Estimado suscriptor o futuro suscriptor
Escribir una carta con la esperanza de ser leída ya supone toda una osadía. La primera censura a la que se somete ahora la lectura es la escasa voluntad de leer un texto que tenga demasiadas palabras. Tu sabes mejor que nadie si recibes esta carta que hay un interés muy grande en que no pensemos, no razonemos, no discurramos críticamente. Un interés muy grande en convencernos de que la libertad consiste en poner nuestra voluntad al servicio exclusivo de nuestros instintos, nuestra emotividad subjetiva, nuestro capricho.
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Sin embargo, no hay persona que para crecer y madurar no necesite la capacidad de silencio y escucha atenta, la capacidad de atención sostenida, la capacidad de concentración, de reposo, de paciencia, en definitiva, tiempo, LECTURA, interioridad. Sin ellas, ni lo que pensamos, ni lo que decimos ni lo que hacemos pasará de la mera superficialidad. Tampoco hay posibilidad de madurar como personas si no somos conscientes del mundo en que nos ha tocado vivir, si nos mantenemos en la irresponsabilidad o la indiferencia ante los que nos rodean.
Y aquí es dónde creemos que juega un papel muy importante tu COLABORACIÓN con estas ediciones como suscriptor. Siempre hemos planteado nuestra suscripción como un acto libre y voluntario, un acto de conciencia, que vaya más allá de una relación mercantil o interesada.
Sabéis muy bien que nadie que trabaja en la producción y difusión de estas ediciones cobra por ello ni alberga ningún ánimo de lucro. Sabéis muy bien que nos financiamos con total independencia de publicidad, patronazgos o subvenciones, para poder hablar con libertad de todo aquello que el poder censura y denunciar lo que nadie se atreve a denunciar.
Por eso vosotros sois mucho más que unos usuarios o clientes. Queremos que os sintáis parte de una red de amigos que se resisten a que la lectura de temas sociales y religiosos sea un lujo de algunas élites. Queremos que os sintáis parte de una red de amigos que son conscientes de la necesidad de medios sencillos pero dignos que mantengan en la opinión pública el rescoldo de una cultura de la solidaridad que no tiene nada que vez con la degradación que está sufriendo esta palabra. Queremos que os sintáis trabajadores necesarios de un instrumento de liberación de la ignorancia y de una conciencia esclava de consignas y etiquetas que no nos permiten crecer
fraternalmente, como pueblo, como comunidades de amistad cívica organizadas.
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