Que hay que llevar al niño a la guardería, prepararle la comida, cuidarle si está enfermo o jugar con él hasta la hora de la cena? Pues ahí están los abuelos. Son canguros, enfermeros, monitores y maestros de sus nietos
Fuente: XL SEMANAL
Más allá de la tabla de salvación económica de muchas parejas, son el sostén de un sistema socioeducativo lleno de carencias. Y es que las cuentas no salen sin ellos. En España, hay un millón y medio de niños menores de tres años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), pero sólo el 16% tienen plaza en un centro infantil. La cosa se complica porque del 50,25% de las madres empleadas, el 33% entra antes de que el colegio abra sus puertas y el 59% acaba su jornada después. Nosotros los necesitamos y ellos cumplen. De los ocho millones que hay en nuestro país, el 22,6% cuida de sus nietos, según la última Encuesta de Condiciones de Vida de las Personas Mayores del Imserso. Hay un 44% que lo hace a diario; un 30%, varias veces a la semana y un 25%, con una frecuencia menor. En definitiva, son los abuelos, los que hacen posible la conciliación.
Mejor, más cerca.
El asunto se puede observar desde un punto de vista geográfico, puesto que el 73,1% viven en el mismo barrio, pueblo o ciudad que sus nietos; Los hijos prefieren dejar a los niños con los abuelos antes que en una guardería o con una cuidadora, e incluso demográfico, puesto que son los responsables indirectos de que suba el índice de natalidad. Y es que los estudios confirman que las parejas se animan a tener hijos cuando los abuelos están cerca, y al contrario. Esto quiere decir que no sólo se han vuelto imprescindibles en la rutina familiar, sino que están reemplazando a las instituciones públicas en la medida en que resuelven problemas de la vida social. Su trabajo no cuenta en el PIB pero es 100% productivo: el tiempo y el esfuerzo que invierten las familias lo ahorra el Estado. También éste ha hecho cuentas.
En los presupuestos del año pasado, el Gobierno destinó 100 millones de euros para crear entre 40.000 y 60.000 plazas de guardería. El objetivo era asegurar la universalidad de la educación de cero a tres años en 2012, dentro del Plan Educa3. De esta inversión se desprende que cada plaza le cuesta al Estado alrededor de 2.000 €. Si multiplicamos esta cifra por el total de niños menores de tres años que, según el Ministerio de Educación, se quedan con los abuelos (15%, es decir 225.000) cabría aventurar que el Estado se ahorra 450 millones en guarderías. A esta cantidad habría que añadir el ahorro en comedor escolar, que podría superar los 11 millones de euros si tomamos como referencia la media de 50 € por niño. En el caso de los mayores de tres años, el ahorro en comida se aproximaría a los 65 millones, habida cuenta de que hay 3.800.000 niños de tres a 12 años; que 866.400 (22,8%) son cuidados por sus abuelos y que comer en el colegio puede salirle a las arcas públicas por 75 € el cubierto.
Antes y después del cole.
Estas variables sirven para calcular el ahorro del Estado en las «aulas matinales«, abiertas normalmente dos horas antes del colegio: casi 13 millones (15 € por niño); en el transporte escolar, 60 millones (70 €) y en actividades extraescolares, otros 13 millones. Todas estas medias resultan de restar lo que cuestan estos servicios en un centro privado y lo que se paga por ellos en uno público, por norma subvencionado.
En total, el Estado deja de gastar 612 millones de euros y ese ahorro se lo debe a la tercera edad. ¿Qué pasa, económicamente hablando, en las familias? Los abuelos vuelven a ser el mejor incentivo para el ahorro y un seguro para llegar a fin de mes. Tan es así que una familia puede ahorrarse hasta 200 € mensuales por cada hijo en edad escolar, y hasta 700 por los más pequeños, según las necesidades. Sólo en guardería, entre 100 y 350 € por niño; en aula matinal, entre 15 y 30 € al mes; en comedor escolar, entre 50 y 125 €…
Y aún hay más.
Aún falta el ahorro en transporte escolar, que no computa en el caso de los centros públicos porque es gratuito, pero sí en los otros: entre 50 y 100 € al mes. En campamentos de verano, que hay para todos los gustos y bolsillos (desde uno urbano de 15 días por 70 € hasta uno multiaventura con inglés, por 700). Y en la canguro, entre 6 y 10 € la hora. Por no hablar del ahorro en juguetes, ropa o dinero, que también proporcionan, en multitud de ocasiones, los abuelos. Los horarios laborales de los padres, que nunca coinciden con los de guarderías y colegios, han empujado a los abuelos a asumir el papel de cuidadores . De hecho, una encuesta realizada entre 1.000 mayores pone de manifiesto que la incompatibilidad de horarios de padres e hijos es el primer motivo para dejarles con los abuelos en el 41% de los casos. Después, está la falta de recursos económicos para costear el centro infantil o pagar a un canguro (35%).
Los abuelos empujan el carrito, balancean el columpio, calman los llantos. «Son los mejores cuidadores de un niño después de sus padres, pero siempre que esa responsabilidad sea voluntaria», apuntan los pediatras. Santiago García-Tornel y Josep Gaspà. Ambos señalan que ser canguros les aporta a los mayores cuantiosos beneficios: sentirse útiles, rejuvenecer, mantener unos objetivos e ilusiones diarios, aprender cosas nuevas, relacionarse, hacer ejercicio y poder contar historias a sus nietos. Pero puede acarrear problemas: cansancio, exceso de responsabilidad, separación de su entorno y pérdida de independencia. Sin embargo, los nietos son el mejor antídoto contra la soledad. Así lo pone de manifiesto una encuesta del Grupo de Investigación en Gerontología de la Universitat de Barcelona entre abuelas que cuidan a sus nietos más de 12 horas a la semana. Por ésta sabemos que el sentimiento de soledad desciende en estos casos del 26,8% al 13,4%. La paradoja es que el Estado del Bienestar se apoye en personas que sólo cobran una pensión.
Bulgaria ha tomado cartas en el asunto y pagará 120 € al mes, desde el 1 de enero, a quienes cuiden de sus nietos hasta los tres años.