracia y sacrificarse para beneficio de una banca que cobra intereses usurarios y sigue especulando en el mercado secundario contra nuevos países.

Y si nos piden callar es porque ya lo hemos hecho durante décadas, mientras las víctimas de este latrocinio eran los empobrecidos de la tierra y los emigrantes que llegaban entre nosotros para ser explotados.

Una sociedad europea enriquecida que ha callado ante las leyes de extranjería, ante el robo de materias primas, ante la esclavitud infantil… porque al menos las migajas le beneficiaban, es hoy arrollada por esa misma tiranía.

Una sociedad que ha consentido los campos de concentración que son los CIE (centros de internamiento de extranjeros) y ha dado la espalda al mar convertido en la fosa común de un nuevo genocidio, sufre hoy la opresión del mismo sistema económico canalla y asesino que no quería ver como tal.

Estamos bajo un sistema que no respeta nada; que legisla contra la solidaridad penalizando el auxilio a los emigrantes que no cumplan los requisitos que impone su burocracia. Un gobierno que no respeta ni los centros de Cáritas y manda a la policía hacer redadas de emigrantes en sus comedores, como hace también a la salida de las escuelas… como cualquier sistema totalitario.

Así lo vienen denunciando la Iglesia y los empobrecidos de la tierra, conscientes de la esperanza que da la vida asociada y la solidaridad. Cayeron todas las tiranías, pues su inmoralidad y corrupción muestran sus pies de barro. Por eso podemos afirmar que es la hora de los pobres de la tierra, de los que quieran tener vergüenza y unirse a su camino de lucha, que dará sentido a sus vidas y construirá un futuro mejor para sus hijos.

No hay excusa para permanecer indiferentes ante una injusticia tan manifiesta. Es la hora de la solidaridad.