Las medidas oficiales de control de natalidad, destinadas a limitar el crecimiento de la población y la preferencia tradicional por los hijos varones, han impulsado el tráfico de niños y mujeres en China.
Según la política de hijo único, las familias que viven en las ciudades solo pueden tener un hijo, mientras que las residentes en las zonas rurales en general pueden tener dos si el primero es niña. La consecuencia es que muchas niñas son abandonadas, vendidas o entregadas en adopción. Miles de bebés -especialmente niñas- son abandonados cada año en China, que en los últimos tiempos ha endurecido también las reglas de adopción internacionales. El pasado julio, la policía rescató a 89 niños que habían sido secuestrados y arrestó a 369 personas, supuestamente ligadas a redes de compraventa, según la prensa de Pekín. Algunos de los menores eran vietnamitas, y fueron vendidos en las regiones chinas de Guangdong y Guangxi, en el sur del país. Otros eran chinos. Algunos de los bebés recuperados -de edades comprendidas entre 10 días y siete meses- habían sido drogados con somníferos.