TELEVISION: BASURA PARA NIÑOS

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La sobredosis de «imágenes zafias y cotilleos inútiles o abyectos» en horario infantil ha disparado la alarma sobre los efectos que esto tiene en la formación de los niños y los jóvenes «La telebasura y la violencia son el mismo perro con distinto collar», dice el presidente del Observatori Europeu . Y aunque ya existe una ley europea denominada Televisión sin Fronteras, que obliga a que la programación que va desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche no contenga elementos nocivos para la integridad mental y física de los niños, aquí, simplemente, se está infringiendo la ley. La mayoría de los niños ven la televisión por la noche, la franja horaria con más audiencia infantil. Según los datos de Corporación Multimedia, casi 700.000 niños de 4 a 12 años ven la televisión a diario en el prime time y, de éstos, más de 150.000 siguen pegados a la pantalla después de las doce de la noche. Una clientela que representa en torno al 20% del pastel mediático.


Por Manuel Díaz Prieto –
La Vanguardia
03/10/2004

Raimon merienda un bocata de jamón york y un zumo de melocotón, aliñado todo con la crispada discusión de un fotógrafo, Rafael, agredido por una famosa, Aida. Los insultos y el morbo son el gancho que mantienen a Mario –ocho añitos– absorto en la pantalla. Y cuando termina el bocata, aún se queda un largo rato sin perder detalle de los resúmenes de los programas Gran hermano y La granja. Hasta que llega Rosa, su madre, y dice basta.

–Qué efectos tiene eso sobre la formación de mi hijo?, se pregunta ella. Ni idea, pero de toda esa basura no puede salir nada bueno.
Diecinueve horas semanales de televisión, más cinco de videojuegos, más otras seis de ordenador es el tiempo que un menor dedica al consumo audiovisual en Catalunya. Mario es, en este sentido, un chaval normal: está en la media, lo que significa que permanece delante del parpadeo catódico más tiempo que en la escuela.

Según los datos de Corporación Multimedia, casi 700.000 niños de 4 a 12 años ven la televisión a diario en el prime time y, de éstos, más de 150.000 siguen pegados a la pantalla después de las doce de la noche. Una clientela que representa en torno al 20% del pastel mediático.

–¿Cómo puedo evitarlo si nos bombardean con salsas, tomates y corazones a todas horas del día?

El reciente diagnóstico del Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, no deja lugar a dudas: «Atiborrados de imágenes zafias y de cotilleos inútiles o abyectos, los contenidos y la programación de las televisiones que se emiten en horario infantil causan evidentes perjuicios en los niños».

¿Son tan evidentes los perjuicios? Francesc Codina, presidente del Consell de l´Audiovisual de Catalunya (901-100-321), el organismo encargado de velar por los contenidos audiovisuales, recuerda cómo las alarmas saltaron ya en 1995 cuando los contenidos de programas tipo Esta noche cruzamos el Mississippi, provocaron un dictamen del Senado. Un parche insuficiente para ofrecer soluciones reales a un fenómeno que desde entonces no ha hecho más que crecer.

La necesidad de un consejo regulador de contenidos se hizo palmaria pero sólo Catalunya y Navarra lograron llevar adelante la iniciativa. Y así, la capacidad del CAC de otorgar o revocar las licencias de radio y televisión en Catalunya se constituyó en una poderosa herramienta a la hora de hacer que las cadenas de ámbito catalán siguiesen las recomendaciones que emite. Como las realizadas sobre el tratamiento informativo de las tragedias, que pretendían que no se repitiese lo ocurrido con el accidente de Soria en el que murieron 28 personas.

–Y este verano, con el tema Carmina Ordóñez, han sido tan escandalosas las continuas invasiones en la intimidad de las personas en horario infantil que hemos decidido volver a hacer este otoño un debate público y abierto para realizar nuevas recomendaciones. Pero el problema es que no tenemos competencias sobre los canales generales y privados, a pesar de que sufrimos sus excesos.

El problema, según los expertos, no radica en los programas que se puedan hacer después de las diez de la noche, sino en que esos espacios vuelven a emitirse a lo largo de todo el día. Y en ellos se amplifica, de forma acrítica y reaccionaria, un mensaje cargado con los estereotipos más perniciosos. Valentí Gómez es presidente del Observatori Europeu de la Televisió Infantil (www.oeti.org), una entidad sin ánimo de lucro que trabaja desde 1997 para lograr que los programas de televisión destinados a los niños y jóvenes sean educativos, entretenidos y formativos. ¿Misión imposible?

–El problema es que en demasiadas ocasiones los contenidos no forman sino que deforman. La telebasura y los contenidos violentos son el mismo perro con distinto collar. Y aunque ya existe una ley europea denominada Televisión sin Fronteras, que obliga a que la programación que va desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche no contenga elementos nocivos para la integridad mental y física de los niños, aquí, simplemente, se está infringiendo la ley.

Para Gómez, los programadores, guiados por la rentabilidad económica, tratan a los niños como consumidores pasivos a los que se puede suministrar todo tipo de violencia simbólica, desde la xenofobia a la violencia de género.

–Y el argumento de que la puedes apagar cuando quieras es falso, porque la televisión para los niños es como una droga, un ruido que acompaña y que les engancha sin que les resulte fácil sustraerse.

Con la televisión, además, siempre existe la duda de si lo que se está viendo es o no real. Lo que ha llevado a colectivos Teleduca, Educació y Comunicació a impulsar la alfabetización mediática en la escuela.

–Nuestro objetivo es fomentar en los niños la adquisición de una conciencia social crítica frente a la realidad mediática que nos rodea. ¿Cómo lograrlo? Mediante horarios protegidos o la señalización de la adecuación de los programas a determinadas edades.

No todos los problemas se limitan al género del corazón. La Comisión Europea acumula ya varias denuncias contra España por emitir corridas de toros por televisión en horario infantil. Algo que una asociación de protección animal holandesa compara con la pornografía: «Pues son espacios que, sin tener un contenido delictivo, atentan contra los derechos del menor».

La ley que obliga a que la programación que va desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche no contenga elementos nocivos para la integridad mental y física de los niños, aquí, simplemente, se está infringiendo.

Pero la dimensión y complejidad del problema queda de relieve cuando se observan los hábitos de consumo televisivo de los más pequeños. La mayoría de los niños ven la televisión por la noche, la franja horaria con más audiencia infantil. Según los datos de Corporación Multimedia, casi 700.000 niños de 4 a 12 años ven la televisión a diario en el prime time y, de éstos, más de 150.000 siguen pegados a la pantalla después de las doce de la noche. Una clientela que representa en torno al 20% del pastel mediático.

Del fenómeno no se libran ni los más pequeños. Como demuestra un estudio dirigido por la profesora Donna Mumme y publicado en la revista Child Development, que constata que incluso los niños de un año son capaces de absorber las emociones de los programas televisivos e incorporarlas a sus comportamientos. Fueron suficientes 20 segundos de un vídeo en el que una actriz representaba diferentes emociones ante un muñeco para que los pequeños que la habían contemplado reprodujeran una actitud similar con el juguete. Según Mumme, este estudio demuestra que los niños son como esponjas que absorben, interpretan e incorporan a su constelación de comportamientos todas las manifestaciones emocionales que se producen a su alrededor.

Visto lo cual, la televisión resulta un canguro muy poco fiable para los niños. Las instituciones deben hacer algo. Los padres también.